Leaves

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La tarea que tenían que hacer era, en pocas palabras, absurda.

Bakugou Katsuki suspiró mientras metía las manos en el pantalón, refugiándolas del frío del otoño. Delante suya, un niño de cabello negro caminaba alegremente mientras pisaba las hojas secas.

—¡Vamos, Bakugou! Cuando antes terminemos la tarea, antes jugaremos.

Los ojos rojos de Kirishima le miraron con la alegría que le hacía el paseo por el parque.

—Hojas caduca. ¿En serio? ¡Son solo hojas! —gruñó Bakugou, y Kirishima rió.

—La profe nos ha dicho que tenemos que hacerlo. ¡Vamos!

Kirishima le cogió la mano y le arrastró con él hacia los árboles. Bakugou suspiró mientras empezaba a correr junto a él.

Era impresionante lo diferente que podía ser Kirishima. En clase era un niño muy tímido que no se atrevía a decir nada, y fuera de ella era muy alegre, inquieto y extrovertido. Bakugou se preguntaba si era algo normal, pero no pretendía hacer sentir mal a Kirishima.

Después de todo, Kirishima solo era así con él. Con los demás no parecía tener la misma confianza para sonreír tan frecuentemente y hacer tonterías como pisar hojas secas.

—¡Esta es acorazada! —se alegró Kirishima, cogiendo una hoja con forma de corazón.

—Acorazonada, tonto —Bakugou abrió una bolsa transparente y se la indicó a Kirishima para que la metiera.

—¡Venga, vamos a por más! ¡Que todavía nos quedan las perenas!

—Perennes —suspiró Bakugou, dejándose llevar por la mano de Kirishima.

—¡Cómo sea!

Se metieron en una explanada rodeada de árboles y se dedicaron a buscar cada tipo de hoja que la profesora de conocimiento del medio les había mandado a traer para mañana. Pronto empezó una competición para saber quién encontraba antes todas las hojas.

Al final quedaron empatados, pero consiguieron reunir todas las hojas mientras el sol aún seguía ocultándose. Sus madres les habían ordenado no llegar más tarde del atardecer, así que ambos niños tuvieron que rechazar la idea de jugar un rato en el paraje y volver a casa.

—Oye, Kirishima —el aludido le miró—. ¿Tú crees que servirán? Están bastante secas.

—El chiste es que tienen que estar secas. ¡Es otoño!

—Espero, porque paso de volver a hacerlo.

—Pues yo me he divertido —sonrió Kirishima, balanceando la mano que le unía a la de Bakugou—. Deberíamos volver mañana para jugar al parque.

—¡Al final hoy no nos ha dado tiempo! —se quejó el rubio.

—Tardamos mucho en coger las hojas, es normal —Kirishima se encogió de hombros, riéndose—. Pero igualmente, ha sido divertido.

Bakugou sonrió. Kirishima parecía feliz, y eso le alegraba. No le gustaba verle tan retraído mientras estaban en clase, y aunque trataba de hacer que se animase, no parecía tener éxito. Solo cuando salían del colegio parecía convertirse en otra persona.

Se preguntaba la razón. Y se la había preguntado a Kirishima muchas veces, pero este le daba evasivas o lo negaba.

Sin embargo, en ese momento, Kirishima sonreía alegremente mientras las hojas de otoño caían de los árboles que decoraban las calles, las farolas encendiéndose mediante el cielo se iba volviendo negro, mezclándose con el cabello de Kirishima.

Kirishima era feliz y, en esos momentos, eso era más que suficiente.

31 days: Kiribaku october storiesWhere stories live. Discover now