21. Feliz de conocerte

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Gabriel

Renato no dejó de temblar desde que llegamos al consultorio.

Estuvo así toda la mañana. Sé que está muy preocupado por lo que podrían decirle, nervioso ante las noticias que Vanessa tiene para nosotros. No es para menos, yo estaría igual o peor que él. Ahora, me recuerdo, es cuando yo tengo que ser el fuerte de los dos. Tengo que demostrarle que sin importar el peligro, yo estaré por siempre a su lado. Mierda, es el amor de mi vida, nunca le daría la espalda, mucho menos cuando más puede necesitarme. Hoy se decide qué es lo que vamos a hacer. Si seguir luchando o rendirnos para siempre.

Tengo la esperanza de que Vanessa pueda ayudarlo. No por nada es la mejor neurocirujana de los Estados Unidos. Sé, muy en el fondo de mi corazón, que solamente ella es la única que puede ayudarnos ahora. Tato no puedo estar en mejores manos. Sólo tengo que seguir siendo fuerte, y no perder la esperanza. Todo se resume a eso. Nunca pensé que llegaría el día en el que tendría que tener mucha fe. Algo me dice que todo saldrá bien, que nada malo pasará. Esto va a quedar como sólo en una experiencia más en su vida.

En un par de años, al menos así nos veo, estaremos riéndonos de esto. Viviremos los dos juntos, adoptaremos a un niño a su tiempo y entre ambos formaremos una familia tan unida como la que tiene Ethan y Lucas. Cuando los vi rodeados por esos pequeños, no pude estar más feliz por mis amigos. Tienen la suerte de poder tener una familia como esa. Un lazo que perdurará por el resto de sus vidas. En parte los envidio un poco, qué más quisiera yo que poder tener algo como lo que tienen. Pero no debo ser pesimista, sé que en el futuro me espera una vida como la suya. Sólo tengo que ser paciente.

Aprieto la mano de Tato con fuerza. Beso sus nudillos.

Gira y me mira con una tímida sonrisa.

Es por lejos la persona más hermosa que conocí en toda mi vida. No sólo en su aspecto físico, que me pone duro cada vez que lo veo desnudo o junto a mí, sino en su interior. Es de esas personas que de alguna manera logran trasmitirte una paz cuando estás con ellas. Aquellas a las que podés catalogar como ángeles en la tierra. Renato es por mucho uno de los mejores seres humanos que he conocido en la vida. Sonríe cuando quiere hacerlo, es fuerte en los momentos difíciles, intenta ver el lado bueno de las cosas. Hace que mi mundo sea mucho mejor, y por eso, aún en el corto tiempo que llevamos juntos, es por lo que lo amo con total desesperación.

—Todo va a salir bien— digo sonriéndole.

—¿Estás seguro de eso?

—¡Claro!— respondo —Confío en ella. Sé que todo saldrá bien.

—No lo sé, Gabi. Hace más de una hora que nos pidió que la esperáramos acá. ¿Y si está tardando porque son malas noticias? No puedo recibir más, ya no puedo soportarlo.

Un nudo se forma en mi garganta.

—Sí son malas noticias las enfrentaremos juntos, amor.

Hay días en los que todavía puedo sentir una barrera entre los dos. Casi como si una parte de Renato no creyera nada de lo que le aseguro. Una pared invisible, diminuta, casi quebradiza, pero que está ahí interponiéndose entre los dos. Necesito hacerle entender de una vez y para siempre, que no importa lo que digan los estudios, yo voy a estar a su lado en cada paso del camino. No lo hago por el lazo que me une a él, lo hago porque quiero de verdad hacerlo. Lo amo con locura, es un fuego que arde en mi interior y es imposible de apagar. No puedo concebir mi vida sin estar a su lado. Ahora más que nunca tiene que saber que por siempre me va a tener ahí. No importa lo difícil que se ponga todo, yo me quedaré ahí.

—Es sólo que...

—Es sólo que tenés miedo,— interrumpo —y es completamente normal.

—No quiero que me veas débil.

Dejame amarte. [Quallicchio]Where stories live. Discover now