Kiri's Birthday

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Los dieciséis de octubre eran días felices para Kirishima.

Es decir, era como la Navidad pero dedicado solo para él. ¡Era su cumpleaños! Los cumpleaños le encantaban, sobre todo si eran los suyos.

Su hermana también solía estar tan emocionada como él, porque también sabía lo que significaba la palabra «cumpleaños», fuera suyo o de cualquiera de la familia.

Sus madres siempre les hacían una tarta de su sabor preferido y lo celebraban en familia. Normalmente por las noches, debido a que el cumpleaños de Kirishima solía caer en algún examen, para su desgracia.

Sin embargo, ese sería el primer día que lo pasaría fuera de casa y se sentía extraño sin levantarse con los saltos de su hermana en su cama, felicitándole y dándole besos por toda la cara. O sin el olor a huevos y bacon al salir de su habitación.

Tampoco era que tuviera mucho tiempo para recordar su cumpleaños, porque cayó martes y las clases junto a los entrenamientos le cayeron como jarra de agua fría, obligándole a estar centrado en lo que hacía.

—Estoy muerto —se quejó mientras se tiraba en el sofá de la sala común, cerrando los ojos.

Se echó una larga siesta, de esas en las que no se sabía si era el mismo día o se ha saltado de año. Soñó con su novio, con la idea de ser mayores y vivir juntos.

Cuando despertó, vio a Kaminari, quien parecía muy centrado en hablar algo en secreto con Mina.

—¡Vosotros dos! ¿Qué tanto hacéis? —llamó desde el sofá, y Kaminari le miró con sorpresa.

—¿Nosotros? Nada —rió.

Kirishima no se creyó una palabra, pero lo dejó correr porque supuso que sería privado.

—¿Habéis visto a Bakugou? —preguntó, analizando la sala—. Desde el entrenamiento no le he visto.

—Ni idea —dijo Mina—. Pero me suena haberlo visto por el gimnasio...

—¿El gimnasio? ¿Sigue entrenando? —Kirishima suspiró y se levantó.

Miró la hora, y ya eran cerca de las nueve. ¿Cuánto podría llevar entrenando?

Se dirigió al gimnasio, pillando de camino una chaqueta por si hacía mucho frío fuera. Hizo bien, porque estaba refrescando cuando salió. Mediante se iba acercando al gimnasio, frunció el ceño al ver que no había luz en su interior.

Con todo, decidió abrir la puerta y ver si no estaba en el interior. Cuando encendió la luz, unas trompetas de juguete sonaron y un grito ensordecedor que decía:

—¡Feliz cumpleaños!

Kirishima pestañeó sorprendido mientras recibía un abrazo grupal de todos sus compañeros. Vio a Kaminari y Mina acercarse por detrás para unirse y echó a reír.

Cuando el gran abrazo se deshizo, Kirishima miró a Bakugou, que se había quedado al margen del abrazo y le entregó una caja mientras miraba para otro lado, un sonrojo leve cubriendo su rostro.

—Feliz cumpleaños, idiota.

El beso que se dieron fue todo lo que Kirishima necesitaba para declarar ese día como uno de los mejores cumpleaños que recordaba.

31 days: Kiribaku october storiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora