Chapter 4

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Disclaimer: Los personajes de Harry Potter son propiedad de J.K. Rowling. La historia es de camnz. Contiene nonconsensual.

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Los días transcurrieron en la mansión. Draco llamaba a Hermione a su habitación todas las noches y ella siempre hacía lo que le pedía cualquier miembro de la familia. Había vuelto a utilizar su vestido normal, pero tenía que ponerse el vestido de puta color púrpura cuando iba a la habitación de Draco, donde pasaba cada vez más tiempo. Se había acostumbrado al ajustado vestido, de hecho, le gustaba. Era como una segunda piel y la hacía sentir menos humana, más como un animal. Casi deseaba poder usarlo todo el tiempo.

Draco se había vuelto un poco más huraño. Había dejado de referirse constantemente a ella como: puta asquerosa y estaba más hosco, pero a Hermione no le importaba. A veces le hacía preguntas sobre Hogwarts, que ella tenía que contestar, pues eran preguntas directas. Si había ambigüedad, ella decía que no lo sabía. Le preguntó quién era su primera vez, que fue con Ron. Quién era su profesor favorito. Ella no lo sabía. Cuál era su comida favorita del Gran Comedor, la que ella no recordaba.

Sobre todo, se acostaba con ella. No le pedía que se fuera después, pero decía que no cuando ella le preguntaba si necesitaba algo más. En ese momento Hermione se escapaba al jardín.

—Tengo un vestido nuevo para ti —le dijo una noche—. Creo que te gustará. A mí me agrada.

Sacó un vestido de una bolsa que tenía sobre la cama. Era un vestido celeste con ribetes blancos. Parecía pequeño, pero, aun así, Hermione intentó ponérselo. Draco la observó mientras luchaba con el vestido. No le cabía por encima del brazalete de hierro.

—No puedo meter el brazo —dijo finalmente—. Me aprieta demasiado.

—No está demasiado ajustado. Vamos a tener que quitarte el brazalete para que te lo pongas —sacó su varita y abrió el brazalete, dejándolo sobre la cama.

Una vez quitado el brazalete, se puso el vestido, pero le quedaba estrecho. Ceñido alrededor de los brazos y el pecho, pero se ensanchaba justo por debajo de la línea del busto hasta medio muslo. Parecía un vestido para una niña pequeña, tal vez una niña de tres años lo usaría para una boda. De hecho, tuvo una muñeca, Barbie, que tenía ropa parecida cuando pequeña.

Draco caminó a su alrededor y miró el vestido.

—¿Te gusta? —le preguntó.

—No tengo opinión —respondió Hermione distraídamente.

Él le pasaba los dedos por la cintura, sintiendo el material y las curvas. Hermione pudo notar que su mente se movía hacia el sexo.

—Tendremos que hacer algo con tu cabello —mencionó pasándole los dedos por el cabello, alisándoselo. Tomo algo más de la bolsa. Una diadema de satén negro. Parecía la versión traviesa de Alicia en el País de las Maravillas.

—Así está mejor. Ahora qué puedo... —se detuvo e hizo una mueca de dolor. Se frotó su marca tenebrosa como si le causara dolor—. Tengo que irme. No vayas a ninguna parte —ordenó y se fue mediante aparición.

Hermione permaneció un minuto en la silenciosa habitación antes de que sus ojos se dirigieran al brazalete de hierro que yacía sobre la cama de Draco. Algo intentaba abrirse paso en su mente aletargada. Entonces su cerebro empezó a agitarse al saber que no había nada que controlara sus movimientos. Podía intentar escapar. Probablemente, la matarían si la atrapaban, pero esto no era vida, así que no tenía nada que perder. Tampoco es que tuviera adónde ir. Sus padres habían muerto hacía tiempo. Sería una amenaza para cualquiera que la conociera, así que no podía buscar a nadie conocido. Pero podría ocultarse en el mundo muggle, tal vez incluso luchar contra Voldemort.

El lento deshieloWhere stories live. Discover now