No hay marcha atrás

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Una vez que la primera mordida fue hecha se volvió en un viaje sin retorno, quizás por el fin de sus vidas.

En un comienzo Louis se ponía a llorar sin embargo nunca se quejaba con su madre. El motivo, eran los mimos que le proporcionaba Harry después de cada mordida, ya que estos le hacían sentir mejor. Louis con una naturaleza narcisista, queriendo siempre recibir mimos y cariño soportaba unas cuantas mordidas a cambio de que, al término de cada una Harry le diera galletas de chocolate, le prestara su caja de crayolas con 48 colores (a diferencia de la suya que solo contenía 24) o simplemente le abrazara y lo alimentara en la boca mientras le acariciaba el cabello.

Jay y Anne se dieron cuenta de la situación cuando fueron juntas por sus pequeños retoños. Louis iba caminando alegremente hacia ellas hasta que una niña se colgó de su brazo, de lejos podían ver el entrecejo fruncido de Louis tratando zafarse de ese agarre. Todo paso demasiado rápido para las mujeres pues no se dieron cuenta en qué momento llegó Harry corriendo para gruñirle a la pequeña, está salió corriendo de la escena y el mayor solo aprovecho para morder a su pequeño de ojos azules que sumisamente entrego el brazo que debía ser mordido.

Anne no podía creer que su hijo mordiera a Louis, lista para gritar el nombre de Harry a manera de regaño, sin lograrlo pues veía como el menor sonreía cuando Harry lameaba la herida de manera torpe buscando curarla. Ambas quedaron en trance al ver que después de eso Louis le entrego su mochila al mayor y este le daba una paleta de colores brillantes mientras se hincaba.

Las dos madres nunca olvidarían esa escena. Harry cargando a Louis en forma de caballito y llevando ambas mochilas, mientras que Louis, bueno Louis solo disfrutaba el paseo al igual que su paleta.

Desde ese momento supieron que Harry se dejaría hacer lo que sea si Louis lo pedía.

Little BiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora