ROJO AMANECER

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Su cuerpo comenzaba a reaccionar a los efectos del veneno, los primeros síntomas se estaban presentando conforme la rapidez en que aquella sustancia fluía por sus torrentes sanguíneos.

Ginza buscaba cerrar la herida con una pequeña incisión sin tomarse un minuto para analizar la condición de la mujer.

- ¡ALTO! - intervino finalmente Tweek evitando que tocaran la herida -¡Ngh! ¡No puedes hacer eso! -

- ¡Apártate! - dijo con la mirada molesta empujándolo hacia atrás

- ¿Sabe algo de esto? ¿Alteza? - preguntó Token

- ... - rápidamente Tweek alzó la flecha mostrándoles lo que había visto en ella - ¡Ack! La sangre... - comenzó a explicar - Esta no es su naturaleza... ¡Ack! Es veneno lo que la hace así -

- ¿Está completamente seguro? - intervino Clyde

- ¡Agh!... vi esto antes - explicó - Si no extraemos el veneno, ella podría... -

- ¿Puede ayudarla? - preguntó nuevamente el castaño

- ¡Ngh! Si... - en ese instante más heridos atravesaron el umbral de la entrada, siendo depositados uno a lado del otro para ser curados - Pero necesito algunos ingredientes... -

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Habían logrado escapar a tiempo logrando camuflarse en el bosque recobrando el aliento entre los enormes árboles y la obscuridad. Christophe se sentía frustrado y a su vez decepcionado para consigo mismo, golpeaba con fuerza el tronco de un árbol plantado frente a él mientras se repetía una y otra vez la razón por la cual no lo había matado... ¿Qué se lo impedía? ¿Acaso era por aquel vínculo fraternal que alguna vez compartió con él? ¿Se trataba de aquellas memorias que habían creado juntos a lo largo del tiempo? ¿O sería por aquel juramento proclamado a viva voz frente a su madre donde se había comprometido a cuidarlo?...

Heidi se acercó con notable furia pues había perdido siete de los veinte hombres que la acompañaron en su misión. Quería reclamarle, gritarle de ser posible pues era su culpa por haberse quedado paralizado sin atacar y sin tener la intención de retirarse costando así las muertes de aquellos hombres.
Una brazo la detuvo antes de poder abrir la boca, al girarse notó como Gregory la sostenía fuertemente. Este le susurró algo que solamente ella pudo entender apartándose así del conflicto. Antes de irse le regalo al rubio una última mirada de complicidad.

Gregory se acercó hasta su compañero golpeando su espalda en un intento de sosegarlo, sabía que Christophe no era alguien que hablara de sus sentimientos o pasado pues no le gustaba que indagaran en su vida personal.
No sabía que había ocurrido momentos atrás pues él nunca se comportaba de esa manera, cuando se trataba de un ataque no dudaba de sus acciones sino que mas bien lo hacía automáticamente. Gregory comenzaba a intuir que esa aldea o por lo menos alguien de ahí era importante para él ya que no se explicaba aquel fuerte desistimiento mostrado en este. Tendría que investigar por su cuenta y sin que Christophe se enterara de ello.

- Es hora de irnos... debemos de reunirnos con Bulrog -

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El príncipe había solicitado diversas clases de ingredientes, siendo estos recogidos y depositados frente a él; agua caliente, fría, diversas clases de hojas, un mortero, paños, y finalmente el ingrediente que sería la clave para salvar al vida de aquella mujer.

Sabía que la mujer podía salvarse con el antídoto, no obstante no estaba en el reino y no contaba con éste.
Algunos años atrás se había interesado por esto y se dió a la tarea de leer acerca de remedios contra diversas clases de picaduras. La "piedra de serpiente" resultaba el método más eficaz, consistía en calentar un hueso de un animal hasta calcinarlo, molerlo y colocarlo en la picadura junto con agua caliente, de esta forma la "piedra" actuaba como esponja succionando el veneno de la sangre.

DONDE NACEN LOS CEREZOS Where stories live. Discover now