20. Viejos amigos

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N/A - Funfact sobre este capítulo: para los que leyeron nuestro Alfa Enamorado o el original Lobo Enamorado, los personajes de Ethan y Lucas que van a aparecer son los mismísimos Gabriel y Renato de nuestra adaptación💖 Decidí dejar sus nombres originales en este crossover, porque sino iba a ser como el meme del Hombre Araña jajaj. También está Troy, que vendría a ser nuestro Mateo, y Vanessa, nuestra Agustina.

Ahora sí, maratón final con los últimos seis capítulos de esta historia! Preparen pañuelitos, pero aferrándose a la idea del final feliz🤧 Que disfruten la lectura...

- C -


Renato

Suspiro.

Es la quinta vez que intento prestar atención a la novela en el televisor, pero Gabi no me lo permite. Sí, sé que podría parecer extraño que alguien como yo disfrute de las novelas, es una adicción que me inculcó mi abuelo desde que tenía cinco años. En secreto, y sin que mi abuela lo supiera, se dedicaba a ver telenovelas que pasaban por el canal principal. Preparaba sus pochoclos, una gaseosa y se sentaba en su viejo sillón reclinable a ver las novelas diariamente. Yo, que vivía con ellos las tardes al salir de la escuela, me sentaba a su derecha y las veía junto a él.

Se podría decir que es de los pocos recuerdos que aún conservo de mi abuelo. Siempre tan vivo, tan enérgico. Fue mi más grande héroe. Mi yo de chico quería ser igual a él, un mecánico, creía que era una especie de superhéroe. A donde fuera que él iba, yo iba detrás. Los fines de semana, cuando mis padres, mis hermanos y yo íbamos a comer a la casa de mis abuelos, eran para mí los mejores días. Jugábamos, reíamos, de él aprendí cómo medir el aceite de la trasmisión del motor, cómo cambiar los neumáticos y mantener el auto en orden. Terminábamos sentados mirando partidos de fútbol. Lástima que el cáncer se lo llevó tan pronto de nuestro lado. Todavía lloro al recordarlo.

Mi abuela lo siguió mucho después. Ya nada volvió a ser como antes. Esa alegría que sentía cada vez que llegaban los viernes por la tarde, desapareció cuando faltó él. Mi familia intentó seguir adelante, encontrar otras formas de pasarla juntos, pero nada fue igual. Mi abuelo era el pegamento que nos mantenía a todos unidos. Ahora, cada vez que veo una telenovela, lo recuerdo con una enorme sonrisa. No hago más que preguntarme si él estará mirándome desde el cielo.

Sacudo mi cabeza. No quiero pensamientos tristes por ahora.

Enfoco mi atención, o lo que puedo de ella, en la pantalla frente a mí. Gabi camina de un lado para el otro, celular en mano, anotando una serie de cosas que no puedo entender en lo más mínimo. Ha estado así desde el día que le conté toda la verdad. Intenté hacer que vuelva a Italia, que no descuide a su manada y sus negocios, pero está aferrado a estar a mi lado. Dice que Andrés es perfectamente capaz de arreglárselas sin él.

La noche en la que nos volvimos a encontrar después de un mes, la primera en la que por fin pude dormir profundamente, me sorprendió encontrarlo en la sala de mi departamento, totalmente rodeado por papeles y fotocopias. Pasó la noche entera llamando a todos sus conocidos, buscando un doctor que pudiera ayudarme con el tumor. Desde ese día no deja de intentarlo una sola vez, incluso cuando yo sé que no haya esperanzas para mí. Él no pierde la suya de encontrar alguna especie de cura mágica que me salve.

Aún ahora no deja de hacer llamadas a cualquier parte del mundo.

—Gabi... mi... novela.

Digo señalando el televisor a su espalda, pero parece no escucharme.

—Sí, así es— dice a la persona al otro lado de la línea —Tiene veintiún años... 0 positivo... lo he llevado con varios especialistas, pero todos dicen lo mismo... sí, así es... en ciertos momentos le dan fuertes dolores de cabeza, sangra por la nariz, pero nada grave... le recetaron hace poco unas pastillas que parecen estarle haciendo efecto... duerme mucho mejor... sí, así es.

Dejame amarte. [Quallicchio]Where stories live. Discover now