Min YoonGi es un alfa con un lazo roto y un hijo.
cabe mencionar que esta en un estado melancólico y depresivo.
Park JiMin es un alfa que no cree en las parejas predestinadas tras su ultima pareja.
Pero todo cambia cuando conoce al padre del pequeño...
Ver a YoonGi con el cabello despeinado y un puchero en sus labios, había bastado para que el corazón del Alfa moreno latiera de sobre manera. Parecía un pequeño gatito molesto por haber despertado. JiMin lo observaba desde el marco de la puerta pues este apesar de que de quedó ahí, no había dormido realmente en la cama del Alfa contrario.
En cambio había dormido en el sofá y con el pequeño JiHyun en sus brazos quien se había levantado en la madrugada para ir al baño. Por eso y por qué se le había hecho costumbre dormir en los cálidos brazos de su cuidador. —JiHyun ve a despertar a tu padre, iré a ver qué hay para desayunar.— dijo JiMin con voz ligeramente ronca, él menor asintió frenéticamente y fue corriendo a donde su padre para saltarle encima y comenzar a despertarlo como de costumbre, con saltos y risas. —JiHyun... Deja dormir.— resongó el Alfa mientras de cobijaba hasta las orejas. —¡Despierta!, ¡JiMin-Hyung hará el mejor desayuno del mundo!.— Él mayor soltó de nuevo un gruñido y le dió la espalda. JiHyun desanimado se bajó de la cama y fue a donde su JiMin Hyung. Quien al verle se preocupó y lo alzó para después acurrucarlo contra su pecho. —¿Que pasa JiHyun?.— —P-papa no quiere venir.— dijo con un Pronunciando puchero en sus labios. JiMin negó con su cabeza y fue con JiHyun en sus brazos hasta la habitación de su mayor. —Min Yoonie levántate, gatoperezoso.— se sentó en la cama y apartó los mechones que caían por los ojos del pálido Alfa. YoonGi abrió los ojos suavemente y le miró, sintió algo en su estómago revolverse y sus entrañas se achicaron al sentir la mano cálida acariciarle la mejilla.
Se levantó con un poco de pereza, pero solo para sentarse aún lado del otro Alfa y reposar su cabeza en el hombro de JiMin. Este le miró sorprendido y después se relajó. Estuvieron así un momento hasta que el estómago del mayor rugió como un oso despues de pasar su gran siesta. —Vamos a desayunar Hyung.—
Y sin duda alguna fue el mejor desayuno del mundo. Con sonrojos incluidos y miradas enamoradas.
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