O8 | Nuevo.

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Al día siguiente, una adormilada azabache se frotaba los ojos tras sentir la luz de los rayos del sol atravesando su ventana, al estirar su cuerpo sintió pequeños punzones en este, "Imagino que los moretones demoraran un tiempo en irse" pensó, volteó a la vez que bostezaba y se encontró con su compañera, Tikki, durmiendo plácidamente sobre una de sus almohadas, al ver aquella escena no pudo evitar sentir cierta ternura y sonreír, intento sentarse de manera cuidadosa para no despertar a su kwami, y fue allí cuando los recuerdos de la noche anterior la invadieron. Anoche había ocurrido algo increíble, tenía la sensación de prácticamente haber cumplido un sueño, si bien es cierto que la velada no transcurrió como habría podido imaginar, el peso que estaba cargando durante mucho tiempo definitivamente se sentía más ligero; por primera vez en meses pudo dormir tranquila, y también, por primera vez en meses, tenía la sensación de que podía contar con alguien.


—¿Marinette? —preguntó Tikki, atrayendo la atención de la joven. Su voz de escuchaba cansada y tenía los ojos entreabiertos, como si lucharan por no cerrarse, la azabache no pudo evitar reír.

—Buenos Días Tikki—susurró para su kwami, a la vez que se acercaba para dejarle un pequeño beso en la frente, esta simplemente se limitó a dar un bostezo y reacomodarse para continuar lo que parecía la segunda parte de su sueño.

Marinette decidió que ya era momento de levantarse, al hacerlo no pudo evitar ver la hora que se alumbraba por su celular que se encontraba encima de su mesa de noche, "¿11 a.m?" imagino que tenía mucha suerte de que hoy no tuviera que ir a clases, también vio una notificación en este, pero prefirió dejarlo de lado ya que estaba a punto de dirigirse a su escritorio e ir a por su diario para escribir todo lo que había ocurrido ayer, pero tras caminar unos segundos escuchó su estómago rugir, informándole del cambio de planes, igualmente se alegró ya que podía aprovechar esta oportunidad para prepararse un desayuno medianamente decente, el cual siempre omitía por ir a clases, quien sabe, hasta podía pedirle ayuda a su padre, y que le prepare uno de sus famosos omelettes.

Con calma se dispuso a bajar las escaleras, inclusive se atrevió a tararear una canción mientras lo hacía, su buen humor y la felicidad que tenía estaba segura de que ni la mismísima Chloé Bourgeois podría quitársela. Este día solo podía ir para mejor.

—Oh, ¡Hola Marinette!

O tal vez no.

El color rojo rápidamente se hizo presente en sus mejillas al vislumbrar al amor de su vida, Adrien, sentado en su mesa, junto a sus padres. Fue en ese minuto que el mundo se detuvo para la azabache, —literalmente, pudo sentir como el pulso de su corazón desvanecía hasta casi desaparecer— no podía evitar dejar de mirar al rubio y preguntarse cómo es que llego aquí, su cerebro le decía que debía hablar, moverse, dar una mínima señal de vida, pero su cuerpo no respondía.

No tardo mucho tiempo para qué un millón de ideas que explicarán por qué Adrien había venido hasta su casa aparecieran en su cabeza: "¿Estará aquí por lo que le grite ayer?" "¿Estará negociando con mis padres una orden de restricción para que no me expulsen?" "¿Tendré que llevar una educación a distancia con la escuela prácticamente a mi lado?"

—¡Hija! —exclamó Sabine al ver que su hija parecía convertida en una estatua y no respondía a sus palabras—. ¿Estás bien?

Tras salir del transe en el que estaba y darse cuenta de dónde y frente a quienes se encontraba, respondió—S-Sí, sí—habló rápidamente mientras relajaba su postura—. Es solo que la luz me cegó unos segundos, hoy el sol está muy fuerte, ¿no lo creen?... —Y para su peculiar suerte, fue en ese momento que un gran grupo de nubes inundaron París, convirtiendo el clima en uno nublado.

"Grandioso" pensó.

—De acuerdo...—empezó Tom—. ¿Por qué no nos habías contado que te habían asignado un tutor?

Al oír eso el rostro de la azabache expresó confusión, no entendía a que se refería su padre, o que relación podía tener ello con el hecho de que el rubio estuviera frente a ella ahora mismo, claro, eso fue hasta que recordó lo ocurrido en su escuela, precisamente antes de que le gritara al amor de su vida—Claro, ¡La tutoría! —exclamó con euforia al dar con la respuesta a la pregunta que le comía la cabeza, sin embargo, al notar la expresión en el rostro de sus padres, recordó otro pequeño detalle, "Claro, la tutoría que hasta ahora no he mencionado a mis padres".

—Bueno, es porque...—Marinette se puso nerviosa cuando comenzó a imaginar cómo se tomarían la noticia sus padres, y, peor aún, como iba a contárselos.

—¿Tus notas volvieron a bajar en la escuela? —inquirió Tom al no recibir respuesta alguna.

La joven tenía la sensación de estar entre la espada y la pared, una vez que recordó la presencia de Adrien en el lugar, le nació el temor de que el amor de su vida la creyera una inútil, una chica poco inteligente para él, pero sobre todo, no deseaba ver decepción en la mirada de sus padres, ya hacía un tiempo que había hecho la promesa de esforzarse en sus notas, y recuperar su promedio de antes, el que diga que la maestra le asigno un tutor, como su último recurso para no reprobar la materia, haría parecer que la azabache estaba haciendo completamente lo contrario; A pesar que se encontraba mirando hacia otro lado, estaba segura que todos los ojos apuntaban hacia ella, aquello no hacía más que aumentar su nerviosismo, respiro hondo y suspiro, era consciente de que de esta situación no podría escapar con una mentira, y no habría excusa que la justifique, así que, sería mejor que lo soltara de una vez, estaba a punto de hablar, cuando otra persona se le adelanto.

—De hecho, es por mí—intervino Adrien, captando la atención de todos los presentes—. He estado faltando a clases debido a mi trabajo, y debía realizar una actividad extracurricular para compensar notas participativas, le pedí a Marinette si podía brindarle clases de tutoría y ella como buena amiga, acepto ayudarme.

Los padres de Marinette intercambiaron miradas unos segundos, en ese corto tiempo el corazón de la azabache iba a mil pulsaciones por minuto, se sentía como una acusada esperando la orden del juez, aunque debía admitir que una parte de ella moría de ganas de celebrar, después de todo, el gran Adrien Agreste acababa de defenderla, "Eso significa que él no me odia, ¿no?", pero, claro, estaba el detalle de que la mencionara "amiga"..., aun así, su pizca de gloria no desaparecía. Sorprendentemente Sabine y Tom parecían completamente complacidos con la explicación, ya que, tras meditarlo un rato, se alegraron de oír que su hija era tan generosa, y hasta le comentaron que podía aprovechar la oportunidad y ver al rubio como un compañero de estudio, más que como un tutor; Marinette se sintió completamente aliviada tras oír ello, ya podía respirar tranquila.

—Bien, ahora que ya todo fue explicado, creo que sería mejor que nos pongamos de frente a estudiar, ¡No hay que perder ni un minuto! —exclamó la azabache a la vez que con un gesto invitaba a Adrien a su habitación, sus padres estaban tranquilos, pero quería evitar más preguntas a toda costa.

—Me alegra verte tan entusiasmada por estudiar—comentó Sabine—, pero hija..., ¿Segura de sentirte cómoda estudiando en pijama?

Fue en ese momento que Marinette bajo su mirada para que su mente comprobara lo que acababa de oír, y efectivamente, al no saber de la presencia del rubio en su casa, ella simplemente había bajado con su pijama habitual, y sumada a la conmoción que había sufrido, no se percató de ese pequeño detalle. Hasta ahora.

"¡C-cierto!, que torpe, ¡Ya vuelvo!" comentó, tan rápido que sus padres apenas lograron entender lo que su hija había dicho, con las mejillas rojas y algo de sudor debido a los nervios, subió precipitadamente las escaleras —sufriendo de pequeños tropezones por el camino— en busca de algo que ponerse.

Al encontrarse en su habitación, lo primero que hizo fue dirigirse rápidamente a su clóset, para abrirlo y sacar la primera ropa decente que encontrase "Cualquier opción es mejor a mi pijama" pensó, cuando logró encontrar la ropa que cumpliera con su objetivo, comenzó a cambiarse, a la vez que devolvía todas las prendas que habían terminado en el piso. Su kwami, quien termino de despertar debido al ruido, al ver a su dueña en tal estado, no pudo evitar preguntarle qué ocurría

—Una pesadilla Tikki—respondió la azabache, con la voz completamente agitada—. Adrien vino y me vio en pijama, ¡en pijama! ahora tengo que cambiarme rápido y ordenar este desastre para que pueda subir.

—Emm... Marinette—aclaró su kwami, a la vez que se dirigía a uno de los muros del cuarto, atrayendo la atención de la joven, quien cayó en cuenta de la inmensa cantidad de posters y fotos del susodicho que tenía colgadas ahí, y prácticamente toda la habitación.

Tras quedar en un estado de "shock" durante unos segundos, consideró la opción de estudiar abajo, pero tener a sus padres observándola todo el tiempo solo volvería la situación más incómoda, y, en el fondo, sabía que necesitaría estar concentrada para si es que quería estudia bien para salvar la materia, y, para no decepcionar al amor de su vida. Dio un último vistazo a su alcoba y suspiro, solo existía una opción: volver su habitación a prueba de Adrien

Después de un rato, —en el que se escucharon muchos golpes y, sobre todo, papel romperse—, Marinette cumplió su objetivo, una vez rectifico que su cuarto era apto para Adrien, suspiro, se sentía exhausta pero su día apenas acababa de comenzar, respiro hondo antes de bajar y se aseguró de intentar actuar lo más natural posible, aunque aquello no hizo más que agregarle presión innecesaria, y debido a las ansias que sentía, termino cayendo por las escaleras..., bueno, solo quedaba tener la esperanza de que seguramente Marinette podría concentrarse en la complejidad de los ejercicios, en lugar de la profundidad de los ojos verdes de Adrien.

Al menos, por una tarde.

Cambiando de escenario, en la mansión Agreste, Nathalie se hallaba completamente preocupada, estaba sentada al filo de la cama del señor Gabriel, esperando a que este despierte; Tras la batalla que ocurrió el día anterior, el mayor de los Agreste apenas logró regresar a su hogar, no contaba si quiera con la fuerza suficiente para mantenerse en pie, y como era de esperarse, a causa de la sobre exigencia mental y física que se causó, apenas puso un pie en la mansión, su sistema colapsó.

La asistente de Agreste insistió en solicitar ayuda médica lo antes posible, sin embargo, Gabriel se negaba rotundamente a ello, utilizando la excusa de no querer provocar sospechas, ni preocupar a su hijo, debido al estado en el que se encontraba el mayor, Nathalie notó que no había sentido en contradecirle, por lo que aquello fue suficiente para que detuviera su petición, —al menos hasta esta mañana—, pues la azabache había estado casi toda la noche en vela vigilándolo, y, admitía que había mostrado signos de mejoría, pero, aquello no bastaba para dejarlo salir, lo cual, era precisamente lo único que solicitaba Gabriel desde que logró despertar.

—Por última vez Nathalie, ¡Déjame salir! —exclamó el mayor de los Agreste, se veía claramente enojado e inclusive podría decirse que su voz era amenazante, pero al estar tan débil que apenas lograba mantenerse sentado, la azabache se veía más preocupada que intimidada—. Por favor, su tiempo se acaba...

—Señor, si se levanta, usted se quedará sin tiempo antes que ella—sentenció. Gabriel no respondió, parecía que acababa de darse cuenta de la locura que intentaba cometer, sin embargo, sus sentimientos de culpa no hacían más que crecer en él lo cual le impedían pensar claramente, así que, impulsado por su remordimiento, intento levantarse de su cama, Nathalie al ver sus intenciones, lo impidió, y tomándolo por los hombros lo volvió a sentar, pero a pesar de ello él seguía forcejeando—. ¡Piense en Adrien por un minuto! Usted es la única familia que le queda, ¿Qué tendrá si lo pierde? Nad-.

—¡Te tendrá a ti! —exclamó desesperado, interrumpiendo a Nathalie, detuvo el forcejeo sin embargo aún podía notarse la tensión en su cuerpo. Se mantuvo en silencio unos segundos mientras miles de recuerdos lo invadían y carcomían por dentro, aquel dolor en su pecho se hizo más agudo, y la voz que siempre le recordaba lo sucedido, se hizo más fuerte, "Fallaste" "Tú la mataste..."—. Yo no tengo nada...—su voz sonaba quebradiza, como si contuviera todo lo que deseaba gritar—, perdí al amor de mi vida, y ese día también le quite a mi hijo su madre—los ojos de Gabriel se veían húmedos, rojizos por no haber dormido en días, pero, sobre todo, rotos—. Nathalie, él debe de odiarme, y tiene todo el derecho a hacerlo.

—Señor, eso no-.

—Nathalie, por favor, déjame arreglar las cosas...

La azabache desvió su mirada de la del mayor por unos segundos, era consiente que la situación solo se solucionaría si alguno de los dos cedía.

Y no hacía falta mencionar, quien estaba por hacerlo en esta ocasión...

Volviendo a nuestro icónico dúo, pese a que el inicio de la sesión resulto algo incómoda y desastrosa —sobre todo cuando Adrien preguntó por los trozos de papel que se asomaban esparcidos por el piso, y, particularmente, por la pequeña pila que se veía en una de las esquinas de la habitación, a lo que Marinette rápidamente respondió que eran viejos diseños—, tras un gran esfuerzo, logró concentrarse, impulsada particularmente por la decepción que causaría a sus padres, su maestra, y a Adrien, si llegaba a reprobar el curso. Sí, el miedo al fracaso a veces podía ser un gran motivador.

La joven se encontraba realizando una hoja llena de ejercicios que el rubio había hecho exclusivamente para ella, en base al tema que se le acababa de explicar; Cabe resaltar que el susodicho estaba dudando de si debía intervenir o no, pues su compañera había permanecido en silencio ya unos 20 minutos. Y para él, en lo que respecta a Marinette, de la cual estaba acostumbrado a escuchar hablar sin parar, era una eternidad, comenzó a preguntarse si había creado los ejercicios muy complicados, o si no había logrado expresarse bien a la hora de explicar, sin embargo, en ese momento, la azabache retomo la palabra.

—¡Lo logré! ¡Los termine todos! —exclamó la joven, quien se veía emocionada, era consciente de que podía haberse demorado con las respuestas, pero, normalmente ni siquiera sabía por qué parte comenzar o cómo separar los datos, gracias al rubio, ahora sentía que tenía la misma visión de cuando utilizaba el objeto encantado, solo que en lugar de buscar una forma para derrotar el akuma, debía pensar en como derrotar a los ejercicios. Y lo había logrado, y se sentía muy orgullosa por ello. Extendió su brazo para entregar las respuestas a Adrien.

El rubio tenía una sonrisa desde que observó la reacción de Marinette, debía admitir que pese a no estar en sus planes, ser tutor le hacía sentir bien, ayudar a una amiga lo hacía sentirse más útil a comparación de estar encerrado en una mansión, dirigió su vista a la hoja que le había entregado la azabache, y examinó las respuestas por unos segundos antes de hablar, fue allí cuando su expresión cambio y aquella sonrisa abandono su rostro para dar lugar a un ceño fruncido que denotaba cierta desilusión, la joven bajo la mirada, completamente apenada, "¿Me abre equivocado tanto? ¿Será que no estaba ni cerca de la respuesta? ¿De tantas caídas que sufrí mi capacidad de razonamiento se arruinó? ¿Jamás pasaré de año? ¿Nunca iré a la universidad?". Antes de que la mente de Marinette siguiera divagando, Adrien llamó la atención de la joven, y con la mirada fija y una gran sonrisa llena de orgullo, habló: Todas son correctas Marinette.

La azabache no pudo contener la emoción "¡Sí iré a la universidad!" pensó, se sentía increíble, era una sensación parecida a cuando completo su primer entrenamiento con éxito, se levantó de su silla y dio pequeños saltitos, y guiada por la euforia, no lo pensó dos veces antes de abalanzarse por completo sobre el rubio, solo para retirarse completamente enrojecida al momento con que noto a quien estaba abrazando, Adrien permaneció en silencio unos segundos, más no porque aquello le incomodara, sino por la sensación de calidez que Marinette le había provocado... estaba seguro de que la había sentido antes.

La azabache no dejaba de decir reiteradamente "perdón" a lo que el rubio le contestaba que no se preocupara, que no hubo problema, aún así, el color rojo no desaparecía de la tez de la joven. Marinette junto sus manos por detrás y desvió su mirada a la punta de sus pies, se sentía incapaz de ver a Adrien directamente a los ojos, un pequeño silencio inundó la habitación, y fue cuando recordó lo sucedido esta mañana, suponía esta era tal vez la oportunidad más adecuada para preguntarle a Adrien aquello que estuvo molestándole toda la tarde.

—De hecho, quería preguntar -.

Pero su pregunta fue interrumpida por el sonido de un helicóptero policial que pasó cerca a su casa, atrayendo la mirada de ambos hacía la ventana, al asomarse por esta para ver a donde se dirigía, se sorprendieron al contemplar pequeños edificios caídos cerca al centro, que es justamente donde termino el helicóptero.

—Demonios...—susurraron al unisonó, al percatarse de ello, intercambiaron miradas llenas de pena, para luego desviarlas.

Adrien no podría robar a Marinette por toda la tarde después de todo.

Only You | ML | ✔Where stories live. Discover now