Capítulo 42: Padre e hija

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No es que Amalia no nos quisiera o que no le gustara vernos, es sólo que hace poco más de tres años que no la veo y se siente emocionante verla después de tanto tiempo. Al igual que a Terek, es un hombre intimidante pero con un corazón más compasivo de lo que le gusta admitir.

Max toma mis manos al notar que comienzan a temblar. No entiendo por qué estoy tan nerviosa, debí imaginar que en algún momento tendría que verlos, pero no pensé que sería justo hoy, ver a Amalia es como tener en frente una versión femenina y mayor de Alec, pero con los ojos de un azul cristalino, Alec tiene el sol en sus ojos, mientras que su madre al mismísimo cielo.

Theo nos mira por el retrovisor, noto que se tensa cuando su mirada cae en las manos de Max y yo entrelazadas. Pero no me aparto, no tengo por qué alejar de mí a Max cuando recién acabo de recuperar a mi amigo, no es que odie a Theo, pero mi cariño por Max supera el aprecio que llegué a tener por el Ken, y el chico a mi lado no merece ser rechazado cuando se ha arriesgado todos estos años por mí y por Alec.

−Llegamos, nos vemos aquí a las 10:00pm−anuncia Theo mirando al frente sin quitar sus manos del volante−Dejaré el auto guardado cerca de aquí−dice antes de quitar el seguro de las puertas.

−Nos vemos−digo despidiéndome al bajar primero.

Max se queda unos segundos más dándole una indicación al chico quien asiente con seriedad.

Al momento en que Max cierra la puerta Theo arranca y se va dejándonos frente a una plaza bastante grande y concurrida.

−Vamos a comprar algo para que mi padre no sospeche y nos iremos−dice él caminando hacia una tienda deportiva en la siguiente calle.

Compro unas sudaderas, pantalones deportivos y tres pares de zapatillas. Me pongo unas de inmediato agradeciendo mi nueva adquisición.

Max paga por todo y pide que envíen el resto de cosas a la dirección del burdel, obviamente no los dejarán pasar de la entrada, pero alguien recibirá los paquetes.

Buscamos un cajero para sacar unos miles y tomamos un taxi. Considerando la cantidad de ropa que compré dudo que Petrov sospeche. Además del efectivo que sacamos, creerá que fue gastado en algún sitio turbio, por este tiempo no hay muchos lugares en los que no se pueda pagar con tarjeta o chip de identificación, pero no podemos darnos el lujo de ser rastreados, no hoy.

Pronto llegamos a la dirección indicada.

Respiro profundo, y sonrío, como hace mucho no lo hacía.

Estamos frente a la casa de Terek Lazarev.

Es completamente blanca, enorme, columnas a ambos lados, los marcos de las ventanas son de oro y el jardín perfectamente cuidado, hay un rosal a cada lado de la entrada y un camino de gravilla blanca desde el portón donde estamos hasta los escalones del pórtico.

Las cámaras nos enfocan, Max levanta la mano derecha en un puño y el portón se abre de par en par dejándonos pasar.

El camino se siente más largo de lo que realmente es.

Ahora recuerdo por qué la dirección se me hacía conocida.

Amalia me dijo que si alguna vez necesitaba refugio buscara esta dirección, pero perdí el trozo de papel donde estaba escrita.

Un hombre bien parecido vestido totalmente de negro nos espera en la entrada.

−Max y Liah−anuncia el moreno a mi lado.

−¿Ya habías venido?−pregunto recordando que ya me había mencionado que no conocía el lugar pero por su comportamiento comienzo a dudar.

−No, pero Amalia me dijo qué hacer cuando llegara−dice dejándome pasar antes que él.

Jardín de mariposas (Golden Souls #1)Where stories live. Discover now