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El doctor Price había compartido con Harry una posible explicación del por qué aparentemente Draco se negaba a reaccionar. 
Eran bien conocidos los daños psicológicos que dejaba Azkaban en los que le habitaban, y cabía dentro de la posibilidad, que mediante este daño, Draco haya entrado en una especie de estupor mal encaminado, que le había retraído por completo para librarse de enfrentar la propia realidad a la que era sometido. 

Harry lo encontraba lógico y hasta cierto punto, con lo dramático que siempre había sido Malfoy, convincente. No sabía si estaba enojado con Malfoy por traerle tantas complicaciones, o consigo mismo por no haber podido pasar del rubio y seguir con su vida. 

Se había decidido al fin, entraría a verle y le hablaría. Price afirmó que quizá una voz conocida le haría reaccionar y Harry no podía estar más en desacuerdo; probablemente la última persona a la que Malfoy querría escuchar era a él, pero no dijo nada, sólo estuvo de acuerdo. 

Estaba agradecido que las redadas de los aurores no hayan tenido mucho qué hacer por esas fechas; ya había pasado el nuevo año y no había podido escapar esa vez de los Weasley, aunque en su mente se mantenía el sentimiento de lo triste que era que Draco estuviese allí, solo, tanto en navidad como en año nuevo. 

Pero bueno, él había tomado malas decisiones y claramente, había tenido que pagar por ellas. 

Entró a la habitación 37 sin controlar en lo mínimo el aura de su magia. Quería que Malfoy le reconociera aún sin abrir sus ojos, quizá eso facilitaría las cosas, para que fuese consiente de que no estaba ya en Azkaban. 

  — Malfoy, será mejor que abras los ojos porque yo no soy tan paciente como el Doctor Price. — Su voz demandante de auror se había hecho presente, realmente no tenía idea de cómo más dirigirse al mortífago frente a él. 

Estaba tan desaliñado y delgado...aunque por lo menos ya no parecía un pedazo de pergamino transparente. Para su sorpresa, los párpados de Draco se fruncieron con fuerza, lo que le hizo quedar un poco boquiabierto. Price le había dicho que Malfoy a penas y reaccionaba muy muy sutilmente. Él no veía en eso nada sutil...quizá...era la molestia. 

— Abre los ojos, Hurón. 

Se aventuró a retarle, viendo su reacción de forma inmediata. Notó que la quijada de Malfoy se había tensado por el movimiento en sus sienes, ya que la tupida barba no le permitía ver más allá. 
Entonces, un suspiró, débil pero perceptible, como una respiración llena de enojo inundó la habitación. Las manos del chico de oro hormiguearon, sintiéndose envalentonado por la aparente respuesta rápida de su rival, como siempre había sido. 

Fue entonces que notó el movimiento lento y algo dificultoso de la cabeza de Malfoy, lo que le hizo fruncir el entrecejo con clara molestia por el movimiento. Y Harry fue consciente también, de que había apretado los puños, dejando ver sus blanquecinos nudillos muy pronunciados gracias a la delgadez. 

  — Eso es. No estás muerto, Malfoy. Así que deja de actuar como si fueses un cadáver.  

Los párpados de Malfoy empezaron a temblar, al tiempo que notaba que su labio inferior lo hacía también sutilmente. 
Tragó saliva y se puso derecho, tan largo como era y elevó un poco su mentón. Ya no era más un pobre chico cubierto de cicatrices ni perdido, ni lleno de inseguridades; él era Harry Potter y estúpidamente quería que aquel chico le viera tan orgulloso como estaba de sí mismo. 

Los grisaseos ojos de Malfoy tardaron muchísimos minutos en enfocar. Quizá por la cantidad de luz, pero abría un poco los ojos y luego los cerraba, una y otra vez, como tratando de acostumbrarse al lugar en el que estaba. 
Finalmente, luego de varios intentos, Malfoy abrió los ojos, parpadeando varias veces de forma lenta, quizá para tratar de enforcar. 

After All This Time / HarcoTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang