1O | Perdón.

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Al momento que el rubio entro a la mansión, no tardo mucho en reconocer a su padre, quien lo esperaba frente a las escaleras del salón principal, a pesar de que Gabriel no era un hombre muy expresivo, claramente podía percibirse el enojo en sus ojos. Adrien supuso que esa sería la reacción de su padre desde el momento en que le avisaron sobre su castigo, de hecho, había estado rondando por su cabeza la imagen mental de cómo sería este momento, sin embargo, aunque el joven lo esperaba, no podía evitar sentirse intimidado —triste— frente a la mirada que le dedicaba su padre.

—Padre, yo-.

—Perdiste tus clases de mandarín y esgrima gracias al castigo que tuviste hoy—El menor intentó hablar, pero el mayor de los Agreste parecía negarse a darle la opción de explicarse—. Algo como esto jamás habría ocurrido si hubieras continuado con tus estudios en casa—Con cada palabra que daba, se acercaba a paso lento, hasta el lugar exacto dónde se encontraba Adrien, el tono de su voz no era alto, pero era firme y lleno de ira que parecía a punto de ser liberada—, fuiste irresponsable, descuidado, insolente...

Gabriel continúo exclamando cada sinónimo que se le ocurría para describir la —según él— falta grave que había cometido su hijo, el cual se limitaba a escuchar las palabras que le dedicaba su padre. Le dolía, y mucho, sí, él era muy consiente que la relación que tenían no era la más cercana, pero, a su vez, era consiente de que aquello no quitaba el hecho de que siguiera siendo su padre, que esperara de él la comprensión y amor que no podía encontrar allí afuera; El rubio podía sentir el nudo en su garganta por todas las palabras que estaba conteniendo "Tú ni siquiera te sientas frente a mí en la mesa, ¿Y ahora crees que puedes juzgarme?", sentía ira, fastidio, que por más que intentara no podía eliminar, no podía entender a su padre, no podía entender porque solo se volvía visible cuando cometía un error, porque era invisible cada día que se esforzaba por ser el hijo perfecto que él quería.

Cuando su padre se acercó lo suficiente, hasta estar frente a él, bajo la mirada y apretó los labios, con la intención de contener todo aquello que quería soltar, más parecía que no iba a ser capaz de lograrlo, intentó pensar en qué pasaría si lo hacía, pero su mente no le daba importancia, pedía a gritos desahogarse, y estaba a punto de hacerlo, sin embargo, una figura femenina apareció en medio.

—Adrien, agarra tus cosas y ve a tu habitación, confiamos en que el castigo haya sido suficiente para hacerte reflexionar—puntuó Nathalie a la vez que miraba a Gabriel, como queriendo decirle "déjalo ir".

El rubio tras unos segundos de conmoción, hizo caso inmediato a la azabache, quien la había salvado de cometer un error, y se dirigió a su habitación rápidamente.

Una vez que se escucho el cerrojo de una puerta, el mayor habló—¿Por qué lo hiciste? —preguntó.

—No serviría de nada recalcarle de un error del cual es consiente—Gabriel quedó mirando a Nathalie con una expresión que indicaba "¿Solo eso?", suspiró, tenía ganas de responderle que solo estaba lastimando a Adrien, pero sabía que no ganaría nada bueno si lo mencionaba—. Si va a requerir de él en un futuro, sería bueno que no hubiese resentimientos de su parte, ¿No cree?

Tras un intercambio de palabras, la azabache logró convencer al mayor de los Agreste, que dejar solo a su hijo era la mejor opción, a pesar de que en el fondo no se encontrara cien por ciento de acuerdo. Con cierto disgusto Gabriel se retiró a su estudio, rengueando debido al dolor que aún sentía en una de las piernas.

Nathalie respiro tranquila después de que observará al mayor retirarse sin poner más objeciones, dio un vistazo a la habitación de Adrien, se preguntaba cómo se encontraba y considero en ir a hablar con él y buscar suavizar las cosas, sin embargo, tras pensarlo detalladamente, decidió no hacerlo y regresar al cuidado de Gabriel. Después de todo, no era ella a quién el rubio querría en este momento.

Si supiera que él no quiere estar solo...


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Only You | ML | ✔Where stories live. Discover now