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  — Es un carrito de compras. —  Dijo el Héroe del mundo mágico con una divertida expresión en el rostro. Malfoy miraba todo con desconfianza. 

Harry había decidido salir con él, de compras al Londres muggle. No quería exponer a Malfoy a malas miradas, ni ha posibles ataques estúpidos que él tendría que repeler y apostaba, muchísimo, que acabaría devolviendo el hechizo debido a la rabia que le daría el simple hecho. 

Le gustaba ver cómo Draco mejoraba, le gustaba ver cómo día a día era más expresivo, más Malfoy. Era un ungüento para Harry Potter, porque era volver a sus años en la escuela.

Muchas veces se hallaba pensando en que quizá, las cosas habrían sido muy diferentes si desde el principio él hubiese sido amigo de Draco Malfoy. El problema residía en lo soquete que había sido el rubio en el pasado. 

— Vamos. —  Le dijo, empujando del carrito para así adentrarse en el mercado. 

Draco, con los brazos cruzados y un poco mosqueado, se limitó a seguirle mientras fingía un torpe desinterés por lo que estaba observando.  

Pero no podía engañar a Harry, estaba curioso de todo lo que estaba viendo. Sus años en Hogwarts, cuando lo perseguía de arriba abajo, rendían sus frutos en el auror cuando se trataba de leer un poco las expresiones de Malfoy. 

O eso es lo que pensaba el chico de ojos verdes. 

Estuvieron de compras por un par de horas, Harry le hablaba de qué era una cosa y qué era la otra, y explicaba el contenido de las cosas a las que Malfoy mostraba una ligera muestra de interés. 

Sin darse cuenta, ambos estaban disfrutando de la salida, reían levemente ante alguna broma hecha por parte del auror, y cuando menos pensaban, Draco se encontraba metiendo cosas en el carrito, curioso y decidido de que eso se necesitaba en la casa o que aquello debía de probarlo. 

Una vez Harry pagó y luego de un confundus, desapareció las compras rumbo a su hogar, para así quedar sólo con Malfoy, saliendo del establecimiento. 

  — Malfoy... hm...—  rascó su nuca. —  En un par de días hay un evento en el ministerio y...—  el rubio se encontraba mirándole con una ceja levantada, curioso. —  Y pues, quisiera que fueses conmigo. —  La expresión de incredibilidad de Draco, casi, casi que pasa desapercibida por Harry. Porque el rubio rápidamente la ocultó bajo su expresión serena y asintió.  

El auror abrió la boca incrédulo, por la facilidad con la que Malfoy había aceptado. Habría apostado un brazo que el otro le iba a dar una negativa y ya incluso había planeado con qué persuadirle, pero no, allí estaba, aceptando con tranquilidad.
Lo que no sabía Harry, es que Draco necesitaba ganarse a Potter por cualquier medio y junto a eso, levantar una fachada que aseguraba, nadie iba a cuestionar porque tenía al León de su parte. 

Slytherin, después de todo. 

Estaban dentro de la tienda de túnicas de Madame Malkin. Harry se había aparecido con Draco frente a la tienda, y se había adentrado en el lugar, sin dejar de mirar con recelo a su alrededor. 
El dragón se sintió un poco conmovido por la forma en que Harry parecía cuidarlo casi de manera rabiosa. 
Tan sobre protector y haciendo gala de una fuerte magia que podría intimidar al mismísimo Dumbledore, si este estuviese vivo. 

  — ¡Buenos días, Harry! —  Dijo una chica de cabellos rubios - aunque no tanto como los de Malfoy - que sonrió de manera deslumbrante hasta que su mirada reparó en Draco. Su entrecejo se frunció y le miró confundida; Malfoy se preguntó quién podría ser ella. 

  — Lucy, es bueno verte. —  Dijo con educación Harry, pero con un tono algo duro. —  Venimos por un par de túnicas de gala para Malfoy. 

After All This Time / HarcoWhere stories live. Discover now