Chapter 8

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Disclaimer: Los personajes de Harry Potter son propiedad de J.K. Rowling. La historia es de camnz. Contiene nonconsensual.

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La mañana siguiente fue típica, salvo que los hombres volvieron a prepararse para una excursión, lo que hizo que la señora Malfoy adoptara esa falsa alegría para ocultar lo nerviosa que estaba. Se fueron poco después del desayuno, lo que dejó la casa bastante tranquila.

Hermione siguió con sus quehaceres. Estaba lloviendo, así que no pasó mucho tiempo fuera. Neville no estaba allí. Almorzó abajo con los elfos una vez que la señora Malfoy termino su comida. No creía haber dicho una sola palabra en todo el día. Solo hablaba con Neville y su voz empezaba a recuperarse de la ligera aspereza que había adquirido por la falta de uso.

El tiempo pareció oscurecerse drásticamente por la tarde. Se paró frente a una de las ventanas y admiró el cielo durante media hora. Cuando volvió al trabajo, oyó un alboroto en el piso de abajo. Se quedó un rato escuchando. No iría a menos que se lo solicitaran. Porque no era asunto suyo y, de todos modos, no le importaba. Un minuto después, escuchó la campanita, la estaban llamando y bajó. Había Medimagos entrando por la chimenea e incluso el profesor Snape estaba corriendo.

—Tú —dijo el profesor Snape—. Ve a por unas toallas. Rápido, niña.

Hermione comprendió que Draco se había hecho daño. Se dio cuenta por la expresión de la señora Malfoy. Una mirada de absoluto horror y dolor, Hermione sospechaba que la mujer no pudo haberla llamado, por lo que debió haber sido su marido. Hermione se volvió y se dirigió hacia el armario de la ropa blanca. La prisa de los Medimagos le indicaba que la herida era grave. Tal vez se estaba muriendo. Acaso quería que muriera. Reconocía que sería un alivio para ella que lo hiciera, pero ¿estaba dispuesta a desearle la muerte?

No tenía ni idea de las cosas que había hecho cuando se marchó, bien podía merecer morir. Desde luego, así lo creyó cuando permitió que los mortífagos entraran en el colegio para matar a Dumbledore. Volvió arriba con un montón de toallas. El profesor Snape se las quitó y le dijo que fuera a la tienda de pociones por ingredientes.

Ella hizo lo que le dijeron y regresó. Le ordenaron que se quedara en el pasillo por si necesitaban algo.

—Me prometiste que no le harían daño —pudo oír tensa la voz de la señora Malfoy.

—Hubo una emboscada inesperada —Lucius Malfoy respondió con tono entrecortado.

—¿Cómo pudiste dejar que esto ocurriera? Me lo prometiste —continuó la señora Malfoy, pero el grito de dolor de Draco ahogó cualquier respuesta. Pudo oír cómo la señora Malfoy empezaba a sollozar.

Hermione no sabía cómo sentirse. Una parte de ella quería sentir compasión por un ser humano que sufría, pero otra parte pensaba que él se merecía todo eso. Sería devastador para la señora Malfoy perder a su hijo, pero también lo fue para los padres de sus compañeros de Gryffindor cuando la guerra estuvo en su apogeo. Decidió que lo más fácil era no sentir nada. En lugar de eso, dirigió su atención hacia el jardín y dejó que su mente vagara por allí.

Los gritos de Draco continuaron durante un rato y luego se calmaron. Finalmente, Lucius se marchó. Tenía el rostro tenso, pero altivo. Luego salió el profesor Snape llevando a un Draco envuelto en vendas con la señora Malfoy a su lado. Los Medimagos también se marcharon. Nadie le prestó atención, lo cual le pareció bien. No hizo contacto visual con nadie. Obviamente, él iba a sobrevivir. De nuevo, Hermione sintió confusión sobre si estaba contenta o decepcionada. Además de Neville, él era la única persona que realmente conocía, a pesar de que él era horrible en todos los sentidos.

El lento deshieloWhere stories live. Discover now