— ¿¡Qué!? ¡Y Por qué no han hecho nada esos ineptos! — gritó el viejo poniéndose de pie y golpeando la mesa con una de sus manos.— ¡Tú y el otro chico! Ni se les ocurra quitarle la vista de encima a mis niñas — ordenó a Luffy pasando por su lado.
— Y tú Law, acompáñame, iremos a ver qué es lo que ocurre — le pidió a su futuro yerno, caminando hacia el pasillo mientras maldecía a los guardias que tenía en el patio.
En el mismo instante en el que salieron del salón, entró Ace sorprendido por la actitud de su hermano y le dijo un tanto incrédulo.
— Hey... ¿De verdad había alguien ahí afuera? Porque para serte sincero, no vi nada ni a nadie.
— ¡Por supuesto que había alguien! Lo vi asomarse por la muralla varias veces, pero no alcancé a ver bien su rostro, iba encapuchado... — contestó Luffy alejándose del pecoso.
— ¿Estás seguro que no inventaste eso para cortar la conversación que estaban teniendo el viejo y ese tipo? — preguntó el hermano mayor haciéndole un gesto con las cejas, pero el moreno no pudo contestar porque en ese preciso instante llegaron a su lado las dos hermanas.
— Luffy, gracias a Dios que interrumpiste la conversación... Estaba a punto de ponerme de pie y retirarme de mala gana, pero me has salvado, gracias — comentó la pelinaranja sonriente.
— No te había dicho yo que te salvaría sea cual sea la situación? — contestó el chico observándola cariñosamente.
— Un momento... ¿Me perdí de algo? — preguntó de pronto Nojiko, viendo cómo se miraban y analizando las palabras del moreno.
— Bueno... Lo que pasa es que Luffy me dio su palabra — contestaba la menor con notoria incomodidad.
— Lo que ocurre es que le di mi palabra de honor a Nami... Prometí que nunca la abandonaría y que sería su guardián, su protector — respondió seriamente Luffy.
— ¿Pero no que ya lo eres? Quiero decir, para eso los contrataron, ¿no? — volvió a preguntar confundida Nojiko.
— Si, pero a ellos Gen-san solo les paga por cuidarnos y vigilarnos... Luffy va a hacer más que eso — contestó sonriendo Nami, observando a su hermana y transmitiéndole unas cuantas cosas a través de aquella mirada, haciendo que ella entendiera y no tuviese que preguntar más.
— Vaya Luffy, de verdad que me sorprendes... Generalmente sueles ser tan distraído que no pensé que fueses capaz de saber cómo dar tu palabra de Honor... Me enorgulleces — decía Ace con tono burlesco, pero al mismo tiempo feliz por ver que aquel chico tan atolondrado que creció junto a él por fin estaba madurando.
Se mantuvieron charlando un momento hasta que Law y Gen-san entraron al salón, nuevamente.
— Esos buenos para nada... Había un tipo vagabundo intentando entrar a la casona, ¡y los ineptos de los guardias no hacían nada! Aish... Tendré que contratar nuevo personal — murmuraba enfadado el viejo.
— Yo sé de personas que podrían solucionar el problema — comentó Law mirando a Gen-san seriamente.
— ¿Crees que los guardias de tus tierras son más eficientes? — preguntó interesado el viejo.
— Así es... Aun que tardarían un poco en llegar.
Luffy y Ace escuchaban la conversación atentamente, y no creyeron que aquel plan fuese a dar resultado, así que esperaron el momento adecuado antes de dar su humilde opinión.
— Ajem, Señor, no encuentro sensato despedir a los guardias actuales y dejar la casona descubierta solo para esperar a otros tipos — comentó Ace.
YOU ARE READING
Mi querido guardián
RomanceNami, la hermosa hija del hombre más millonario del país. Luffy, un mercenario apasionado por viajar. Estas dos personas se conocieron por azar del destino, pero es el mismo azar el que se encargará de llenarlos de obstáculos e intentará separarlos...