capitulo 4

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The Neighbourhood - Reflections 

En el momento en el que llegue a pisar el lugar de entrenamiento, supe que había liberado a más de un demonio del mismísimo infierno. Agapios no rechifló ante mi insistencia por querer cumplir el entrenamiento, al contrario parecía lo suficiente relajado al verme formar con los demás hombres del equipo.

Creo que muy en el fondo de su agrio ser, creía que no duraría ni más de cinco minutos cumpliendo con esos retos.

Pero estaba equivocado porque lo que yo pretendía demostrar aqui y en cualquier otro lugar era que si era lo suficiente buena en mi profesión, porque toda la maldita vida había escuchado de parte de todos que era débil que no podía hacerlo. Y estaba harta de ello.

Harta de que no creyeran en mí.

La primera prueba fue difícil, tener que pasar de una cuerda suspendida en el aire a una distancia de aproximadamente cuatro metros era algo que colocaba los pelos de punta y no lo digo por la distancia, sino por la forma en la que nos presionaban a cumplir con el circuito.

- Señorita White si no va a hacerlo es mejor que se devuelva – gruñe detrás mío. Este hombre nunca se detiene a nada.

- Lo voy a hacer señor – digo mientras ni yo misma me lo creo.

- Entonces que sea ahora – dice y veo como se hace a un lado para que tome la cuerda en mis manos.

Miro el suelo y mis piernas tiemblan, miro la cuerda y la cuerda parece mirarme a mí. Oh Dios voy a morir.

Sujeto mis manos fuertes alrededor de esta, el roce de la textura dura y gruesa hace que mis palmas ardan. No doy tiempo para analizar el ligero dolor que empiezo al sentir la fricción. Paso rápidamente, agitada, temerosa, y sin ganas de dejar atrás lo que me propuse. Cuando estoy cerca de mi meta resbalo.

Maldigo internamente, cuando el resto de hombres ríen por mi intento fallido.

La palabras de mi abuelo se repiten en mi cabeza como un eco que solo logra alentarme a seguir sin rendirme.

"Las mujeres no son aptas para el ejército"

Tomo de nuevo la cuerda con fuerza y firmeza, enredo mis piernas alrededor y subo completamente, doy un salto y llego hasta la otra, una a una se van haciendo pocas hasta que finalmente llego y culmino el circuito.

- Muy bien hecho – podría jurar que una sonrisa se dibuja en su rostro perfecto. Este hombre es atractivo, no lo puedo negar pero ahora hay algo más importante que perderme en el azul claro de sus ojos y sus largas pestañas.

- Le dije que me pusiera a prueba – digo mientras me limpio las manos en mi pantalón.

- El entrenamiento aún no termina – y vuelve el frio a adueñarse de sus palabras.

Tres pruebas más, en las que hemos tenido que sumergirnos literalmente en el lodo, en las que hemos que intentar camuflarnos, incluso en las que debimos demostrar que tan buenos éramos disparando.

A este paso cualquiera estuviera rendido. Yo lo estaba, pero no lo iba a demostrar.

Agapios señala la siguiente prueba una en la que simula un campo minado. Los hombres se miran extraños cuando ven el alambre de púas encerrar el pequeño cuadro de arena que lo encierra.

- Y bien.. ¿quién va a ser el primero?

Todos dudan entre si y entonces pasa lo que nadie espera. Se quita el silbato de su cuello junto a sus otras pertenencias como la gorra. Se agacha de modo de que ahora está con todo su peso encima de la arena. Y empieza a moverse con sus codos firmes en la arena, los alambres lo rozan levemente, pero no logran hacerle daño. Su mirada está concentrada solo en la meta y veo como aprieta sus dientes como si recordara algo que ha venido a su cabeza en ese instante. Algo que lo golpea con el pasado. Ese del que tanto no quiere hablar.

PERFECTO TORMENTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora