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Capítulo cinco.

Habían pasado dos semanas desde que Harry le había dicho que gustaba de ella. Desde aquel momento, ella había intentado evitar todo contacto con él a solas. Él no parecía querer rendirse. Siempre intentaba encontrar un motivo para hablar con ella cuando no había nadie cerca, pero siempre encontraba alguna excusa para que esos motivos pasen rápido.

En aquellas dos semanas, muchas cosas habían sucedido. Por un lado, había mejorado muchísimo en sus clases. Los profesores parecían amarla. Y por el otro, se había dado cuenta la diferencia entre las alumnas y los alumnos. Ellos parecían no tener restricción alguna sobre que llevar puesto al colegio o la forma de su pelo. En cambio, a las chicas las obligaban a cambiarse si veían que su ropa podía "provocar" al resto o si notaban que llevaban maquillaje puesto. Además, no les permitían ir con las uñas pintadas o su cabello teñido. Le molestaba muchísimo. ¿Por qué las chicas tenían que cuidarse con lo que llevaban puesto si los chicos podían llevar hasta musculosas? A causa de esto había decidido ir a hablar con el director sobre aquellas reglas. Quería respuestas a sus preguntas. Era por eso que en aquel momento estaba sentada, esperando a que el director la llame para hablar.

Suspiró y observó su celular, había esperado por diez minutos ya. Su pie comenzó a golpear el piso, de forma nerviosa. Repasó las razones por las cuales quería que saquen aquel código de conducta. Jugó una partida de Candy Crush en su celular. Observó la oficina a su alrededor. Y luego la puerta finalmente se abrió.

—Señorita Blake, por favor pase. –dijo el director, sonriéndole. Ella se levantó de su asiento y entró en la oficina. Era como esperaba que sea: limpia y con carteles del equipo de fútbol del colegio. Ella se sentó, cuando el director le indicó-. ¿Qué la trae por aquí, señorita? ¿Está todo bien?

—Si... estoy bien, gracias. –contestó Eli, sonriendo de lado-. Venía a hacerle una petición.

— ¿Una... petición? –preguntó el director, sin entender-. ¿Está disconforme con algo, señorita Blake?

—Sí... -admitió ella-. Estoy en desacuerdo con algo que dice el código de conducta.

— ¿A sí? –preguntó él-. ¿Y que sería?

—La vestimenta de las chicas. –dijo Eli, acomodándose en el asiento-. Verá... el código dice que las chicas no podemos usar ciertas prendas de vestir, como polleras ajustadas, remeras con escote o shorts apretados. También nos restringe maquillarnos, pintarnos las uñas y teñirnos el pelo de como queramos. Sin embargo a los chicos no les hacen problema alguno ante estas cosas. No les dicen nada si se tiñen de gris o azul porque quieren, o si se ponen una musculosa o un short. Yo creo que eso está mal. Todos deberíamos de tener las mismas libertades y restricciones...

—Pero señorita Blake. –la interrumpió el director-. Si las alumnas se visten o maquillan pueden...

— ¿Qué? ¿Provocar a los hombres de la institución y desconcentrarlos? –preguntó ella, alzando una ceja-. Ya he escuchado éste discurso antes, director. Y tengo muchas razones por las cuales estoy en desacuerdo.

—Me gustaría escucharlas. –dijo él, interesado-. Ninguna alumna me ha venido a plantear algo así antes, realmente me interesa su opinión, señorita.

—En primer lugar, yo creo que ya somos todos bastante grandes para saber controlar nuestras necesidades. –empezó a decir Eli-. Si los chicos usan una musculosa y tienen sus brazos marcados, a nosotras también nos gusta y desata cosas dentro nuestro, somos mujeres, tenemos necesidades también. Pero eso no quita que nos controlemos y dejemos eso para más tarde. También nos distraemos, pero eso no evita que ellos los traigan porque quieren, nadie les dice nada. Digo, si nosotras nos tenemos que controlar, ¿por qué ellos no pueden hacer lo mismo?

5 Cosas que Amo de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora