Después de tanto tiempo, Catalina vuelve a encontrarse con su primer amor, mismo que resultaba imposible debido a la gran diferencia de edad.
Por azares del destino,un día conoce a Noah y sus sentimientos se desorganizan por completo, ya que él la t...
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☝️Él es Luke Lowell (foto en multimedia)☝️
Capítulo 10| ¿Sabes que tienes unos ojos muy bonitos?
Catalina Russell.
Hace más de veinte minutos que estaba despierta y la alarma aun no sonaba. No dormí nada pensando en ese beso que Noah me dio anoche y que Kevin nos descubrió.
¿Le habrá dicho ya a mi padre?
<< ¿Y qué importa?>>
¡Pues me importa!
Me acuesto boca abajo llevándome toda la frazada hasta mi cabeza, tenía mucho sueño y lo único que quiero ahora es dormir y no ir a la universidad.
Alguien tocó la puerta.
— Catt, el desayuno ya está servido.— Avisó Nina, desde el otro lado de la puerta.
Gruñí.
— Bajo en seguida.— Murmuré, adormilada.
Espero unos minutos más y ya lista me levanto dirigiéndome al baño para darme una ducha. Minutos después ya bañada y vestida, seco un poco mi cabello y luego lo cepillo. Preparo mi mochila y bajo por las escaleras dirigiéndome al comedor donde encuentro a mi padre y a Sam comiendo de su desayuno.
— Buenos días, pastelito.— Saludó mi padre.
— Buenos días, papá.— Me siento frente al pequeño.— Hola, Sam.
― Catalina, mi papá dice que no debo comer dulce tan temprano pero quiero comer un caramelo que el abuelo me dio.― ¿Abuelo? Miro a mi padre y el simplemente asiente.― ¿Podría comer uno?― Preguntó, con sus dos manitas juntas suplicando.
― Ya te dije que después de la escuela, Sam.― Apareció Kevin, vestido de manera formal lográndole hacer un perfecto nudo a su corbata, se sienta al lado de su hijo y le limpia la boca con una servilleta.― Te llevare a casa de tu primo después de la escuela, tus abuelos quieren verte.
Nina deja frente a mí un plato con tostadas y huevo revuelto. Mi padre sigue revisando unos cuantos papeles y le da una miradita rápida al niño que se encontraba a su derecha.
― ¡El abuelo me dará muchos dulces!― Exclamó con emoción.
― No lo creo.― Contestó, Sam hizo un puchero y siguió comiendo de su cereal.
― ¿Quieres café, Kevin?― Preguntó Nina.
― Sí, por favor.― Le sonríe.
Kevin me mira y nos quedamos mirando por unos largos segundos que se me hicieron eternos, aparte rápidamente la mirada.
Comimos en silencio o algo así, Sam le hablaba a su padre de algunas series animadas que vio ayer por la tarde y sobre lo lindo que sería tener un gato en casa.
