Parte 18

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[Ethan]

Irlanda, en abril, es impresionante. He estado fuera por poco más de cuatro semanas. He borrado lo que parecen miles de mensajes de mi familia y Sophie. Sin embargo, no puedo convencerme de borrar uno de los de ella, en el que me dice que aún me ama y sólo quiere que vuelva a casa. Luego me estremezco recordando el que me dejó la semana pasada. Escucharla llorar y gritar en el móvil que terminó conmigo, me destrozó el corazón. Me lo merezco.

Aunque ha sido todo mi culpa, aún me hace sentir como el infierno.

Finalmente, pulsar el botón de borrado fue mucho más difícil de lo que hubiera imaginado. El dolor en su voz casi me hizo repensar mi decisión, pero no estoy listo para lidiar con mis seres queridos aún. Sophie, desafortunadamente, ha sido atrapada en la línea de fuego, herida por mi forma infortunada de lidiar con los problemas. Es tarde, pero el sol aún brilla incluso a las diez de la noche en primavera. Siempre he amado eso.

Sé que no tengo a nadie a quien culpar por mi propia soledad, excepto a mí.

La cama está hecha, como dicen, y estoy listo para recostarme en ella. Aunque ha pasado más de una semana desde su último mensaje donde oficialmente terminó todo, aún me encuentro sacudiéndome el dolor de dentro de mi cabeza.

Perderme en bebidas estas últimas semanas ha sido lo único que me ayudó a atravesarlas. Los botones de mi móvil apenas son visibles de lo usados que están.

He oído su voz una y otra vez rogándome que vuelva a casa, su voz diciéndome lo mucho que me ama. Este es el único medio por el que puedo dormir, pretender que aún está a mi lado.

Y, cuando mis ojos finalmente se cierran a la noche, sus ojos son la única cosa que veo. Extraño el modo en que se encendían cuando me veía, o la forma en que su boca sabía cuando me besaba. Extraño cada detalle sobre ella. Es difícil imaginarla lejos de mí ahora, o más adelante en la vida. Alejarme de ella, o cualquiera de ellos fue tan difícil que ahora encuentro casi imposible pelear por volver. Ni siquiera estoy seguro de querer eso. Están mejor sin mí.

Estoy acostado despierto sin querer moverme. Una tormenta ha comenzado, truenos tan fuertes que comienzan a molestarme. Rayos de luz aparecen de la nada.

Me inclino para cerrar la cortina cerca de mi cama para bloquear los rayos de afuera.

He rentado una pequeña habitación sobre un pub en Galway, un lugar para llamar mi hogar por ahora. Bueno, por una semana más hasta que deba decidir si debo avanzar o no. Mi mano temblorosa agarra el teléfono en la mesita de luz. No me atrevo a llamarla de mi móvil. Sabrá que soy yo. Dudoso, golpeo los botones para llamar a Sophie porque algunas noches siento que me volveré loco sin ella. Espero varios segundos, y cuando estoy por colgar la escucho decir:

―¿Hola? ―responde―. ¿Hay alguien allí?

Puedo oírla, pero el dolor en mi pecho empeora mientras continuo oyéndola respirar. Sé que tengo medio segundo antes de que cuelgue a esta locura.

―Ethan, ¿eres tú? ―pregunta en un susurro, casi con miedo a preguntar, pero con esperanza en su voz.

Sigo en silencio, mis ojos cerrados, sólo oyéndola respirar. Cuando finalmente me abofeteo a la realidad para responderle, es por el tono de su móvil colgándome.

Ella sabía que era yo.

Despertarme solo es muy difícil. Aunque la mañana debe llegar, salir de la cama a nadie aún me golpea tan duro como el día anterior. Peter y Sophie no han tratado de llamarme por casi dos semanas. Asumo que han abandonado la esperanza. He oído de mi mamá varias veces, quien me dice que le está yendo genial, y que no me preocupe. Al menos eso es lo que me deja en los mensajes, porque no le contesto. Puedo oírla tratando de sonar valiente, no triste y desesperada porque vuelva a casa, entendiendo que sólo tengo que hacer esto a mi manera. Me entiende. Siempre lo ha hecho. Quizás por eso nunca me lo dijo. Sabía que reaccionaría así. Pero realmente, ¿de qué otra forma reaccionaría alguien cuando descubre algo tan revelador? Mi padre, mi mejor amigo, nunca fue quien dijo ser. Y, ni siquiera puedo confrontarlo para saber qué sintió. Quién sabe, quizás no le importaba que no fuera de su sangre, quizás amarme fue suficiente.

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