Final

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En la noche, Isabela no podía contener los temblores ante la expectativa de ir a aquella galería nuevamente para... bueno, para estar presente cuando Adrián mostrara su nuevo trabajo.

Como por quinta vez, limpió sus manos sudorosas en la falda de su vestido que según le habían dicho, era azul. Luego de volver a casa, Adrián le había prohibido usar ropa negra y se había ocupado de tirar toda la que había en su armario, a ella le dio igual, pero no podía decir lo mismo de Fabián y de Julia que se sintieron claramente ofendidos.

— Cariño ¿estás bien? — Adrián la ayudo a salir del auto como era costumbre, ella afinco el bastón en el suelo con nerviosismo, asintió dudosa y sintió un beso en su frente — Tranquilízate, todo va a salir bien, no nos vamos a separar en ningún momento ¿vale? — se dejó llevar sin decir nada, sin decirle que ese era su preciso problema. Él era el centro de atención y si ella estaba ahí pegada, lo sería también... y no le gustaba ser el centro de atención.

Los aplausos resonaron en cuanto entraron a la estancia. Isabela se encogió apretando la mano de su novio, que la guio con marcada elegancia por toda la galería. Sintió un gran orgullo al escuchar a todas las personas alabar sus obras, estaba segura que eran preciosas.

Juan, su agente, no cabía en su orgullo — ¡Hermano, está siendo una locura! Creo que ya deberíamos abrir la nueva parte de la exposición ¿no crees? — ¿hay otra parte de la exposición? Adrián no le había contado nada. Frunció el ceño.

— Lo haremos cuando llegue mi madre con el resto de invitados de honor, Juan — dijo su novio tranquilamente, acercándola más a él para besarla.

Correspondió a sus besos sin muchas ganas, sabía que estaba intentando distraerla. ¿Resto de invitados de honor? Ni siquiera sabía que había invitados de honor ¿Quiénes ya estaban en la fiesta? Esperaba que ella no fuera uno de ellos, la situación ya era vergonzosa por si sola.

Adrián la mantenía enganchada a su mano, a cada segundo había alguien sacándoles fotos y había un cuadro con su cara en alguna parte. O más de uno, ni para saber. Su querido novio se había guardado muy bien esa información.

Continuaron caminando por la galería, hasta que sin previo aviso Adrián se detuvo de golpe y sintió como todo su cuerpo se tensaba. ¿Qué estaba pasando?

— Adrián... Isabela. — se hubiese sentido menos incómoda si estuviera frente a ella su madre, o la misma parca. ¿Qué demonios hacia Ximena ahí? Esa mujer no le gustaba ni un pelo. Cuando le contó a Adrián lo que había pasado tanto en la casa como cuando la llamó por teléfono, él había decidido romper todo contacto con la que era su mejor amiga, no pudo perdonarle que omitiera detalles cuando estaba tan desesperado... cuando pensaba que ella no lo amaba.

— ¿Puedo hablar contigo? A solas... — tragó en seco cuando se dio cuenta que se dirigía a ella. Su tono de voz era triste, denotando una clara derrota. Sin embargo, no se atrevía a estar a solas con esa mujer de nuevo

— Todo lo que tengas que decirle a Isabela lo puedo escuchar yo también, Ximena — La mujer permaneció en completo silencio ante la sentencia de Adrián y quiso sonreír. Últimamente su hombre no dudaba en avasallar a cualquiera que intentara acercarse a ella con dobles intenciones, ni siquiera dudo en hacerlo con su madre cuando vino lloriqueando a pedirle disculpas por haberla echado a un lado a causa de su ex marido. Ella la había perdonado, pero no la quería devuelta en su vida a pesar de sus insistencias. Por eso, Adrián le cerró la puerta en la cara con una clara advertencia de que si volvía a molestarla llamaría a la policía.

Con respecto a ese tema, Carmen tampoco se había quedado atrás, por eso tenía la custodia de Anita. Por un momento se sintió avergonzada y le dijo que ella podía encargarse de su hermana, que no debía gastar tanto en abogados, pero la mujer había negado fervientemente a todas sus quejas. Dijo que necesitaba una niña en casa y en ese tiempo, había aprendido que su palabra era ley. Por lo menos, las visitas eran más que frecuentes y su hermanita menor parecía muy feliz.

Píntame la miradaWhere stories live. Discover now