00,14

146 25 14
                                    

Cayendo está, la mentira que colgaba.

¿Piensas descubrir uno de los tantos secretos? Avísame con tiempo, porque los juegos inician, justo cuando las tinieblas tiritan y consumen sin piedad y risas.

Tenía hambre.

Demasiada como para ser considerada normal, pero supongo que el uso de mi fuerza durante los entrenamientos, en parte, le exigía a mis tinieblas que también consumieran. Llevaba años sin hacerlo directamente, quizás ya habían esperado por mucho y no podría evitar mi naturaleza por mucho tiempo.

Apreté los dientes al percibir el aroma del pescado y perejil saltando por los pasillos rocosos, envueltos en su peculiar y hermosa cálida luz ondeante. Iría directo al comedor, sin importar las miradas o comentarios. ¿Qué eran unas risitas más y el dolor de culo por Tauren? De ese Dranor me encargaría luego.

Di unos cuantos pasos más en busca de la terraza, cuando dos voces poco familiares hicieron presencia a un extremo. Sin razón alguna, me detuve.

—Entonces, ella ahora tiene el apellido de la familia.

—Quisiera o no, para ciertas cosas en el mundo humano es necesario un apellido—comentó otra voz, seductora—. Ya no es la rosa sangrienta, Kayne.

¿La famosísima asesina en el mundo de tinieblas? ¿Aquella que, incluso, había terminado con la vida de reflejos importantes sin pestañear?

Todos teníamos claro, desde hacía unos meses, que la roza era la pareja del príncipe de tinieblas, Derian Kuznetzov. Su rostro y diversas características seguían siendo un misterio entre murmullos. Se sabía más sobre cuántos había asesinado que el color de sus ojos, pero que la nombraran con tanta familiaridad... uhm. 

Me pegué a la pared más cercana, dándome cuenta que las dos personas, una de ellos, reflejo, se habían detenido a un extremo, cerca de los ventanales arqueados de piedra. El viento llevándose sus palabras al bosque.

— ¿Y le dio el...?

—No, cómo crees. —Esa voz resonó por todo el lugar, como un rugido, algo muy poco común entre los reflejos, en especial los más jóvenes—. El mojigato dice que quiere dejar pasar un tiempo para pedírselo. Ya sabes. Pero mis tinieblas me confirman que será jodidamente romántico.

— ¿Y qué hay de tu esklave?

—No es un esklave, Kayne. Es libre ahora, y su nombre es Adén.

Mis tinieblas recorrieron mi cuerpo al instante, pensando en apetitosos sentimientos. Los esklave ya no eran comunes en el mundo de tinieblas, no después de que una reflejo influyente, Kuznetzov, por supuesto, los liberara en una subasta. Ahora se usaban hologramas con sentimientos y emociones congelados para poder consumirles, una idea que no podía negar, fue buena.

—Pues debe presentarse para que lo acepte. —Pareció cruzarse de brazos, según las sombras—. Necesitan mi bendición... y unos buenos tragos para celebrar. Últimamente estás creativa y radiante, Izye.

—Podríamos ir a cenar... solo si te comportas.

—Soy un santo.

—Ya quisieras. —Un suspiro—. En fin ¿tienes los documentos?

Estuve a punto de seguir caminando, cuando escuché preguntar al humano:

— ¿Por qué quieres saber tanto sobre estos reflejos?

¿Sobre qué reflejos hablaba? Parpadeé, intuitivamente moviendo mi cuerpo hacia la esquina del pasillo. Estaba segura que dentro de las paredes de esa Escuela ocultaban muchas cosas, y puede que fueran banalidades, más de una vez me ocurrió por escuchar tonterías sobre sexo, bares o humanos. Sin embargo, ellos dos erizaron mi piel y mi poder ronroneó al sentirlos.

DETRÁS DEL REFLEJO [#4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora