O4 | Juntos.

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—¡¿Señor...?!—Nathalie se exaltó al escuchar aquella oración viniendo del señor Agreste, desde el incidente de ayer, no había dicho ni una sola palabra, por más que intentara comunicarse, no lo lograba, no obtenía respuesta.

Así que, escucharlo hablar, fue un gran alivio para ella. Pero, claro, eso era porque no había brindado mucha atención a lo que dijo exactamente.

—No te quedes allí parada—reclamó Agreste. Se podía notar cierto tono de molestia e ira en su voz—. ¿Prestaste atención a mis palabras o no? Toma el libro y sígueme—Aquello se percibía más como una amenaza, que como una petición, como una orden que, de no ser acatada, tendría grandes consecuencias.

El cuerpo de la azabache se tensó un instante ante el regaño del mayor, incapaz de moverse o hablar, un escalofrió recorrió su espalda baja, y fue allí cuando cayó en cuenta de la situación, y de lo que estaba diciendo el señor Agreste, miles de interrogantes cruzaron por su cabeza en tan solo una milésima de segundo, al igual que muchos escenarios negativos, y para decir verdad, cada uno peor que el anterior. No lo iba a negar, estaba muy preocupada de qué iba ocurrir, casi aterrada, y no por ella, sino por él, estaba consciente de que Agreste no tendría duda en cruzar límites que podrían perjudicarle, él no se encontraba centrado, y no vería el daño que podría autoinfligirse, no quería que él se lastimara.

Estaba a punto de expresar sus inquietudes, cuando unos golpes provenientes de la puerta captaron su atención.

Un nombre apareció rápidamente en su mente: Adrien.

Había estado tan absorbida por el desastre ocurriendo dentro de la habitación, que había bloqueado cualquier ruido proveniente de afuera. Seguramente no se percató de sus pasos.

Sentía todo pasar en cuestión de segundos, la puerta parecía romperse "¿Estará tan preocupado?" pensó, se preguntaba de dónde el chico estaba obteniendo tanta fuerza. Un estante que había sido arrojado en medio del alboroto era lo único que impedía el paso de Adrien a la escena.

Nathalie se acercó, dispuesta a mover aquel objeto y calmar al joven rubio, quien no dejaba de gritar angustiado si todo estaba bien allí dentro, un sentimiento de culpa la invadió, y sintió aquel punzón en su pecho al recordar la promesa que le hizo a Emilé. ¿Qué creería ella ahora si observara a su hijo al borde de la desesperación?

—Lo lamento—susurró en un tono inaudible. Pero justo antes que sus dedos rozaran el estante, una mano en su hombro impidió su cometido.

—No—Fue lo único que salió de sus labios, era un tono frío, seco, inalterable, pero, sobre todo, decisivo y demandante.

Pero la culpa la carcomía, así que replico—Señor, Adrien, no podemos dejarlo all-.

—Tienes razón, así que pídele a su guardaespaldas, que lo agarre y se lo lleve a la escuela.

—Señor, usted sabe que Adrien no aceptará-

—¡¿Se te ocurre algo mejor?! —gritó, exaltado. Nathalie quedó pasmada, estaba anonadada antes los cambios tan repentinos del Agreste mayor. Este, al percatarse de su pérdida de compostura, dió un respiro, reincorporándose para hablar— Nathalie, entiendo tu preocupación, pero ambos sabemos que esto es lo mejor para él, esto es lo que habría querido Emilié, ¿No crees?

La azabache lo pensó, quería gritar, y contradecirle, deseaba exclamarle, informarle lo decepcionada que ella podría sentirse de estar aquí si tan solo viera el estado en que se encontraba Adrien, pero nada más que un "sí" resignado salió de sus labios. Después de todo, sabía que no podría cambiar nada a estas alturas, nada podría quitar la idea que haya entrado en la cabeza de Gabriel.

Only You | ML | ✔Where stories live. Discover now