Maraña de sentimientos

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Durante la noche no recorrieron mucho camino. El excelente conductor que le había sido designado tuvo un ataque de sueño media hora después de iniciar el viaje, así que no les quedó de otra que acomodarse en los asiento del auto y descansar para continuar a la mañana siguiente.

Si Rachel hubiera sabido que tendría que dormir junto a Garfield en un espacio reducido, se hubiera pegado un tiro.  

Pero la noche transcurrió con normalidad, aunque le costó un poco dormir al principio. Nada extraño a parte de que Garfield roncaba como gato, y que tenía la sensación de que había dos ojos oscuros y acuosos que la miraban desde un punto lejano de la carretera.

Cuando se hizo de mañana, continuaron la ruta hasta llegar a una tienda de suministros abierta las veinticuatro horas. Garfield aparcó a un lado de la carretera y la invitó a entrar.

Así que ahí estaba ella. Comiendo un emparedado de jamón y queso como único desayuno, con ganas de matar al chico que comía una ración de patatas fritas, sentado delante de ella en una de las pocas mesas del local.

—Yyyy... ¿qué tal el emparedado? —dijo Garfield, sonriendo con nerviosismo. Parecía que era capaz de captar las ondas de ira que emanaba Rachel hacia su persona.

—Te odio —dijo ella, sin dejar de masticar.

La verdad es que la comida no estaba tan mal, aunque hubiera sido capaz de lanzar a su compañero de viajes a una manada de lobos hambrientos con tal de conseguir una taza de té, y de paso un autobús que la llevara de vuelta a Azarath.

—Ah, vamos. Te compré el desayuno y te estoy llevando a tu ciudad con la total seguridad de que cuando regresemos Víctor me matará por tomar su auto —quejó el chico, luego le lanzó una de sus papas a la cabeza—. Puedes ser un poco más agradecida.

—Nunca te pedí que lo hicieras —contestó su contraria, sin inmutarse ante la patata que luego cayó y rodó hasta el suelo.

Garfield masticó otra de sus papas, sin perder el buen humor.

—¿Para qué vamos a Azarath, de todos modos? —preguntó con inocencia.

Aquello encendió una chispa en el interior de Rachel.

—No es de tu incumbencia.

Esta vez el muchacho pareció perder toda esperanza de entablar una conversación amistosa. Hincó el codo sobre la superficie de la mesa y apoyó el mentón sobre su mano, enfurruñado. Apretaba los labios de una manera graciosa y tenía el ceño fruncido como el de un niño al que le prohíben jugar con la pelota dentro de la casa.

Era tan infantil.

Rachel se arrepintió casi al instante. Quiso decir algo, aliviar la tensión que ella misma había provocado, pero se quedó con la palabra atorada en la garganta, sin saber cómo sacarla de allí. Al final se rindió. Le propinó otro mordisco a su desayuno y masticó lentamente para evitar hablar.

No fue hasta que le dirigió una mirada furtiva a Garfield que se dio cuenta. Un brillo singular en sus ojos, un verde suave y chispeante, como la luz de una lámpara en la oscuridad. Había perdido todo rastro de frustración y en él crecía un sentimiento vago y sin nombre, una sensación parecida a la que alguien sentiría luego de ver una piedra de amatista brotando del interior de una flor.

A Rachel la abrumó.

Intentó no mirar a Garfield al rostro, porque si lo hacía sabía que estaría perdida. Siguió masticando, sin saber muy bien qué era ese maraña confusa y enredada de emociones contradictorias que se asentaba en la boca de su estómago y amenazaba con estallar dentro de ella en forma de mariposas, nervios y calidez.

Y también algo parecido al amor.

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Capítulo dedicado a abigail_sky que ha votado en todos los apartados de esta historia. Muchas gracias! <3


My inner demonsWhere stories live. Discover now