Lazy Afternoon

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Kirishima suspiró mientras abandonaba el lápiz, cansado de resolver ecuaciones matemáticas. Los logaritmos y él nunca acabarían de comprenderse.

Tomó asiento en el sofá donde estaba Bakugou, quién leía entretenido una revista de los héroes del momento.

—¿Ya has acabado? —preguntó sin dejar de leer.

—Sí...

—No mientas —le dedicó una mirada acusadora por encima de la revista, y Kirishima suspiró.

—Algún día necesitare tomarme una tarde libre, ¿no crees? Ahora que a todos les ha dado por ir a la biblioteca a estudiar, todo está perfecto para echarse una siestecita, ¿no crees?

Kirishima sonrió mientras ponía su cabeza sobre las piernas de Bakugou, estirándose por todo el sofá.

El rubio le miró con una ceja arqueada.

—¿Qué haces? ¡Ponte a estudiar! —enrolló la revista y le dio con ella en la cabeza.

—¡Oye! —Kirishima puso una expresión de pena y dolor mientras de acariciaba la cabeza—. ¡Tratas muy mal a tu novio!

—Será porque eres muy idiota y así no aprobarás ni regalando un Ferrari.

—¡Vamos! Una tarde no hace daño a nadie... —hizo un puchero.

—En serio, ¿cuántos años tienes? —suspiró Bakugou, rodando los ojos—. Ponte a estudiar.

—¡Llevo tres días estudiando como un esclavo! ¡Merezco un descanso! —reclamó.

—¿Como un esclavo? —repitió incrédulo—. Y una mierda. Si te la has pasado mirando el móvil cada vez que te quitaba el ojo de encima.

—¡Porque tenía que usar la calculadora!

—En Twitter, ¿no? ¿Te enseño las publicaciones?

Bakugou tomó el móvil que había dejado en el reposabrazos del sofá, y Kirishima desvió la mirada.

—¡Todos necesitamos unos diez segunditos de entretenimiento!

—Claro, cuando esos diez «segunditos» no son diez horas.

—¡No me paso tanto!

—Ya.

Kirishima cerró los ojos con indignación y Bakugou se rió de su actitud de niño de cinco años.

—Tú verás, pero el examen es en tres días.

—Para un día que no estudie, no va a pasar nada —le miró con súplica—. Por favor, que pronto se me va a olvidar escribir mi nombre con letras.

Bakugou rodó los ojos y sonrió, dándole un pequeño golpe en la frente.

—Eres un maldito exagerado.

—Así me quieres —Kirishima le dedicó su mejor sonrisa—. ¿Por favor?

—Está bien —cedió—. Pero si suspendes, que conste que te lo advertí, idiota.

—¡Sí!

El pelirrojo casi saltó de la alegría, entusiasmado por librarse al fin de las matemáticas que parecían perseguirle hasta en sus sueños.

—Pareces un crío.

—Pero así me quieres.

Kirishima sonrió y se levantó solo para darle un beso, que fue más corto de lo que Bakugou hubiese querido, antes de volver a acomodarse sobre el regazo del rubio y cerrar los ojos.

Bakugou admiraba la capacidad que tenía el pelirrojo para dormirse en cuestión de segundos.

Suspiró mientras abría de nuevo la revista, pero no podía concentrarse en leer con el idiota de su novio siendo malditamente adorable mientras dormía.

Sonrió y tomó su teléfono de nuevo, abriendo la cámara. La luz del flash, que se le había olvidado desactivar, no le despertó. Solo le movió ligeramente el rostro a la derecha.

Abrió la foto en su galería y la metió en un archivo oculto.

Porque no le iba a admitir a Kirishima que tenía un archivo suyo lleno de fotos.

Antes, muerto.

31 days: Kiribaku october storiesWhere stories live. Discover now