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Cancer y Capricornio eran mejores amigos desde el primer día de secundaria, ya que, como no conocían a nadie, se sentaron juntos y fueron inseparables desde entonces. Se complementaban bien, él era el único que podía adivinar lo que ella estaba pensando o sintiendo en cualquier momento, y ella lo ayudaba a ver ciertas cosas de forma más objetiva.
Aquel día, al principio del verano antes de entrar a la universidad, Capricornio se estaba preparando para ir a una cita con un chico que había conocido en su taller de arte. Se había puesto una falda rosada y una blusa negra que dejaba sus hombros al descubierto, y su cabello estaba recogido en una prolija coleta alta que no dejaba de acomodar. Miró el reloj. El chico debería haber llegado hacía diez minutos.
Decidió esperar un rato más antes de llamarlo, ya que tal vez se había perdido por el camino o algo por el estilo. Cuando al fin se decidió a hacer la llamada, él la mandó directo al contestador.
Harta de esperar, Capricornio llamó a Cancer por videollamada.
-¿Que pasa? -preguntó él, a penas respondió. Sabía que ella debería estar en su cita.
-Se supone que él llegaría hace media hora, pero ni siquiera contesta el telefono y...
Antes de que Capricornio pudiera terminar de hablar, Cancer cortó la llamada sin decir nada. Ella se quedó perpleja, mirando a su celular. No era normal que su amigo hiciera ese tipo de cosas, y no se le ocurría nada que pudiera explicarlo.
De repente, sonó el timbre. Ella fue a abrir, pensando que tal vez sería su cita, pero se sorprendió al ver a Cancer del otro lado de la puerta.
-Traje brownies que hizo mi mamá y todas las películas de Harry Potter.
La capricorniana sonrió y lo dejó pasar. No le extrañaba que su amigo hubiese dejado todo lo que estaba haciendo para ir ahí con ella. Ella habría hecho lo mismo.
Los dos prepararon unas hamburguesas congeladas que había en la heladera mientras él trataba de distraerla. Cancer odiaba a ese chico por haber dejado plantada a Capricornio.
-¿Querés ir a algún lado? -preguntó él, antes de darle un mordizco a su hamburguesa.
-¿Por qué?
-Estas muy linda como para quedarte encerrada toda la noche. -respondió él, logrando sacarle una sonrisa a la chica. -Podríamos ir a comprar helado para comer con los brownies.
Capricornio asintió, rogando no estar tan sonrojada como creía. No esperaba que Cancer le dijera eso. Trató de convencerse de que solo lo había dicho para subirle el ánimo, pero ella lo conocía, y no parecía estar mintiendo.
Terminaron de comer y salieron a comprar el helado. Era una noche fría y estrellada. Nubes de vaho salían de sus bocas cada vez que respiraban.
