22. Destino

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Gabriel

Estoy ansioso.

No pude dormir gran cosa anoche, incluso con la tranquilidad que me rodeaba. La idea de que en cualquier momento se llevan a Renato a quirófano, me pone los pelos de punta. Tengo la esperanza de que nada malo pase, que Vanessa cumpla con lo que nos dijo ayer. Todavía tengo ese maldito presentimiento en la boca de mi estómago, que algo va a pasar y no importa lo que intente, no podré hacer nada para evitarlo. Aprieto mis manos en un doloroso puño, tengo que estar calmado ahora. Tato me necesita fuerte.

Me levanto de la cama, la luz del sol y la brisa de la mañana entran por las ventanas abiertas. Veo a Renato a mi derecha, tiene los ojos abiertos, la mirada perdida en el infinito sobre mí. Debe estar más asustado y ansioso que yo. Me siento a su lado, deslizo mi mano por sus pelo, paso las yemas de mis dedos por sus labios. Me sonríe, aunque no con la misma intensidad que antes. No necesito ser un adivino para notar que no pudo dejar de pensar en su próxima operación. Tenemos que estar en el hospital esta tarde a más tardar.

Mi pecho se infla con orgullo al ver las marcas de mis colmillos marcadas en su cuello. Son dos pequeños orificios rojos. Con deleite paso mi mano por la piel ultra sensible. Tato cierra los ojos sorprendido, se sacude de manera violenta. Los primeros días serán un tanto complicados para él. La piel que circunda la marca, va a estar muy sensible. Cualquier roce pequeño, y un torrente de electricidad y placer cruzará por sus espalda entera. El sexo será una experiencia mucho más placentera que antes.

Sonrío. Ahora sí puedo presumir con orgullo que Renato es mío para siempre. Cuando salgamos de todo esto, espero que cuanto antes regresemos los dos a Italia. Todos en la manada sabrán que él ahora es el nuevo alfa, mi otra mitad. Tato va a estar a mi lado dirigiéndolos y tomando las mejores decisiones para con todos. Presiento, en el fondo, que habrá personas que no les parezca correcto mi relación con él, pero me importa un carajo lo que piensen. Si hay alguien que quiera salir de la manada, la puerta es muy ancha, pueden irse cuando ellos consideren correcto.

Despejo mis pensamientos al ver a Renato cubrirse la cara con la sábana. Sus mejillas se tiñen de rojo al veme completamente desnudo frente a él. Resulta increíble cómo, incluso cuando hicimos el amor como dos adolescentes hormonales en cualquier parte y a cualquier hora, siga avergonzándose por verme así. Si yo pudiera, me encantaría verlo desnudo todos los días por el resto de mi vida. Algo que en parte planeo cumplir de ahora en adelante.

—Buenos días, amor. ¿Cómo amaneciste?

Agarro la sábana y la tiro a sus pies. Tato se cubre su cuerpo con timidez, sus manos tapando su pija flácida. Una sonrisa aparece en mi rostro al verlo, la línea de su cintura, sus nalgas redondas. Incluso al despertar, es por lejos el hombre más hermoso que he conocido en la vida. Doy gracias al cielo por haber puesto a alguien como él en mi camino. Muchos podrían pensar que Renato es el que tiene suerte de haberme conocido, pero la verdad no puede ser más distinta. Yo soy el afortunado por haberlo encontrado. Yo tengo la dicha de poder presumir que mi otra mitad es alguien tan puro como él.

—Bueno che,— responde entre pucheros —dejá de mirarme así Gabi.

—¿Así como?

—Como si fueras a comerme.

Si tuviera tiempo de hacerlo, no lo dudaría ni un segundo.

—Dale, pero si te vi desnudo muchas veces.

—Sí, pero...

—Y vos me viste a mí desnudo muchas más— respondo.

—No es lo mismo— contesta —Vos sos un hombre hermoso, tenés el cuerpo de un dios griego. Yo en cambio estoy muy feo, feo y un poco bajo de peso.

Dejame amarte. [Quallicchio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora