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Louis estaba histérico, daba vueltas por toda la habitación mordiéndose las uñas; nervioso era poco; él estaba a punto de desmayarse, no sabía qué hacer. Sí, se sentía feliz, radiante y sabía que su alfa estaría feliz al igual que él. Sin embargo, sentía que el mundo se ponía sobre él impidiéndole respirar tranquilamente. Desde ese momento su vida había cambiado para siempre. Positivo

La prueba de embarazo daba positivo, a decir verdad, las seis pruebas que se había hecho daban positivo. Pero eso no hacía que entre en razón y aceptara la verdad, estaba embarazado. Como muy embarazado. Sabía que ya era hora, llevaba 2 años casado con Harry debido a que primero quisieron disfrutar su vida de casados, ahora (justamente un mes después de su segundo aniversario) se enteraba que tendría su primer cachorro. Tenía miedo, tenía miedo de no poder con el bebé, de dormirse y no oír cuando llorara, que no pudiera tranquilizar su llanto. Sin darse cuenta su cara se llenó de lágrimas, trato de calmarse, no quiere que su alfa sienta sus nervios por medio del lazo. Toma asiento en la cama viendo las distintas pruebas extendidas mientras piensa cómo darle la noticia a su alfa.

-Omega.

Gritó Harry al entrar a su casa, arrugo la nariz mientras olfateaba el aire buscando el aroma de su omega.

Louis metió rápidamente todas las pruebas en una caja de regalo improvisada, no le gustaba mucho esa idea, pero era lo más rápido ya que el alfa se había adelantado a su hora de llegada.

-Hola alfa.

Louis se tiró sobre su esposo cuando lo vio entrar a la habitación Harry sonrió mientras lo recibía en brazos.

-¿Qué tienes en la caja pequeño?

Louis bajo del cuerpo de su alfa y con manos temblorosas entregó la caja a Harry, este sonrío por tal gesto. Gesto que se borró cuando vio el contenido de la caja. Pruebas de embarazo.

El alfa cargo a Louis dándole vueltas mientras cubría su cara de besos. Sería padre. Serían padres. Tendrían un pequeño cachorro, uno suyo, con rizos y hoyuelos, nariz de botón junto con un par de joyas azules como las del amor de su vida. Nada le haría más feliz como que su primer cachorro portará aquellos orbes que lograron conquistarlo desde niño.

-Te amo omega, sin ti no soy nada. Es el mejor regalo. Alguien nuestro. Nuestro bebé.

En ese momento Louis se dio cuenta que no debía sentir miedo. Que siempre tendría a su alfa a su lado para superar todos los problemas. Sin embargo otra ola de inseguridades llenó al omega. Subiría de peso, tendría estrías, cambios de humor y antojos raros, empezaría a lactar y habrían omegas más bonitas, altas, delgadas. Harry lo amaba ¿no? pero, qué pasaría cuando no recibiera ayuda con su celo, cuando Louis no quisiera unirse a él por estar cansado, cuando solo tenga tiempo de cuidar al cachorro.

Harry sentía una vibración en su pecho, el lazo y el aroma de Louis informaban de sus nervios. No, miedo. Su omega sentía miedo.

-Lou, amor ¿qué pasa? ¿no quieres tener a nuestro cachorro? ¿hay algo mal? Dime por favor omega, estoy aquí cielo.

-Conocerás a omegas más lindas que no parecerán pelotas de playa, que te ayudaran cuando yo no quiera estar contigo en la cama, que estarán al pendiente de ti cuando yo solo pueda ver por el cachorro y caiga rendido. Romperás el lazo dejándome con un hijo.

Los llantos del omega llenaron la habitación al igual que un aroma concentrado a tristeza, su cuerpecito yacía tirado en el suelo junto con el del alfa el cual consolaba y marcaba con su aroma para hacerlo callar. Su instinto florecía, su alfa interior le pedía que calmara al omega porque podría hacerle daño al bebé. Haría lo posible por demostrarle que no sería así, entendía a Lou, sabía que un embarazo podría ser la mejor etapa de un omega o la peor, dependiendo de como fuera tratado.

-Mi omega, te amo y no pienso dejarte sabiendo que hay vida formándose dentro de ti. Siempre te he amado, siempre te he respetado y siempre estaré contigo. No hay omega más lindo que tú ¿recuerdas cuando te cortejaba? Decía que si engordabas yo te rodaría a todas partes y eso haré si llegara a pasar.

Louis río tiernamente sorbiendo sus mocos.

-Te quiero lleno de mí, te quiero ver cargando mis cachorros. No sabes lo difícil que fue no embarazarte en todo este tiempo, si fuera por mí ya tendríamos dos cachorros justo ahora. Te ayudare en lo que necesites porque somos un equipo, no somos dos ahora somos uno. Te amo, lo demuestro cada día y lo seguiré demostrando hasta mi último aliento.

Para ese momento el omega ya lo miraba a los ojos con sus preciosos fanales azules abiertos. Sin previo aviso volvió a acurrucarse en el cuello de su alfa para comenzar a llorar de nuevo a moco tendido. El alfa se asustó por la reacción del menor no fue hasta que sintió la felicidad del otro que pudo calmarse nueva mente. Quizás las hormonas del embarazo ya hacían efecto pero no importaba. Ese cachorro era otra de las pruebas más puras de amor que tenían y lucharían para salir adelante.

-Te amo alfa, te amo mucho. Te amamos, aunque no sepa el tiempo de bebé siento en mi interior que te ama, tanto como yo.

Little BiteDove le storie prendono vita. Scoprilo ora