132- Escorpio x Piscis

1.3K 63 12
                                    

    Escorpio sabía que era una mala idea

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Escorpio sabía que era una mala idea. Nada bueno podría salir de ir al bosque con otros cuatro adolescentes y con Leo como guía. La única razón por la que estaba ahí era Piscis, su mejor amiga y la chica de la que estaba enamorada. No había forma de que dejara que le pasara algo a Piscis por culpa de Leo.

Y, por esta mezcla de malas decisiones, Escorpio, Piscis, Géminis, Leo y Acuario terminaron perdidos en el bosque, aunque el león no lo admitió hasta dos horas después. Los diez minutos siguientes a la confesión fueron un caos. Géminis, una chica bajita y de cabello mitad verde, mitad rosa, le gritaba a Leo. Acuario, el mellizo de Géminis, quien también tenía el pelo verde, intentaba calmar a su melliza. Leo, un chico alto y rubio, intentaba defenderse a toda costa. Piscis estaba a punto de llorar y Escorpio intentaba calmarla.

—Primero hay que ubicarnos. —dijo la escorpiana, cuando todos se calmaron un poco. —¿Alguien sabe si vinimos por el Norte o el Sur? Sé que no vinimos ni por el Este ni el Oeste porque siempre tuvimos el sol de costado.

Nadie respondió. A penas sabían la dirección de sus casas, no tenían idea de como ubicarse usando los puntos cardinales. Y, para colmo, no tenían señal, así que no podían llamar a nadie.

—¿Y si seguimos caminando hasta encontrar señal? —propuso Géminis.

A pesar de que adentrarse en el bosque seguramente no era la mejor idea, a nadie se le ocurría nada mejor. Para ahorrar batería, subieron el volumen de sus celulares, pero no los dejaron encendidos. Si llegaban a encontrar señal, las notificaciones se lo harían saber.

—Yo sabía que esto era una mala idea... —murmuraba Piscis, lamentándose.

En un intento por calmarla, Escorpio tomó la mano de Piscis, quien se aferró a ella. A Piscis también le gustaba Escorpio, pero nunca se había animado a hacer algo al respecto. Pero, en ese momento, bi siquiera el darle la mano a la chica de la que había estado enamorada por casi dos años podía eclipsar su miedo.

Piscis nunca había sido muy fanática de explorar bosques. Le daba miedo, y el ambiente no ayudaba a calmarla. Había comenzado a refrescar y el sol se estaba poniendo, proyectando largas sombras de los arboles. El viento hacía que se escucharan ruidos extraños.

—Deberíamos acampar acá. —dijo Géminis.—Y nos turnamos para hacer guardia.

—Esperen. —dijo Leo. —Eso son pisadas. —señaló una huella en el piso.

La compararon con las suelas de todos, y llegaron a la conclusión de que no coincidía con las de ninguno. Intercambiaron miradas por unos segundos, sin decir nada. Todos estaban pensando lo mismo, pero temían decirlo.

          

—Hay que seguir el rastro. —Dijo Escorpio. —Puede llevarnos a un campamento o a la ciudad.

Algo dudosos, avanzaron. Escorpio y Leo iban a la delantera del grupo, seguidos de cerca por Piscis, quien aferraba el brazo de Escorpio como si su vida dependiera de ello, después venía Géminis y Acuario cerraba la marcha. Siguieron el rastro por unos diez minutos, esquivando ramas y raíces, tratando de no lastimarse.

Pero nadie se acordó del rastro cuando se encontraron con una mansión. Estaba totalmente hecha de madera y tenía varias ventanas pequeñas. Debía tener al menos cinco pisos y el humo salía por la chimenea. Los árboles alrededor la camuflaban y las enredaderas trepaban por sus paredes, era como si la mansión fuera parte del bosque.

Si a alguno le dio miedo, no lo dijo, pero se notaba en el ambiente que estaba tenso. Se podía ver como el aire parecía más espeso, en como Piscis apretaba el brazo de Escorpio, en como las botas de la escorpiana se hundían en el barro, sin querer avanzar, en como la nuez de adán de Leo subía y bajaba, o en la forma en la que Géminis retrocedía y Acuario observaba a todos.

—Vamos a entrar. —dijo Leo, aunque sonó más como una pregunta que una afirmación.

Después de unos segundos de indecisión, avanzaron hacia las puertas dobles de madera, que debían medir unos dos metros. Leo fue el que tocó la puerta. Los segundos que siguieron fueron eternos. Eo miedo se mezcló con la expectativa.

Con un chirrido, las puertas se abrieron. Una señora de mediana edad, bajita y rellenita, con cabello castaño canoso apareció frente a ellos. Llevaba un delantal sobre un vestido floreado y sonreía cálidamente. Parecía amable, pero había algo que no les cerraba ni a Piscis ni a Escorpio.

—Disculpe, señora, —dijo Leo, desplegando todos sus encantos y sonriendo. —pero mis amigos y yo nos perdimos y queríamos preguntarle si sabía como volver a la ciudad.

—Claro, pero, pasen, pasen. —dijo la señora, haciendes a un lado para que entren. —Ya está anocheciendo, sería peligroso que se quedaran afuera ¿Por qué no toman algo y descansan? Va a ser mucho mejor que salgan mañana.

Mientras Leo y Géminis conversaban con la amable señora, Acuario, Escorpio y Piscis entraron a la sala de estar. Ers una habitación muy espaciosa. Justo en frente de la puerta, habían unas escaleras enormes que parecían pertenecer a un castillo. A su derecha, habían unos sillones de cuero marrones en frente de un hogar.

La señora les sirvió té y sándwiches, y se disculpó por no tener una mejor cena, aunque todos le aseguraron que estaba perfecto. Después, les mostró sus respectivas habitaciones, que estaban una al lado de la otra en el segundo piso.

Piscis entró a su habitación, todavía algo asustada. Y no se sintió mejor sl ver el lugar. Era una habitación espaciosa, con una cama matrimonial con dosel. Tanto las cortinas como las sábanas eran bordó, y una araña de cristal iluminaba la habitación. Era idéntica a la de su sueño.

   La noche anterior a la excursión, Piscis había soñado cono ella saltaba por la ventana de esa misma habitación, pero no había llegado a ver donde caía. Intentó restarle importancia, pero no lo logró. Sus sueños tendían a ser premoniciones, y rara vez fallaba.

   Esa noche, no logró dormir. No podía dejar de darle vueltas al sueño, y temía volver a soñar. Después de darse por vencida, decidió salir al pasillo para recorrer el lugar un poco. La madera crujía bajo sus pies y los arboles proyectaban sombras extrañas a través de las ventanas.

One-Shots Zodiacales (PEDIDOS CERRADOS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora