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Capítulo ocho.

Habían pasado dos semanas desde que Eleonore le había contado lo sucedido a Harry. Dos semanas en las que ambos pasaban mucho tiempo juntos y disfrutaban de la compañía del otro. Ya se cumplían tres meses desde la primera vez que se habían conocido y Eli se había dado cuenta que aquel chico le gustaba.

Le gustaba como la observaba y le sonreía tiernamente. Le gustaba observarlo entrenar y que disfrute de lo que haga. Le encantaban el color de sus ojos azules y como contrastaban con su piel pálida. Le gustaba que la encuentre mirándolo. Le gustaba como la hacía sentir. Como buscaba la manera de que ella esté siempre sonriendo. Su inteligencia, su manera de ser, el desinterés que tenía por el pensamiento del resto... era el chico perfecto y Eli sabía que lo tenía para ella.

Pero aquello la asustaba. Le daba miedo que le rompa el corazón, que la decepcione o que él se decepcione de ella. Le aterraba que cuando la conozca en todos sus sentidos descubra que ella no era suficiente, que no se quería a si misma como tanto demostraba. Que la deje. Que no la quiera. Que no sea la chica que él buscaba.

La temporada de fútbol comenzaba aquella semana y ese día era el primer partido del equipo masculino. Todos en el pueblo estaban emocionados y el campo de fútbol del colegio explotaba de la cantidad de personas que iban a mirar el partido. Eli se encontraba con Ruby haciendo la fila para comprar unos refrescos y comida (los padres de ambas estaban ubicados en el otro lado del campo, ellas querían ir con sus amigos). Ruby estaba entre furiosa y emocionada a la vez.

—Estoy enojada –le contaba a Eli- porque a nosotras no nos prestan tanta atención como a ellos. El colegio se llena con menos de la mitad que cuando ellos juegan y eso me molesta horrores. ¿Por qué no recibimos tanta atención?

—Yo creo que está un poco sobrevalorado –comentó Eli-. La mayoría de las chicas que está aquí saben poco y nada de fútbol; sólo vienen porque hay chicos deportistas y parecen atraerlas a todas. Los adultos no tengo idea porque están, quizá así demuestran apoyo al pueblo...

—Puede que tengas razón... -dijo Ruby, para luego añadir-. Pero también estoy emocionada, los chicos nunca se habían enfrentado a este instituto a principios de la temporada, y siempre que juegan con ellos ganan, así que les dará ventaja si ganan por muchos puntos ahora. Por más que odie admitirlo, ellos son buenos. Troy es buen capitán, pero yo creo que Harry sería mejor. Troy es egoísta y muy superficial.

—Podemos evitar hablar de Troy... -la interrumpió Eli; aquel chico le caía muy mal. Era desagradable con las mujeres muchas veces y ella lo detestaba.

Ruby rió y compraron las bebidas y la comida. Se acercaron a las gradas y se sentaron en la primera fila de todas; lugar que Harry y Trevor les habían reservado. Ellos estaban con sus uniformes, esperando por ellas.

— ¿Nerviosos? –preguntó Eli, sonriéndoles.

—No... son un equipo fácil de vencer –contestó Trevor, tomando la mano de Ruby-. Hemos estado entrenando mucho, será como pan comido.

—Yo sigo creyendo que nos estamos confiando mucho –lo interrumpió Harry-. Troy se está confiando demasiado...

—Yo creo que les irá bien –les dijo Ruby-. Son todos buenos jugadores, los he visto entrenar. Sólo deben jugar en equipo y confiar en ustedes.

Los chicos sonrieron.

—Gracias por sus votos de confianza –dijo Harry, sonriendo-. En serio.

Antes de que cualquiera pueda siquiera decir algo, el silbato, indicando que los chicos debían de reunirse en el centro del estadio, sonó. El público gritaba, con emoción. El partido comenzaba.

***

El silbato sonó e indicó que el segundo tiempo del partido finalizaba. Ahora irían a penales. Los equipos empataban 2-2 y todos parecían desanimados. El equipo que metía más goles ganaba y el otro quedaría eliminado del torneo intercolegial. Los que patearían del colegio serían: Harry, Troy, Trevor, Dante y John, en ese orden. Los mejores del equipo. Mientras el otro colegio decidía, los chicos hablaban.

— ¡Que nervios! –exclamó Eli-. Creo y espero que ganemos.

—Claro que ganaremos –explicó Ruby-. Nosotros somos mejores pateando que ellos. Los dos goles que el otro colegio metió fueron de pura suerte. Nuestro arquero, Justin, es mucho mejor que el de ellos.

— ¿Eso crees? –preguntó Eli-. Ojala que así sea, entonces.

Todos se acercaron a un arco y el árbitro tiró la moneda para ver que equipo comenzaba a patear. El colegio contrario comenzaría. Justin se acercó al arco y el chico se posicionó frente a la pelota. Patio, la pelota parecía no entrar... pero entró.

—Oh no... -exclamaron las chicas.

—Parecía que salía... -comentó una chica, que estaba al lado de Eli, desanimada.

Le tocaba tirar a Harry. Eli se mordía los labios, de los nervios. Harry tomó impulso y la pelota entró al arco.

— ¡Gol! –gritaron Eli, Ruby y el resto de las personas que estaban cerca de ellas.

Era el turno del contrincante. Otro gol. Era el turno de Trevor para patear; otro gol.

— ¡Ese es mi chico! –se escuchó gritar a Ruby.

Turno del contrincante. Otro gol. 4-3. Turno de Dante. Gol. 4-4. Turno del chico del otro colegio. Le erró. Era el turno de John. Si él metía el gol, ellos ganaban.

— ¡John! ¡John! ¡John! –gritaban todos en las gradas.

Las animadoras gritaban y cantaban, en forma de apoyo. John tomó impulso... la pelota le rozó las manos al arquero... Y... ¡Gol! El equipo de Harry había ganado y pasado a la siguiente fase.

Ruby y Eli bajaron corriendo a buscar y saludar a los chicos, llenas de felicidad. Cuando llegaron, Eli y Harry se abrazaron. Se sonrieron y antes de que Eli pueda evitarlo, Harry la besó. Se besaron unos segundos y cuando se separaron unieron sus frentes.

—Me gustas, Harry –admitió Eli-. Más de lo que quisiera admitir. Y aunque me da miedo... quería decírtelo.

Harry sonrió ampliamente y la volvió a besar. Esta vez con más pasión. Demostrándole cuanto la quería él a ella y que no mentía cuando le había dicho semanas atrás lo que sentía por ella. Ella lo besó demostrándole que aunque le daba miedo, confiaba en él. 

5 Cosas que Amo de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora