Capítulo 59: Encuéntrame

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Cuando Alec se fue con el corazón destrozado y una sonrisa rota Petrov me envió directo a los calabozos.

Se sintió frío, húmedo, familiar y muy solitario.

Theo tuvo que agarrar con fuerza la mano de Kena cuando intentó llegar a mí en el momento en que los guardias me arrastraron por todo el salón hacia las escaleras, y Max dijo algo a Val que la hizo tragarse las lágrimas.

Ahora en esta diminuta habitación donde no llega la luz y el frío es abrazador estoy en paz.

No tengo miedo, sé que hice lo correcto, que a pesar del dolor que pueda sentir ahora en algún momento el mar se abrirá en dos para que todas la que están cautivas en esta tierra extraña puedan ser libres y que este jardín de mariposas vuele alto.

Los días transcurren sin prisa, como si alguien les hubiera ordenado ir más lento.

Recuerdo a Max la primera vez que entró al calabozo con algo de comer y su hombro listo para permitirme dormir en paz por primera vez en mucho tiempo.

Desde hace al menos tres días sólo viene un guardia a traerme sobras de comida y agua. Petrov podría darme algo mejor, pero sólo quiere hacerme saber que tiene el control. Supongo que olvidó de dónde salí, olvidó que la chica que le ha hecho ganar millones de dólares creció en las calles, comiendo basura y durmiendo en los peores lugares.

Cuando se ha sufrido tanto como yo lo he hecho no hay muchas cosas que puedan quebrarte. Comer las sobras de un idiota como él y dormir en una habitación fría y húmeda son como un regalo.

−Lee...−es un susurro amable y temeroso que llena de una extraña calidez todo el lugar.

−Todavía respiro−le digo mientras me levanto del suelo. Mis articulaciones parecen negarse a cooperar y me tambaleo hasta llegar a la puerta. Unos enormes y gruesos barrotes nos separan.

−Bueno, si no fuera así serías un zombie−bromea con una sonrisa apretada.

−La primera vez que estuve aquí Petrov me llevó al borde del abismo y me dejó en la cuerda floja. Esta vez no es necesario llamar a Illarius, estaré bien−le aseguro notando las ojeras oscuras debajo de sus ojos.

−Arriba todo se volvió un caos cuando Alec se fue. Petrov tuvo que cerrar el burdel−me informa entregándome un tazón con avena caliente.

−Pronto me dejará salir−digo con la boca llena. Podré ser una experta en etiqueta y tener los modales de una princesa, pero sólo lo hago cuando es necesario, y puedo asegurar que este momento no amerita eso.

−Debo irme−anuncia viendo hacia las escaleras−Alec dice que encontró algo que deberías saber, dijo que su madre te ayudará a salir unas horas−le entrego el tazón vacío y me dedica una mirada divertida.

−Estaré bien−le digo limpiando los restos de avena en mi barbilla.

Tal como le dije a Kena, al día siguiente ya estaba encerrada en mi habitación con Petrov sentado al borde de mi cama y una sonrisa siniestra de bienvenida.

−¿Me extrañaste?−pregunto caminando hacia el armario.

Necesito una ducha urgente.

−¿Sabías que estaba vivo?−me pregunta. No me detengo, sigo caminando. Desearía haber podido seguir siendo su sombra al menos por esa noche, ver la agonía en su rostro al saber que quien más amaba está dispuesto a destruirlo, y que de hecho él sabe que es perfectamente capaz de hacerlo.

−¿Cómo podría? Max me dijo que lo mató, y he estado aquí por mucho tiempo, ya no tengo aliados y he estado siendo tu sombra cada segundo, casi tengo que pedirte permiso para ir al baño...−tomo un pijama de seda púrpura y lo dejo sobre el tocador.

Jardín de mariposas (Golden Souls #1)Where stories live. Discover now