DECISIONES

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Entre las angostas calles de Osāka rodeadas de múltiples locales se encontraban dos jóvenes, el más alto caminaba rápido mientras que el menor intentaba seguirle el paso tratando de pasar por ese mar de gente, el aire de sus pulmones se comprimía más y más con cada paso que daba provocándole que de su boca salieran algunos suspiros entrecortados. Ginza volteó a ver a su ahora protegido, notó que su caminata se detuvo y que incluso se había quedado atrás aspirando oxígeno violentamente, regresó hasta él dándole unos cuantos segundos para que recobrara de nuevo su compostura.

- Necesitas condición física urgentemente - le recalcó al verlo en ese estado

-Ibas.... muy ... rápido - le respondió tosiendo levemente, Tweek se dobló tratando de calmar su respiración, miró el rostro de esa alta silueta que lo cobijaba de los fuertes rayos del sol, se dio cuenta que lo miraba con una ceja arqueada.

-Te voy a explicar las reglas conmigo...- le dijo mientras lo esperaba - Regla número uno... Debes de entender que yo no soy como tus sirvientes, no te voy a consentir ni a cumplir con tus caprichos, solo me encargaré de tu seguridad. Regla número dos ... vas a obedecerme, lo que diga lo haces; y regla número tres intenta algo estúpido y te juro que no intentaré salvarte ¿Entendido?- le dijo con una mirada fulminante obteniendo como respuesta una mirada de desconfianza por parte del príncipe mientras asentía tímidamente con la cabeza.

Después de recuperar su estado normal ambos siguieron caminando con la diferencia de que ahora el ninja avanzaba a la misma velocidad que el rubio. La Ciudadela era bastante grande, habían intentado acortar distancia para llegar más rápido a la frontera norte pero el camino parecía interminable, se metían entre el laberinto de los callejones saliendo a otros igual de parecidos haciendo la tarea más laboriosa de lo que ya era. El radiante sol caía en sus cabezas con mayor intensidad, de un momento a otro Ginza pudo escuchar un rugido indicando hambre proveniente del estómago del príncipe, se dio cuenta que ya era tarde y que habían abandonado la casa de la amante de Clyde sin ingerir o guardar alimentos.

-Tienes hambre- le dijo deteniendo su caminata

-¡Ack! No...- Tweek intentaba ocultarlo, en su mente se había formando un perjuicio, creía que por ser ninja probablemente no traía dinero consigo y por ende tendrían que robar cosa que no podría hacer nunca en su vida

-...- Ginza negó con la cabeza mientras que entre su ropa buscaba algo, al encontrarlo lo sacó expandiendo su interior. Se trataba de un saco pequeño con unos objetos pequeños y redondos de aspecto metálico, iba a pagar - Eres malo mintiendo- le dijo y comenzó a explorar los diversos puestos de comida que se encontraban por ahí escogiendo uno al azar - Ven, comerás algo, tenemos un largo camino que recorrer y no quiero que me fastidies con ese sonido - le reprochó.

Ya estando adentro de ese pequeño puesto Ginza pidió comida para el príncipe y un té para él con la intención de degustarlo en lo que esperaba, se sorprendió al verlo devorar su comida sin vergüenza alguna, claramente se veía que traía hambre.
Tweek se apenó un poco al ser observado de manera tan despectiva optando por controlar sus bocanadas de comida a unas con un toque de clase.

- ¡Que atractivo es!- Ginza escuchó decir a una de las mujeres que atendían el lugar viendo en dirección a la mesa donde se encontraban ellos dos, hablaban del príncipe, obviamente, él rodó los ojos ingiriendo otro sorbo de aquel té verde.

El príncipe fue interrumpido por una serie de gritos y risas de otras personas que al igual que él se encontraban comiendo, giró su cabeza observando a aquellas personas, se trataba de seis guardias del reino de Osāka; uno de ellos le gritaba a una de la mujeres que atendían el lugar, le decía cosas insultantes y agresivas. A Tweek se le fue el apetito al observar aquello, sobretodo al notar el bulto que sobresalía del kimono de aquella joven mujer, estaba embarazada. La chica no hacía nada más agachar la cabeza, estaba dejando que los hombres la hicieran menos y ello le molestaba, quiso levantarse y ponerse en alto pero se detuvo al sentir la fría mirada del azabache sentado enfrente de él. "Regla número tres: intenta algo estúpido y no te salvare..." escuchó en su mente pero... ¡No era algo estúpido confrontarlos! ¿O si? ¡NO! El príncipe no dejaría que en su presencia se llevaran a cabo actos tan inmorales como ese, si tendría que pelear lo haría con tal de salvaguardar la integridad de sus súbditos, antes que cualquier otra cosa estaban ellos, así lo había educado su padre.
Nuevamente miró a su captor buscando aprobación en su mirada o alguna otra clase de señal, esperaba que con ello entendiera el por qué de sus acciones y con suerte que las apoyara también...

DONDE NACEN LOS CEREZOS Where stories live. Discover now