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Capítulo siete.

Era siete de noviembre y eso no era nada bueno. Al menos no lo era para Eli y su madre. Aquel día ella se levantó e hizo su rutina diaria antes de ir al colegio. Saludó a William y a su madre, ésta última le dio un fuerte abrazo y le susurró "cualquier cosa me llamas y te iré a buscar". Era un día difícil. Eli asintió y salió de su casa. Un auto negro estaba parado en el frente, una chica pelirroja le daba la espalda, pero no hizo falta que diga nada para que Eli la reconociera: era Ruby.

—Buenos días, Ruby. –saludó la chica, sin muchos ánimos-. ¿Qué tal?

— ¡Eli! –exclamó la chica y sonrió de lado-. Yo no importo, ven, abrázame,

Eli no llegó a decir nada que su amiga ya la tenía atrapada en sus brazos. Ambas se metieron en el auto de la chica y fueron rumbo al colegio.

—No sabía que vendrías a buscarme. –comentó Eli, antes de sacar su celular y notar que tenía un mensaje de Wes-. ¿Por qué no me has dicho?

El mensaje era corto, pero Eleonore sabía que contenía muchos sentimientos detrás.

De: Wes <3

Hola, Eli.

Quiero que sepas que te adoro y que cualquier cosa que necesites aquí me tienes.

No dudes en llamarme, hoy más que nunca.

<3

De: Eli.

Gracias amigo <3

—Lo sé, era una sorpresa... -contestó Ruby, aunque sabía que mentía.

— ¿Sorpresa? –preguntó Eli, alzando una ceja.

—Bueno... no. –admitió la pelirroja-. La verdad es que no quiero que estés sola en todo el día. No quiero fingir que no sé que hoy se cumplen tres años, amiga.

Eli miró a su amiga y suspiró.

—Por favor no lo hagas notable. –le pidió-. No quiero darle lástima al resto del colegio. No necesito ver sus rostros y que me digan "lo siento", cuando ellos no tienen nada que sentir.

—Yo no diré nada si eso no quieres que haga, Eli. –dijo Ruby, estacionando el auto en el colegio-. Pero, sabes que estoy aquí cualquier cosa.

—Claro que lo sé. –dijo Eli, abrazándola-. Y por eso te lo agradezco.

Ambas bajaron del auto y se dirigieron al instituto. Eli fingió sonreír durante los primeros minutos, pero se dio cuenta que no valía la pena sonreír si no sentía que quería hacerlo. Entró a su primer clase del día y se sentó donde lo hacía habitualmente. Harry se sentó a su lado, como todos los días, y le sonrió. Ella no respondió la sonrisa. Sacó sus útiles escolares y comenzó a garabatear en una hoja. El profesor entró y saludó. Eli no prestaba atención: su cabeza no estaba en el aula de clases. Estaba en aquella noche tres años atrás.

— ¿Señorita Blake? –preguntó el profesor llamando su atención, mirándola con severidad-. ¿Acaso mi clase no le parece interesante?

—No... yo... -contestó ella, avergonzada-. Lo siento...

—Por favor, retírese del salón de clases. –le ordenó-. Si no me prestará atención y prefiere garabatear en su cuaderno, hágalo fuera de mi salón.

—Yo... -empezó a decir la chica. No replicó; no era el día para discutir con un profesor-. Lo siento.

Tomó sus cosas, se levantó del asiento y salió de clases. Lágrimas corrían por sus mejillas. Nunca le había sucedido algo parecido. Ella siempre había sido una de las mejores alumnas de todas las clases. En su vida un profesor la había regañado. Se dirigió al baño y se encerró en un cubículo. Cerró la tapa del inodoro y se sentó. Dejó las lágrimas caer por sus mejillas y tomó su celular. Buscó entre sus contactos y llamó por FaceTime a Sasha, la chica que solía ser su mejor amiga en la ciudad donde antes vivía.

5 Cosas que Amo de tiWhere stories live. Discover now