16

16.6K 2.5K 930
                                    


− ¿Nada? – Preguntó el auror al rubio, quien se encontraba con una cara de aflicción observando varios anuncios en el periódico. −No entiendo por qué tienen que ser tan idiotas. – Se quejó, mirando las respuestas de las cartas que Draco había enviado para solicitar trabajo.

Draco tiró a un lado el periódico y se dejó caer sobre la mesa, con la frente apoyada sobre esta, mientras que sus manos estaban extendidas.

−Venga…no te desanimes. – Dijo el auror, sentándose a su lado, y por impulso. -Aquel impulso sobreprotector que siempre le instaba a ayudar – acarició los rubios cabellos de su compañero, ex enemigo. Sonrió sutilmente ante el pequeño gruñido que profirió Malfoy. −Ya pensaremos en algo ¿vale?

Draco ladeó un poco el rostro, logrando así observar al héroe con ojos intensos e inescrutables. Sólo hace dos días que había vuelto y se encontraba más que feliz de tener ese par de días libres.

No había salido para nada, se la había pasado compartiendo con Draco, ayudándole a enviar las misivas y saliendo a caminar por el jardín trasero, disfrutando de la soltura con la que Malfoy le trataba.

Quién iba a decir que el rubio era todo sonrisas amables – aunque sin perder su matiz burlón y prepotente. – y más curioso que nadie.

El de ojos grises extendió un pergamino frente a Harry, el auror sonrió y leyó, parpadeando varias veces sorprendido al leer las escuetas palabras.

Tengo un plan…pero no sé si estés de acuerdo.

− ¿Qué?

El aristócrata mordió su labio inferior y se dispuso a volver a escribir. Harry ignoró con todas sus fuerzas las mariposas que sintió en el estómago cuando vio al rubio morderse el labio; no era sano, no era para nada sano que ese tipo de gestos le descolocaran un poco.

Una vez Malfoy le pasó el pergamino, curioso, se dispuso a leer el maquiavélico plan y poco a poco fue elevando más y más las cejas.

Estaba pensando, quizá…tú… bueno. ¿Podrías ayudarme a conseguir empleo en el ministerio? Podría ser algún secretario, qué se yo, el que lleva los recados, cualquier cosa. Podría ayudarte a ti o…a Granger.

− ¿Es en serio? – Preguntó, controlando un poco su enojo. La idea era buena y posible, podría mover un poco sus propias influencias, pero el detalle de Hermione le cabreaba un poco. – Bueno. – Carraspeó su garganta para tratar de disimular su molestia– Podría funcionar, pero…creí que no querías estar en el ministerio. – El rubio se limitó a encogerse de hombros. – Prepara bien tu currículo, lo pasaré y veré qué puedo conseguir ¿está bien?

Draco sonrió y el corazón de Harry dio un vuelco brusco.

Suspiró, mirando fijamente al idiota que tenía al frente. Últimamente se encontraba metido en un dilema increíble por las cosas que sentía con Malfoy.
A veces se sentía como un mocoso que no podía ni respirar porque el otro se acercaba mucho. ¿A qué podría deberse?

Malfoy jamás lo había intimidado y miedo claramente no le tenía. ¿Qué podría ser? ¿Su cuerpo respondiendo a la enemistad que habían tenido y que al parecer se había esfumado?

Tan profundo se encontraba en sus pensamientos, que no notó que Draco se había acercado más, que había sonreído un poco engreído y que había puesto sus labios sobre los suyos, en un roce dulce que costaba un poco catalogarlo como un beso, pero que, sin duda alguna, había hecho al auror desencajar la mandíbula, sorprendido, con los ojos desorbitados y con el corazón a nada de salírsele del pecho.

¿Qué demonios había acabado de suceder?


No había podido soportarlo mucho más, sencillamente no se pudo controlar al ver la intensidad con la que Potter lo miraba. Era una combinación tan agresiva y a la vez tan hipnotizante, que era inevitable para el rubio no sentirse atraído como abejas a la miel.

Se acercó al auror y a penas dio un suave y muy, muy casto beso en sus labios. No duró si quiera un segundo y ya se encontraba viendo al auror teñido de los mil colores y con la boca convertida en una pequeña “o” debido a la impresión.

Entro en un pequeño estado de pánico al analizar un poco mejor lo que había acabado de hacer. ¿Y si el querido San Potter lo mandaba por un tubo por hacer ello? Era obvio que Don Correcto no era de los que se la pasara incursionando dentro del mundo sentimental más allá de lo dictaminado por la sociedad; y no es que Draco sí, su experiencia tampoco tenía un gran repertorio, pero a decir verdad, no es que se vanagloriara de seguir los dogmas impuestos por la sociedad por gusto y haciendo alarde de ello, como lo hacía Potter.

−Malfoy… qué…

No le dio tiempo a hablar, se levantó de golpe y salió caminando de allí, rascando su cabello y pensando hábilmente en algo. Lo bueno, muy para su buena suerte, no podía hablar así que el otro no es que pudiese exigirle muchas explicaciones y de todas maneras, se haría el idiota y no diría absolutamente nada más.

Su huida habría sido triunfal, pero Potter tenía otros planes y ya lo tenía agarrado firmemente por el brazo derecho.

−No huyas como si no hubieses acabado de hacer algo. – Reprendió el auror, aplicando un poco más de fuerza de la necesaria en el agarre. Draco volteó a verle y le fulminó con la mirada, enojado y también, asustado de lo que pudiese pasar. − ¿Ahora soy yo el que salgo a deber? ¿Por qué me miras así? Tú me besaste. – Le señaló, soltando el agarre y ahora cruzándose de brazos.

Malfoy se encogió de hombros y miró al auror con fastidio y algo de aburrimiento. No iba a darle a explicaciones. Sí, lo había besado ¿y qué? ¿Jamás le habían robado un beso a Potter?

− ¿Sólo eso? ¿Lo hiciste porque sí? −Enarcó una ceja el castaño y Draco parpadeó algo sorprendido. Potter podía leerle muy bien a veces. Asintió y Potter se acercó más. − ¿Entonces también puedo hacerlo yo? Porque sí.

Para ese momento, Draco ya podría apostar que don “buen samaritano” podía ser increíblemente intimidante con esa seguridad que el ser un auror experimentado – Y poderoso – le había dado. Tragó fuerte, pero se negó a mostrarse débil frente a Potter nuevamente.

No, claro que no.

Lo miró desafiante y que error, que maldito error. Es como si no hubiese conocido a Potter por tantos años, los retos, claro que sí, eran como la chispa que necesitaba Potter para lanzarse a hacer algo.

Era decirle “No puedes hacer esto” e iba el imbécil ahí a demostrar que podía hacerlo e incluso mejor de lo que se le había planteado que lo hiciera.

Porque demonios, sí, Draco no pudo esconder el pequeño jadeo que se le escapó cuando fue consciente de que la lengua de Potter se había colado entre sus labios. Porque sentía esos fuertes brazos abrazándole, porque sentía esa calidez que él muy rara vez irradiaba.

Potter quemaba, joder, quemaba como el maldito infierno.
Él era caliente y Draco increíblemente Frío, pero estando juntos en ese momento, por Merlín que Draco podría jurar que se derretía y que, a su vez, Potter se aplacaba.

Fue como conectarse completamente bien con alguien por primera vez.

Por primera vez.

☆AriMinds☆

After All This Time / HarcoNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ