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Capítulo largo

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Capítulo largo.

Capítulo 38| Miénteme y dime que me amas.

Kevin Britt.

Meses después.

Su llamada me había puesto de los nervios, oír su voz suplicándome a que fuera al hotel que se estaba hospedando aun en la ciudad me puso alerta. Había dejado a mi hijo al cuidado de Max, tuve una pequeña discusión con él pero no iba a dejarla así como ella decía que estaba.

¿Y cómo estaba?

Enferma.

No perdí el tiempo y salí como un demente en el auto hasta el hotel en donde Rebeca Ford se estaba hospedando. Y así que, aquí estaba yo tocando la puerta de la habitación hace no más de cinco minutos.

¿Por qué demonios no abre la puerta?

Estoy demasiado preocupado por ella, le escribí que ya estaba aquí a fuera en el pasillo esperando a que me abriera pero simplemente me había dejado el visto.

— ¿Rebeca?

No respondió.

Apoyé mis manos sobre la puerta y las hice puño, cerré los ojos por unos segundos pensando en cómo demonios entrar a la habitación.

¿Debería ir avisarle algún trabajador del hotel?

— ¿Rebeca estas bien?— Volví a preguntar.

— No...—Intentó gritar desde el otro lado de la puerta.

Su voz se escuchaba cansada, dolida.

— Ábreme la puerta, por favor.— Le exigí.

A los pocos segundos la puerta se abrió dejándome ver el aspecto de mi ex novia, su vestido de pijama de seda rojo con su bata mal abrochada fue lo primero que noté y luego lo mal que se veía.

Entre a la habitación sin esperar su autorización y vi todo el desastre que ahí estaba. Los jarrones, la bandeja con platos, vasos tirados y rotos en el suelo; la ropa de su maleta esparcida por la alfombra gris. Y sin más vuelvo a concentrarme en ella, la miré de pies a cabeza sin ningún tipo de vergüenza.

Y entonces me fije que sus pies estaban sangrando por los trozos de vidrios que ella había roto porque sin duda ella lo hizo.

— ¿Rebeca qué...?— Su mirada estaba perdida, sus ojos inyectados en sangre e hinchados me dio una maña señal. Con cuidado estiré mis dedos para tocar su mejilla y apenas lo hago la alejo como si hubiese rozado el fuego.— Estas ardiendo en fiebre.

— N-no tenía a nadie más a quien llamar.— Habló con voz débil.

Sabía que no quería molestar a su amiga mucho menos en el estado avanzando de su embarazo. Así pasé por su lado a buscar su bolso y su celular para llevarla algún hospital cercano.

Stay With Me.Where stories live. Discover now