Capítulo 33: Recuerdos

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Estando ya en una de las suites del Four Seasons, uno de los mejores hoteles de la ciudad me quito los zapatos y me quedo al borde de la cama, dejo mi mente en blanco algunos minutos hasta que Bastian llega con una de sus famosas carpetas negras.

−Quiero que escojas una−miro la lista.

−Cualquiera estará bien−le tiendo la carpeta, pero en lugar de eso se sienta a mi lado.

−Podría ser esta−señala una al azar.

De nuevo leo la lista detenidamente.

Un nombre capta mi atención.

Me recuerda la primera vez que vi a Ryan.

Fue extraño, sentí una punzada en el estómago, él me sonrió y yo le devolví la sonrisa, cantaba aquella canción.

Nunca he creído en el amor a primera vista, pero podría jurar que cuando le devolví la sonrisa sentí como si hace mucho hubiera estado esperando por esos ojos verdes.

No era mi primera vez cantando aquella canción, en realidad ya había perdido la cuenta de las veces que había hecho un show diferente con esa misma melodía, pero esa noche fue diferente. Esa canción sonó como nunca nadie la hubiese cantado, me sentí ligera y llena de una extraña alegría.

Pude notar cómo se inclinaba hacia adelante quedando al borde de sus asiento mientras tomaba una copa de la bandeja de Kena, a ella también se le hizo lindo, me lo dijo al bajar del escenario.

Él no quitaba sus ojos de mí, y yo intentaba seguir el ritmo de la música.

Pasaron algunos días hasta que una noche después de que casi todos se habían ido Ryan apareció en mi habitación, con una rosa roja y una extraña mirada que desde el escenario nunca había notado. Pero intenté ignorar el mal presentimiento y dejar que el chico de ojos esmeralda se quedara, noté que Max, desde la puerta no estaba nada feliz, pero yo lo ignoré a él también, ignoré todo.

Hablamos unos minutos, fue todo lo que uno esperaría del alguien que se ve como un príncipe, y lo siguió siendo por un año entero.

Diversión, lindas cenas, hermosos regalos, tratos especiales, salidas a museos y galerías de arte, fiestas, horas y horas fuera del burdel y sin Petrov a la vista.

Luego él empezó a cambiar, y yo intentaba entender qué había hecho mal, ¿Qué rayos estaba mal conmigo?

Ryan no le caía nada bien a Alec por razones que comprendí demasiado tarde, y después de un tiempo tampoco a Kena, pero ella tampoco quería hablar; una de las pocas cosas en las que ese par se ponía de acuerdo, como en robar comida de verdad de la cocina, querer peinar siempre mi cabello y una extraña obsesión con las margaritas del jardín de Petrov, claro que Alec siempre ganaba, después de todo era el hijo del jefe.

Unos meses después yo también aprendí a odiarlo. Nunca sentí amor por él, pero si un inmenso cariño, cuando todo ocurrió todo lo que sentía por él fue corrompido.

Ahora, dos años más tarde siento algo mucho más profundo que el odio; lástima.

No diré que estaba enamorada, admito que me gustaba bastante, y se que él tampoco estaba perdiendo la cabeza por mí, pero de una extraña y retorcida forma me quería, como se quiere un juguete al que sabes que en poco tiempo ya no vas a usar, pero aun así haces todo por tenerlo. Y yo simplemente quería dejar de pensar en el infierno que era el burdel.

...
Aquí les dejo un poquito de los recuerdos de Liah junto a Ryan, pero todavía estás en el limbo el porqué la chica sin nombre odia al ojiverde 😈

Nos leemos luego 💛

Jardín de mariposas (Golden Souls #1)Where stories live. Discover now