18. Por favor, perdoname

772 48 36
                                    

Renato

Me voy a ir al infierno, sé que va a ser así.

Ayer, cuando Gabi me dijo lo que ya llevaba tiempo sospechando, mi mundo entero se desmoronó frente a mí. ¿Cómo puedo explicar que una parte de mí se sentía completamente feliz de saber que él siente lo mismo que yo? Ese amor que desde el primer instante en el que nos conocimos, apareció en mi interior como un fuego que ahora me es imposible extinguir. Era como si, tras varios años de sufrimiento y soledad, la vida por fin decidiera darme alguna clase de oportunidad. Lo que tanto había esperado encontrar.

Pero al mismo tiempo fue mi boleto de regreso a una realidad que estaba ahí, frente a mis ojos, pero que por necio intentaba negar. Desde ese momento en el que el doctor me dijo lo que pasaría conmigo, supe que mi destino estaba sellado. No existe solución posible más que aceptar con la frente en alto lo inevitable. Cuando Gabriel me dijo esas palabras, lo mucho que me amaba y que estaría dispuesto a esperar por mí, supe que me enfrentaba a una de las más grandes pruebas en toda mi vida.

Intenté creer que no pasaba nada, pensar que tal vez había escuchado mal, pero cuando vi la certeza brillando en sus ojos, supe que por más que lo negara, el sentimiento estaba anclado en su interior, aferrándose a su corazón. Debí haber aprovechado esa oportunidad para arrancarle de raíz cualquier tipo de esperanza, destruir sus ilusiones y alejarlo de mi lado para siempre. Pero soy un cobarde, no pude hacerlo. En cambio contesté con lo último que hubiera deseado decir:

Yo también te amo...

Las palabras salieron de mi boca sin que yo pudiera hacer nada para evitarlas. Ya estaban dichas, almacenadas en su memoria, en lo profundo de su corazón. El sentimiento es verdadero, amo a Gabi con todas mis fuerzas, pero sé que lo mejor para él ahora es que me marche sin decir adiós. Estuve pensando en la posibilidad desde que volvimos ayer a la mansión. Tal vez debería simplemente desaparecer de la vida de todos, y esperar el inevitable final, perdido en alguna isla paradisíaca o en lo recóndito del polo norte.

Tengo miedo de lastimarlo, pero al final, ese dolor es necesario para que no sufra aferrándose a un imposible. Después de que dije, por idiota, esas cuatro palabras, la actitud de Gabriel cambió considerablemente. Atrás quedo el hombre serio y de mal carácter, desapareció dando paso a alguien totalmente diferente. Todos parecieron darse cuenta de eso cuando entró por la puerta principal y tomó a Bruna en un fuerte abrazo. Sospechan, puedo notarlo, pero no quiero despejar las dudas en su mente. No ahora, nunca.

Me dijo, esa misma tarde, que tras años de búsqueda por fin encontró la felicidad que años atrás había perdido. Las ganas de vivir, de tener un motivo por el que levantarse por las mañanas. Todas sus palabras sólo hicieron que por dentro me sintiera aún peor. ¿Cómo podría arruinar ahora la felicidad que durante tanto tiempo pareció haber buscado? Pero peor aún, ¿cómo puedo ser capaz de atarlo a mi lado, a una persona que tiene una cuenta regresiva sobre su cabeza? Él no se merece nada de lo que está pasando.

Me miro en el espejo frente a mí.

Tengo el rostro pálido. Mis parpados hundidos y ojeras negras bajo ellos. No dormí nada desde anoche, aunque en realidad no he dormido nada en días. Mi mente viaja a mil por hora, pensando en lo que debería hacer. La idea está muy clara en mi cabeza: tengo que irme, sin importar las consecuencias que eso provoque. Sé, o al menos espero, que Gabriel encontrará a alguien más para olvidarme. Le va a doler un poco cuando sepa que decidí escapar, incluso intentará buscarme, pero va a llegar el día que decida dejar todo atrás.

Yo no soy lo que él tanto buscaba. Tal vez soy su más grande error, ese que cometés antes de encontrar a la persona indicada. Me aferro con fuerza a la idea de que así es como tiene que ser. Gabriel, a lo mejor más tarde que temprano, llegará a conocer a esa persona destinada para él. Para ese momento yo voy a estar viéndolo desde el cielo, o desde el lugar que me espera al morir. Tengo que creer en eso, sino me voy a volver loco.

Dejame amarte. [Quallicchio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora