Chapter 16

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Disclaimer: Los personajes de Harry Potter son propiedad de J.K. Rowling. La historia es de camnz. Contiene nonconsensual.

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Por la mañana, Draco se bañó. No le pidió a Hermione que lo bañara, sino que le ordenó que se quedara en lugar de servir el desayuno.

—Hoy va a haber un gran lío —dijo mientras estaba tumbado en la bañera—. Los muggles están avanzando, están destruyendo todo a su paso. Si hay un edificio en el camino, simplemente lo queman. Los estamos conteniendo, pero es agotador protegernos de todos sus ataques. Vamos a tener que hacer algunas reconstrucciones cuando todo esto termine.

—¿Y si no pueden? —Hermione preguntó.

—¿Y si no podemos qué?

—Contenerlos.

—Claro que podemos. Ahora están formulando el plan. Nos tomaron por sorpresa, eso es todo.

Había un gran desayuno esperándole y comió todo lo que pudo. Más de lo normal. Hermione supuso que no había comido nada anoche.

Después de comer, se vistió.

—Te veré esta noche. Preséntate aquí cuando vuelva —dijo y la besó antes de irse.

Hermione se quedó mirando la puerta un rato después de que él se hubiera ido. Esto de jugar a la casita tenía que acabar. La trataba como a una esposa servil. Le pedía disculpas, afirmaba que intentaba mejorar las cosas para ella, le daba regalos. Su comportamiento en sí mismo era extraño, pero el hecho de que quisiera que dejara de cumplir sus deberes de sirvienta no hacía más que completar el retorcido cuadro. Bueno, ella se negaba a entrar en su pequeña ilusión. Con eso en mente, decidió ir a limpiar algo.

El día pasó como siempre. No habló con nadie, a excepción de algunos de los antepasados Malfoy de aspecto menos desagradable. Descubrió que las apariencias engañaban. Aquella mujer rubia de aspecto angelical tenía una boca que haría sonrojar a cualquier camionero adicto al crack.

Neville no apareció. Una mujer se acercó para intentar tentar a la señora Malfoy para que saliera de casa, pero ella se negó a salir por si alguien venía. Aparte de eso, todo estaba en silencio.

No tenía ni idea de cuándo llegaría Draco. Él quería que ella estuviera allí esperándolo. A juzgar por lo de ayer, podría ser muy tarde. De todos modos, se prepararon para la cena, pero nadie apareció. Esa noche los de abajo comieron muy bien.

Poco después de las ocho, pudo oír un alboroto en el primer piso. Draco estaba en casa, gritaba. Ella no podía distinguir las palabras y se dio cuenta de que estaba subiendo. Irrumpió en la habitación y continuó caminando hacia el baño. Estaba cubierto de hollín y sangre. Ni siquiera la miró, cerró la puerta con un portazo.

La señora Malfoy entró corriendo tras él.

—Draco, mi amor. Déjame entrar —dijo e intentó abrir la puerta del baño.

—Está muerto. Está muerto, maldita sea. Déjame en paz —gritó Draco a través de la puerta.

—Por favor, cariño. Déjame entrar —suplicó la señora Malfoy.

—¿Para qué? ¡Esta maldita e inútil guerra ni siquiera tiene sentido! —Draco continuó gritando.

La señora Malfoy estaba llorando. Obviamente alguien había muerto. Tal vez Lucius.

—Déjame en paz —volvió a vociferar Draco.

—Solo quiero ayudar —suplicó.

—¿Cómo se supone que vas a ayudar? No puedes arreglar esto, madre.

El lento deshieloWhere stories live. Discover now