La sombra de un cuervo

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Cuatro años después

Por tercera vez esa mañana, su teléfono sonó y, por tercera vez esa mañana, Rachel rechazó la llamada.

—¿No contestas? —inquirió Kory desde la cama de arriba.

—Ni aunque viniera el presidente a pedírmelo —contestó ella, recostada en la cama de abajo.

Lo único malo de las residencias de la universidad era que las habitaciones para los estudiantes eran muy pequeñas, con apenas espacio para una litera y un escritorio que debían turnarse para usar. A Rachel no le importaba —lo que sí tenían era una ventana que daba directo al campus, y eso le encantaba—, en especial porque, luego de convivir casi tres años con alguien dentro del mismo cuartucho, se empieza a considerar al otro parte del mismo y, por ende, parte de ti.

O eso le había pasado con Kory.

—Los chicos dicen que habrá una "pre-fiesta" el viernes por la noche, para celebrar el final del semestre —comentó la chica. Rachel supuso que estaría mensajeándoles por su celular.

—Pero si aún faltan los exámenes —dijo ella, barajando su mirada entre la laptop sobre el colchón y la libreta con apuntes al lado, mientras tomaba nota en el papel y escribía en la máquina.

—Garfield dice que por eso es una "pre-fiesta". Una fiesta antes de la fiesta final.

Ella quiso preguntar, pero se quedó con la palabra en la lengua. En fin, Garfield estaba loco.

Pensar en él le hizo removerse en el colchón de su cama, incómoda. Aún no sabía cómo sentirse respecto a su amigo porque, aunque no quería admitirlo, no acababa de acostumbrarse a él y a sus excentricidades.

¿Amigo? ¿Era su amigo? ¿O solo un compañero? ¿Compañero de grupo social? ¿Existen los compañeros de grupo social?

Estaba pensando en eso cuando su móvil comenzó a sonar otra vez. Sin ver el número en pantalla, rechazó la llamada por cuarta ocasión. Suspiró, ya harta, y volvió a teclear en la laptop.

—Víctor pregunta si nos vemos en el lugar de siempre —dijo Kory desde su puesto, extendiéndose en su cama de tal forma que su larga melena pelirroja cayera por el borde.

—Dile que iré cuando termine la monografía de mi profesor de Química —contestó. Luego se percató de algo, y añadió—: ¿Tú no tienes nada que hacer? ¿No te dejaron nada? ¿Algún proyecto o exposición?

Kory asomó su sonriente rostro por el borde de la cama para verla. Su cabello ondeó por la gravedad, como una pluma de fénix al viento.

—Ya lo tengo resuelto —y, todavía de cabeza, miró la pantalla de su teléfono y agregó—. Y Víctor dice que como no dejes tu monografía y te relajes va a venir a la residencia de las chicas a secuestrarte.

Rachel sabe que habla en serio. Ya lo había hecho una vez.

—Está bien —aceptó, apretando los dientes.

Regresó a su trabajo, envidiando la suerte de su amiga. Estaba escribiendo en la máquina para dejar el proyecto más avanzado y así no lamentarse de hacerlo a última hora —como le pasaba a Garfield— y poder encontrarse con los demás con tranquilidad.

—Eh, Rachel —murmuró Kory, que ya había vuelto a su posición.

—¿Qué pasa? —dijo ella, sin despegar los ojos de su informe.

—¿Es idea mía o ese cuervo nos está mirando?

Por fin desvió la mirada hacia la ventana y se encontró con la negra mirada de un enorme cuervo posado en el alféizar. Se removió en su sitio, mordiéndose la lengua para decirle a su amiga que no creía que el ave las estuviera mirando a las dos, sino solo a ella.

Escalofriante.

Se puso en pie y caminó en su dirección, abrió la ventana y agitó el brazo para ahuyentarlo, pero este no se movió ni un milímetro, sin intimidarse.

—¿Qué haces? ¡Largo!

El cuervo, como si le entendiera, le graznó en respuesta. Luego extendió sus oscuras alas y emprendió vuelo, llevándose consigo su turbia mirada mientras, en la cama de Rachel, su teléfono sonaba por quinta vez en el día.

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Gracias por leer :3

My inner demonsWhere stories live. Discover now