Capítulo 9: Crisis (Parte 1)

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Theo

Después de aquel intenso momento la chica simplemente huye de mí como si tuviera lepra.

Bastante desconcertante a decir verdad. Pero no tanto como aquella triste declaración; "Sin nombre, sin pasado y sin esperanza".

Se le veía tan rota y vulnerable que tuve que luchar con todas mis fuerzas para no abrazarla de nuevo por temor a que volviera a derrumbarse como cuando la encontré.

Después de que me dejara plantado en el pasillo decidí seguirla para asegurarme de que llegara a su destino y no se metiera en problemas, parece una costumbre suya. Cuando estaba por doblar en el pasillo escuché que discutía con Max, el hijo del jefe.

Me pareció tan extraño que decidí aguardar a ver qué era lo que estaba sucediendo. No entendía nada de lo que estaban hablando, no tenía ni idea de quién era el chico al que todos le decían Ojos de gato, parecía alguien importante ya que había escuchado muchas veces cómo lo nombraban entre las sombras y luego de que Liah dijera que era hermano de Max muchas piezas comenzaron a encajar.

Luego todo se salió de control y no pude evitar terminar metido en un grave lío. Sé que esto me saldrá caro. Pero creo que valió la pena. No podía dejar que siguiera lastimándola con sus palabras.

Con nuestra boca podemos edificar, pero Max decidió destruir a Liah, y vaya que lo hizo, porque la chica que acaba de cerrarme la puerta en la cara se veía destrozada.

Intento alejar todos los malos pensamientos de mi mente, luchando internamente con el enemigo para salir victorioso de esta dura prueba.

Camino de nuevo hacia la oficina de Petrov.

La chica de ojos marrones me ha dejado más incógnitas que respuestas, y pienso averiguar por qué es tan importante para todos dentro de este burdel y cuál es en realidad su trabajo. Y ya sé quién puede conseguir esa información para mí.

Al llegar a mi lugar junto a la puerta puedo escuchar los gritos del jefe, pero no escucho a nadie más, aunque claro, cuando él habla todos callan; parece una versión muy moderna de Faraón. Y Liah se parece mucho a Moisés, de regreso al lugar del que un día se fue. Y me hace gracia pensar que yo podría ser Arón.

−Theo, ven acá. Ahora−anuncia el jefe.

Sorprendido de que supiera que ya estaba de regreso entro con el corazón acelerado.

Calma

Es un susurro amable y que me llena de paz. Me hace saber que todo irá bien.

−¿Podrías explicarme por qué Max afirma que lo golpeaste? −pregunta con una frialdad que me pone los pelos de punta.

Respiro profundo. Buscando las palabras correctas. No tengo planeado conocer los calabozos por ahora.

Dame las palabras correctas, por favor.

−Puedo explicarlo, señor...

−Pues hazlo o esto va a terminar muy mal para ti−se cruza de brazos y se recuesta un poco sobre su escritorio.

−Estaba llevando a la chica nueva a su habitación cuando ella se adelantó algo molesta, cuando la alcancé estaba discutiendo con Max y luego empezaron a gritar−respiro profundo esperando alguna intervención, lo cual casi sucede por parte de Max, pero el jefe con una mirada lo hace callar, así que continúo: −Decidí intervenir, y cuando llegué a ellos él estaba a punto de golpearla mientras ella se encontraba en el suelo gritando incoherencias−termino mi explicación y puedo notar la mirada llena de odio que me dedica Max, como si aquello en realidad no hubiera sucedido.

−Así que ibas a golpear a mi chica...−la voz del jefe suena profunda y con una ira controlada que es bastante peligrosa.

En el poco tiempo que llevo trabajando con él sólo lo había escuchado de esa forma una vez, y las cosas no salieron nada bien para el tipo.

−Yo... yo... ella...−comienza él a intentar defenderse, pero sabe que es inútil. Ha perdido estaba batalla.

−No importa cuánto puedas odiarla, ni cuánto te haga enojar, porque sé que lo hará. No puedes, ni por un segundo pensar en tocarla sin mi permiso. Es mi propiedad, y te recuerdo que no es como las putas a las que puedo reemplazar, ella es única. Así que mantente alejado de ella o me aseguraré de que no vuelvas a ver a tu sucia madre nunca más−todo dentro de mí se revuelve. El peso de sus palabras se clava en mis hombros como dagas de doble filo.

Sabía que ella era importante, pero por el modo en el que el jefe habla de ella es como si significara mucho más para él. Pero no me refiero a cariño o deseo, no. Es más como una posesión invaluable.

−Esa put* será tu ruina−advierte mientras se levanta y lo mira a los ojos con un genuino odio−Y no olvides que por su culpa tu estúpido hijo está muerto−su voz parece tan monótona que es evidente que no siente nada más que odio por su hermano. O quizá sea algo más profundo que eso, espero estar equivocado, yo no podría odiar a Val ni aunque quisiera, es parte de mí tanto como yo de ella, somos un equipo, juntos somos como un solo corazón.

−Y tú tienes su sangre en tus manos, no yo. Solo te pedí que la trajeras y decidiste matar a lo único bueno que había hecho en la vida. Así que no intentes manipularme con eso−Petrov parece algo afectado, pero no es algo bueno. En realidad creo que todo está a punto de explotar en esta oficina.

−Tú mismo lo dijiste, demasiado bueno. Solo era un estorbo, un...

Un golpe firme y certero aterriza en el rostro de Max.

−¡Fuera de mi vista bastardo inservible o te juro que tú y la put* de tu madre hoy se mueren!−su voz suena tan quebrada que parece que va a derrumbarse, su rostro está rojo y las manos le tiemblan.

Max intenta detener el sangrado de su nariz inútilmente.

Sin decir otra palabra sale de la oficina y yo le sigo a una distancia prudente.

−Dile a Liah que hoy en la noche la quiero en mi oficina−se nota bastante afectado.

Asiento levemente mientras cierro la puerta para ir en busca de la chica.

Estoy seguro que si espero voy a olvidarlo y entonces estaré en problemas.

Camino lentamente intentando recordar el camino hacia su habitación, pero no tengo que esforzarme demasiado; los murmullos me guían directo al pasillo que está lleno de chicas con cara de preocupación.

Son muchas, alcanzo a contar unas treinta, son casi la mitad de las prostitutas y bailarinas del burdel. Entre ellas puedo ver la cabellera rubia de mi hermana.

Me apresuro para llegar a ella abriéndome paso entre las chicas.

Val está acompañada de una chica que parece de su edad, es delgada, piel de porcelana, cabello rojizo oscuro y unos ojos de un gris tan claro que le otorgan una apariencia tan angelical como tenebrosa. La chica parece preocupada y molesta.

−Val, ¿qué sucede?−pregunto aprovechando la confusión y el murmullo.

−No lo sé, escuchamos gritos y muchos golpes. La chica nueva parece que enloqueció...−dice atropelladamente.

Entonces gritos y golpes aparecen de nuevo.

Hay algunas chicas que intentan pedirle que abra la puerta, pero no logran hacerle salir.

−¿Sabes qué le sucede?−le pregunto a la chica que ahora puedo recordar que se llama Kena. Es la mesera favorita de Petrov, pero sé que a veces hace trabajos extra y muchas veces ha hecho el trabajo de Max.

−¿Y por qué debería saberlo? −pregunta a la defensiva. Su actitud se parece mucho a la de Liah.

−Te ves demasiado preocupada para no conocerla y no saber qué sucede−respondo algo enojado.

Calma

No parece algo quiera escuchar ahora, pero el Señor tiene razón, si no me calmo puedo arruinarlo todo.

Ella suspira ruidosamente y me mira con cara de pocos amigos, mientras que Val no para de mirar hacia la puerta.

Jardín de mariposas (Golden Souls #1)Where stories live. Discover now