Parte 5

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Albus despertó desorientado, no recordaba donde estaba, aunque a los minutos todo volvió a su mente. Tal vez tenía que tomar valor y regresar donde sus padres. Alguien golpeó su puerta, sonrió, quizá Scorpius venía a pedir disculpas.

—Permiso, Albus... —dijo Draco, mientras se asomaba a la puerta de la habitación —si quieres bajar a desayunar... aunque estaremos solos los dos, Scorpius se fue donde... su amiga... novia... esa chica...

Albus sintió como el mundo se derrumbaba a sus pies. Había perdido para siempre a su amigo. Se levantó resignado y siguió al padre de su ex-amigo. Se sentaron en la mesa de la cocina y Draco puso en la mesa una variedad de tostadas, waffles y muchas frutas.

—Sírvete lo que quieras Albus. 

—Gracias señ... Draco.

—Se que debes estar pasando por un momento difícil, si quieres puedes quedarte aquí, yo estaré de vacaciones... no soy el ser más divertido del mundo, pero podemos ir a pasear, hacer algo entretenido... no sé, o simplemente puedes quedarte en tu habitación el tiempo que estimes conveniente. Sin presiones.

—Gracias señ... Draco, pero lo pensaré... quizá deba volver con mis padres, aquí solo estaré incomodando...

—No me incomodas Albus —le dijo Draco mientras tomaba sus manos. El Potter se sonrojó, pero no quitó sus manos. Sintió que su corazón se aceleraba... el padre de Scorpius, era muy amable... era además muy atractivo, quizá incluso más que Scorpius.

Albus decidió aceptar. Se sentía mucho más cómodo en la Malfoy Manor que en su propia casa. 

El día transcurrió tranquilo, estuvo toda la mañana con Draco viendo los cientos de libros que tenía Draco. Rápidamente comenzó a sentirse en confianza con él, omitiendo por completo el hecho de que era el padre de su amigo.A la hora de almuerzo, Albus tuvo una idea brillante, aunque Draco dudó un poco, terminó aceptando: pedir pizzas.

—Tranquilo Draco, te prometo que los muggles no muerden. Solo vendrá un chico en moto, traerá las pizzas y comeremos.

—Pero... ¿cómo vamos a llamar? Ni siquiera tengo de esos aparatos... yo... —Albus sonriente sacó un celular de su bolsillo.

—No llamaremos Draco, puedo pedirlas desde esta aplicación, mira —le acercó el teléfono al rubio, para mostrarle, pero él se alejó abruptamente. A Albus le causó ternura ver como reaccionaba Draco.

—Ni siquiera tengo dinero muggle... 

—No te preocupes por eso Draco, podemos pagar desde la aplicación, se cobrará a la tarjeta de mi padre y listo.

—¿Potter usa esos aparatos muggle?, me indigna... digo, lo siento... me sorprende... —Draco no quería sonar mal educado, pero habían cosas a las cuales aún no se acostumbraba, y probablemente nunca lo haría. 

A Albus le causaba mucha gracia la situación. Pidió dos pizzas y después de media hora sintió el timbre y fue corriendo a recibirlas, mientras Draco Malfoy miraba incrédulo detrás de él. Draco se había sorprendido con la facilidad que el chico Potter había logrado convencerlo, definitivamente era muy persuasivo, sabía que no podría resistirse a sus encantos.

Comieron juntos en el comedor. Era un salón con una mesa muy grande, pero se sentaron uno al lado del otro. Mientras Draco devoraba la pizza Albus lo miraba fíjamente, nunca antes había notado lo atractivo que era el padre de su mejor amigo. Físicamente eran muy parecidos: tenían los mismos ojos grises y pelo rubio, aunque Draco lo llevaba más largo y tomado en una coleta, era más alto y un poco más fornido que su hijo, aunque seguía siendo delgado. Era simplemente hermoso.

—¿Sucede algo Albus? —preguntó con un trozo de pizza en la boca, al darse cuenta de que los ojos verdes del chico lo miraban fijamente. Albus se sonrojó al ser descubierto. 

—Nada Draco... veo que te gustó la pizza ¿no? —dijo para cambiar el tema rápidamente, pero Draco, que era mucho más astuto que los Potter para esos asuntos, notó de que se trataba esa mirada.

—Mmm... juraría que estabas mirándome... pensé que querías decirme algo —le dijo para ver su reacción. Podría decirse que disfrutaba de ver al chico Potter nervioso, era adorable.

—¿Qué? No... o sea... no me di cuenta que te estaba... lo siento... —respondió Albus de manera nerviosa. ¿Draco habría notado lo que pensaba mientras lo miraba?

—Oh, entiendo... está bien Albus, no te preocupes... —Draco se limpió con una servilleta, se acomodó y siguió hablando— ¿Sabes? Hoy me escribió Scorpius... me dijo que no volvería hasta dentro de dos días...Albus no supo que responder, se encogió de hombros y dejó a un lado la comida, se le había quitado el apetito de manera abrupta al enterarse de que Scorpius pasaría más días donde Rose. 

—No se si sabe que sigues aquí... me imagino que tu familia debe saberlo ¿no? —siguió hablando Draco calmadamente.

—No lo sé... ¿debería volver? —Albus no sabía si Draco lo estaba echando o qué. No quería dar explicaciones a sus padres, aunque lo más seguro es que ellos ya supieran que él se encontraba solo con Draco Malfoy, mientras que su amigo se había largado con la perra de Rose. Era muy complicado, ni en sus peores pesadillas se habría imaginado que sus vacaciones se verían arruinadas así.

—Podrías quedarte hasta que Scorpius vuelva, así tienen tiempo de pensar bien las cosas... y poder hablarlas... —Draco sabía que era una excusa. Era un ser horrible había usado a su hijo como excusa solo porque quería pasar más tiempo con Albus, le gustaba mirarlo, ver como se sonrojaba, hablar por horas de diversos temas, aprender cosas de muggles con él. Habían pasado solo dos días junto al chico, pero sentía como si lo conociese de toda la vida, era un deleite compartir con él. 

—¿Seguro no te molesta Draco?

—Cómo podrías molestarme Albus... —tras decir esto, Draco se acercó al chico y lo besó. A pesar de lo impulsivo, fue un beso largo y suave: se tomó todo el tiempo del mundo para recorrer cada rincón de la boca del chico. El beso fue bien recibido por Albus, aunque algo torpe, puesto que nunca había besado a nadie. 

—Mm... Draco... —dijo Albus en un suave gemido, entonces Draco se apartó arrepentido. No debería haber hecho eso, Albus era un chico, amigo de su hijo, de la edad de su hijo... él no era ningún pedófilo... Es más, después de la muerte de su esposa jamás había vuelto a estar con nadie, por donde se le viera había hecho algo incorrecto. 

—Albus... yo no debí... no se que hice lo siento, me dejé llevar por el momento... pero esto... no volverá a ocurrir, lo siento mucho, de verdad... que vergüenza... yo... —dijo nervioso . Se levantó rápidamente de la mesa, estar avergonzado era poco decir y necesitaba escapar de ahí lo más rápido posible, pero el Potter lo siguió y en cuanto lo alcanzó lo agarró del brazo para detenerlo.

—Draco... está bien... no tienes que disculparte, tú no me has obligado a nada... yo... —entonces el rubio sin poder resistirse más tomó al ojiverde por la cintura y lo apegó a su cuerpo para volver a besarlo, era tan adictivo que no podía evitarlo.

Wrong LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora