Walking in the park

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Cuando los árboles habían perdido gran parte de su verdor, convirtiéndose en mera madera con alguna titilante hoja entre sus ramas, era la época que más le gustaba a Kirishima. El olor a castañas y boniatos, típicos de aquellas fechas, se podía apreciar por las calles. Los niños empezaban a llevar indumentaria más propia de invierno que de otoño, y las lluvias eran más frecuentes, entrando de esa manera en el final absoluto del verano.

El olor a lluvia era otra de las cosas que le gustaban del otoño. La lluvia le relajaba, y parecía que, mientras llovía, el mundo se limpiaba. Por lo menos, el suyo.

Por eso, cuando la clase propuso ir de paseo al parque, en una especie de excursión, Kirishima fue el primero en apuntarse. De hecho, fue él quien convenció a Bakugou de ir, porque al rubio no le hacia demasiada gracia, cosa no demasiado sorprendente conociéndole.

—¿No es bonito? —preguntó Kirishima mientras paseaban entre los árboles, con hojas cayéndoles encima de sus cabezas.

—No sabía que estas cosas te fueran, pelirrojo.

—En otoño es mi cumpleaños, así que desde pequeño me ha gustado —rió—. ¡Es la mejor fecha del año! No hace frío todavía, pero el calor se va.

Corrió entre las hojas y dio un par de giros, como si estuviera bailando. Bakugou no se vio capaz de quitarle la mirada de encima.

Hubiera sido una excursión bonita y agradable, si no hubiera sido porque Mina, declarada casi oficialmente la monta líos de la residencia, había decidido que era buena idea jugar a la botella con el envase de su zumo de naranja que Bakugou había estado tomando.

Mina también tenía una habilidad para convencer a todo el mundo de seguir sus ideas.

—¡Venga, vamos a girar!

Todos vieron con terror la botella, preguntándose cómo habían llegado ahí y si podrían escapar. Mina rió al ver que señalaba a Jirou, que dejó muy claro su rechazo a besar a cualquiera.

—¡Así es el juego! —rió Mina, volviendo a girar con emoción—. ¡Y...! ¡Yaomomo! ¡Os toca el primer turno!

Kirishima suspiró aliviado, puesto que Yaoyorozu estaba sentada a su lado y por poco no le tocó a él.

Tras muchas negaciones, ánimos y sonrojos, ambas acabaron por hacerlo. No duró todo lo que Mina hubiese deseado, pero le bastó para tomar las fotos que necesitaba.

La botella volvió a girar, esta vez señalando a un chico de pelo verde que miró espantado el objeto.

—¿¡Yo?! —el grito de Midoriya seguramente se escucharía por medio mundo—. ¡Pero yo...!

—¡Y te toca con...!

Volvió a girar la botella, que terminó señalando a un desatento chico que estaba leyendo un libro sin enterarse de nada.

—¡Todoroki! ¡Madre mía, la intensidad! —se emocionó Mina, desbloqueando su teléfono.

Midoriya puso todo tipo de excusas y Todoroki se escondió tras su libro. Sin embargo, Bakugou, cansado de que tardasen tanto, cogió a Midoriya y le lanzó como si fuera una pelota hacía Todoroki, que le atrapó de milagro.

—¡Hacedlo ya, cojones, que así no terminamos nunca!

—¡Beso! ¡Beso! ¡Beso! —animó un coro de fondo.

Ambos cumplieron al final y se besaron, también algo rápido, pero Mina tomó mínimo tres fotos.

—¡Venga, venga, que esto se anima!

Mina giró la botella de nuevo con ánimo, y pareció ser un chiste cuando le tocó a Kirishima.

—¡No! ¿¡En serio?!

—¡Oh, Kiri, mala suerte! —compadeció ella, aunque no parecía sentirlo demasiado.

Mina volvió a girar, y Kirishima miró con desespero la botella, rognado que señalase algún hueco o algo.

No tendría esa suerte.

—¡Con Bakugou! ¡Ya podéis estar alegres, sois la maldita parejita sin declarar después de esos dos!

Mina señaló a Midoriya y Todoroki, que desviaron las miradas.

—¡No vamos a darnos un beso! —exclamaron rubio y pelirrojo a la vez, levantándose.

—¡Es el juego! —recordó Jirou, aún molesta.

—¡Pero es que veo muy raro que a Mina nunca le toque! —se cruzó de brazos Kirishima—. ¡Va seis tiradas y ninguna le ha tocado a ella!

—¿Prefieres que te bese yo, Kirishima? —arqueó las cejas, divertida—. Oye, que por mí vale, ¿eh? Pero podrías decírmelo directa...

Mina no pudo acabar su frase. De hecho, todos quedaron de piedra cuando Bakugou tiró del cuello de la camiseta del pelirrojo y le besó delante de todo el mundo de golpe.

Kirishima no supo ni qué había pasado hasta que los dos se separaron, y Bakugou volvió a sentarse en la tela que cubría el césped.

—Hecho.

El rostro del pelirrojo se volvió del color de su cabello mientras Mina lamentaba no haber tomado fotos.

Kirishima tomó asiento al lado del rubio con una sonrisa tímida.

Definitivamente, el otoño era su época favorita del año.

31 days: Kiribaku october storiesWhere stories live. Discover now