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Su móvil no dejaba de sonar, no necesitaba ver el identificador de llamadas para saber que era Tae quien estaba al otro lado de la línea. Con un gesto nervioso, lo puso en silencio. Seguramente su hermano se estaba volviendo loco de la cólera porque se fue sin avisarle. A Tae le encantaba ser cómplice en sus travesuras y estaba seguro de que nunca le perdonaría esto, pero era algo que Jimin debía hacer solo. Una aventura que guardaría en su corazón para siempre.

Jungkook terminó de llenar el tanque de gasolina y asomó la cabeza por la ventana del pasajero.

—¿Quieres comer algo? Entre a la tienda y el encargado me dijo que tienen sándwiches o hamburguesas para el camino. También pueden prepararte algo de ramen.

Jimin hizo mala cara.

—¿No tienen otra cosa?

—Estamos en una gasolinera en medio de la nada y son casi las nueve de la noche.—El alfa se burló de él.—No queda mucho en el menú.

—Entonces no tengo hambre.—Jimin arrugó la nariz, con capricho.

No se le antojaba nada de lo que Jungkook estaba mencionado. Debió pedirle al chef de la mansión que le preparara algo para llevar. Lo que daría por un sándwich de ternero, patatas horneadas y una copa de vino.

—¿Estás seguro? —Jungkook lo miro, exceptico—Falta mucho para que lleguemos y dudo que encontremos otra gasolinera, al menos no hasta el próximo pueblo.

Estaban viajando de noche, lo más seguro era que durmieran en algún motel de paso y llegarán en la mañana a la casa de los Jeon, si tenían suerte de encontrar uno. La otra opción era que Jungkook condujera toda la noche. Pero eso era injusto, no quería que su alfa se exigiera demasiado.

¿Sería capaz de aguantar el hambre hasta llegar al próximo pueblo? Llevaban en la carretera al menos tres horas y lo único que habían encontrado era la gasolinera en la que estaban. Kilómetros y kilómetros de carreteras por delante. ¿Su pobre pancita soportaría semejante tortura?

—¿Y el próximo pueblo está muy lejos?

—Al menos a tres horas de aquí.

A Jimin se le fue el alma a los pies.

—No importa​. Resistiré.—Se cruzo de brazos con obstinación e hizo un puchero. Para su vergüenza, su estómago rugió.

Traidor.

Jungkook le pellizco uno de sus regordetes cachetitos y le dió un beso en la frente.

—¿Sandwich o hamburguesas? Tal vez ramen y batidos. ¿Qué te apetece?

—Ramen. —Jimin ni siquiera le dirigió la mirad, estaba demasiado avergonzado. El quería hacerse el fuerte y su cuerpo lo puso en evidencia.—Y que sea picante.

—Entonces dos platos de ramen serán.

—¡Espera, Kookie!

Jungkook se detuvo a medio camino.

—¿Si?

—Tambien quiero un postrecito.—Jimin hizo un adorable puchero y puso ojos de cachorrito.—¡Por favor!

—¿Y no que no querías comer?

Con una sonrisa burlona, Jungkook fue por la comida.

Tiempo después iban de vuelta en la carretera. Debía admitir que la comida sació su hambre, pero esperaba nunca volver a probar un ramen tan horrible, los fideos estaban a medio cocer y demasiado salado. Si el chef Jong probará semejante cosa, seguramente pegaria el grito al cielo. Fue una mala experiencia. Ahora cuando el terminara de comer su pastelito, con el estómago lleno y unas largas horas de camino por delante, quizás podría dormir un poco.

Chiquito, Bonito y Caprichoso•|| (Kookmin) Trilogía De Los Herederos KimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora