CAPITULO 16 - CAREO

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Aunque estaba en la primera clase, mi mente estaba dispersa, no había visto a Daniel y tenía que hablar con él. Además estaba preocupada por Octavio, que seguramente a esas horas de la mañana ya había llegado a Hermosillo. Le iban a hacer otra quimioterapia. Se había hecho varias a lo largo del semestre y yo ni siquiera me había dado cuenta.

En el salón, algunos garabateaban en sus libretas o se enviaban notas entre sí, algo que se me hacía muy de primaria. El profesor Romero estaba acomodando unos folders cuando me llego un mensaje al celular.

¡Venia de David! Y decía:

Amiga, ase rato sali libre, es una larga historia,

la que era mi amiga, m acuso d haberla violado, pero

cuando el doc la checo, se demostró que eran mentirass.

Le contesté de inmediato:

¿Brisa?, pero ¿por qué hizo eso?

Apenas lo envié David me respondió:

A veces se ondea, ya se quedo arriba d tants drogas,

luego t cuento. Kiero verte. XD

Contenta de tener no sólo nuevas sino buenas noticias acepté gustosa el encontrarme con él.

Ok, entonces nos vemos mañana,

en el café cercano a la plaza central.

Por último, David me envió una carita feliz y di por terminada la conversación.

Escuché unas risas por detrás, Natasha y Vanessa me estaban viendo desde hacía rato y chismeaban por lo bajo, evidentemente de mí, lo hacían de una manera muy cínica.

Al acabar la clase ya no soportaba sus miradas ponzoñosas, ¿qué estarían hablando esas basuras? Natasha tenía suerte de que mi mente estuviera enfocada en Octavio, lo suficiente para convertirla a ella en una nimiedad, pero estaba muy equivocada si creía que yo permitiría que se burlara de mí.

Lexia había tenido razón y, sin embargo, no le había contado ni a ella ni a las demás lo sucedido, aunque seguramente ya lo sabían.

Al acabar la clase, Natasha y Vanessa me pasaron por un lado y se volvieron a reír.

Jalé a Natasha del brazo. —¡Eres una arrastrada!

Todos en el salón voltearon, convirtiéndonos en el centro de atención.

Continué. —¡Nunca pensé que fueras tan puta!

—Si lo dices por Daniel, para que haiga zorras, tiene que haber hombres fáciles, o como quieras decirles.

—No tienes vergüenza.

—Pobrecita, ¿crees que soy la única con la que te engaña? ¿acaso no sabes que se revuelca con tu hermanastra?

—¿Nadine?

—Apuesto que en este momento está con ella, deben estar detrás de Idiomas, manoseándose.

—¡Cállate!

Me retiré azotando la puerta metálica del salón y fui directo a Idiomas, tenía que verlo con mis propios ojos.

Al llegar a la parte trasera me asomé desde una de las esquinas. Miré cómo Nadine le daba un beso en los labios a Daniel y se despedía.

Oculté la cara. No ocupaba ver más, sentía tanta vergüenza y coraje conmigo misma por haberme dejado utilizar así por un imbécil de mierda.

De pronto Daniel dio vuelta en la esquina y se topó con mi rostro enrojecido de ira.

—Aaa... ¿Des...

—¿¡Desde cuando estoy aquí!? —le arrebaté la palabra—. ¿O más bien quieres saber si estaba desde antes o después de que te besuquearas con mi hermanastra?

Tartamudeó. —Puedo explicarlo, y también... lo de Natasha.

—¡No! ¡No puedes! ¡Por eso no entraste a la primera clase, para no darme la cara, como el gran cobarde que eres! —Lo rempujé—. ¡Ya no quiero volver a saber nada de ti!

—¿En serio? ¿Me vas a dejar así, solo como un perro?

—Uno es lo que es, independientemente de que este solo o acompañado. Además tienes a Natasha y a Nadine. A ellas si les gusta ser plato de segunda mesa. Provecho.

Ámbar ¿Morir por ser perfecta?Where stories live. Discover now