XIII

228 18 5
                                    

ESCUCHEN MULTIMEDIA.

_____________________________________________________________________________

“Aquel pequeño lazo en el que me había enredado se tensaba cada vez más…”

 

Habían pasado exactamente dos semanas desde aquella fiesta, y diez días desde mi última quimioterapia.

Hacía tiempo que no recordaba aquel dolor indescriptible. Hacía tiempo que ya había perdido las esperanzas, pero algo dentro de mí se aferraba a la sola idea de pensar que tal vez, esta vez funcionaría.

El Dr. Shbosky ya había dado un diagnostico estable, pero yo quería seguir intentándolo, y tal vez, solo tal vez, aquel diagnostico cambiaría. Tenía la esperanza de ver un mejoramiento, y de ser así, seguiría con esta pequeña lucha.

Me equivoqué.

Todo salió mal, nada como lo esperaba, era aún peor.

No había visto a mi mejor amigo desde aquella noche. No había hablado con Jace, y lo cierto era que los extrañaba tanto, que mi deseo por verlos cada vez crecía más. Mamá mencionó algo sobre algunas visitas. Jace había venido a verme, y Scott de igual manera. Le dije que les dijera que me encontraba mal, que yo los llamaría.

Nunca lo hice.

No quería que me vieran de esta manera. No quería que sintieran lastima de mí. La impotencia de no  poder hacer algo cada vez aumentaba más y más, como algún lazo sobre mi cuello, el lazo se tensaba, y yo salía mal. Quería volver a ver a mi mejor amigo, quería abrazarlo, quería decirle todo… pero no podía. Si le llegase a mencionar algo sobre mi detestable enfermedad, él se alejaría, como lo hizo Penn, como lo ha hecho todos. Y no quiero que él y Jace lo hagan. Soy cruel al no darles la oportunidad de conocer a alguien más, y hago mal en no advertirles, pero prefiero que las cosas sean así, por ahora.

Ayer por la noche llamé a Jace, quería oír su voz, aquella ronca voz.

—     Diga.

Corté la llamada.

 Unas leves respiraciones salieron de mí antes de colgar. Por suerte le había llamada desde el teléfono de casa, con suerte y no sabría quién le había irrumpido. Fui una cobarde, pero no quería que preguntase por qué no había asistido al instituto durante las semanas. Después llamé a Scott.

—     ¿Alice? — había olvidado que él reconocía el número, de no ser así habría cortado como la cobarde que soy.

—     Scott.

—     ¡Alice! ¡Santo, Dios! ¡¿Qué ha ocurrido contigo?! ¿es que no me tienes piedad? Te he llamado, he ido a visitarte y nadie me da razones de ti. ¿Sabes que un señor me saco a patadas de tu piso? Él fue grosero conmigo. ¡Ah! Tu madre estaba ahí, y solo dijo…

—     Scott…

—     … “Alice está indispuesta”, ¿Qué ocurre? ¿Qué quiere decir con “indispuesta”?...

—     Scott…

—     … Se me han hinchado los cojones, Alice. ¡Ya no me dejan pasar si quiera a recepción! Pregunto por ti y la chica solo…

Al otro lado del cieloWhere stories live. Discover now