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***
Me levanté y miré la hora de mi celular. Marcaban las 11 de la noche y un poco más, habíamos dormido por casi 6 horas.
Estábamos desnudos y... demonios, mis padres pudieron haber llegado a casa en cualquier momento e inclusive entrar a mi habitación.
Lo más probable es que no hayan notado nada porque todo estaba a oscuras, si era así entonces estábamos bien, en caso contrario estábamos muertos. Oh bueno... en realidad no.
— Vuelve a dormir por favor —me dijo con voz adormilada
— Ya va a ser casi media noche
— No me importa —dijo — Puedo quedarme aquí
— ¿Estás seguro?
Asintió.
Me rodeó con sus brazos tatuados y me colocó casi por encima de su pecho. Suspiró y le dio un beso a mi cabeza.
— Te amo
El cuerpo se me erizó al instante al oír esa frase.
— También te amo —susurré
Desperté pero en vez de levantarme me envolví más con las sábanas. Cambié de posición y sentí mi cama vacía.
Posé una de mis manos al lado y efectivamente, no había nadie.
Tuve que levantarme ya que no podía conciliar el sueño de nuevo. Entré al baño para poder hacer mis necesidades y tomar una ducha de agua tibia.
Al entrar a la ducha escuché un ruido que provenía de mi habitación, no le mostré importancia, seguro era mi madre con la ropa limpia.
Lavé mi cabello dándole suaves masajes a mi cuero cabello cantando la melodía de canción que no recordaba completamente.
Volteé y choqué con el cuerpo de alguien haciéndome sobresaltar.
— ¡Mierda! —exclamé
— ¿Qué pasó bonita?
Una sonrisa adornaba su rostro. No me di cuenta que había entrado al baño.
Bajé mi mirada a sus pies y lo recorrieron, mis mejillas se pusieron coloradas cuando me topé con su falo. Este rió cuando volví a mirarlo.
Se acercó a mi rostro para besar mis labios atrayendo mi cintura, coloqué mis brazos al rededor de su cuello acercándolo más a mi.
Mordió mi labio inferior al separarse. Gemí por su acto y porque podía sentir su erección.
— ¿En dónde estabas? —susurré
— En la cocina —hizo una pausa — Había olvidado lo divertidos que eran tus padres
— ¿Desayunaste con ellos?
Asintió.
— Les preparé el desayuno y pasé tiempo con ellos —sonrió victorioso
Fruncí el ceño.
— No me despertaron
— Parecías un cachorrito ¿qué querías que haga? Por cierto... tuvieron una reunión y vendrán en la noche
Lo último lo dijo moviendo sus cejas de manera divertida.
Le di la espalda y continué con mi proceso de limpieza. Me agaché para esparcir el jabón por mis piernas, pero las manos de Justin en mi cintura impidieron que hiciera tal acción.
Me pegó a él. Estaba duro.
Volteé y me colgué de él besando sus labios, caminó en la ducha pegándome a la pared y bajó sus labios por mi cuello. Lo succionó, gemí ante su acto.
Me froté por encima de su glande creando fricción entre nosotros. Ganándome un gemido de el.
— Hails deja de hacer eso —dijo suspirando
— ¿Qué cosa? —me hice la inocente
Lo miré a los ojos y su mirada cambió. Estaba llena de deseo y excitación.
— ¡Carajo! —exclamó — El condón
Mordí mi labio inferior con ganas de reír. Empujé su pecho lejos del mío y abrí la puerta de la ducha para salir de esta. Saqué un paquetito de la alacena que había ahí.
Volví a entrar cerrando la puerta y poniéndome a su lado. Agarró mis caderas con posesión y yo rasgué el pequeño sobre.
Le coloqué el preservativo alrededor de su glande. El gimió de satisfacción.
— Oh Hailey
Me penetró de un solo movimiento.
— Mmm Justin —ronroneé
Comenzó a moverse dentro y fuera mío, sus movimientos eran suaves y placenteros. Bajó su rostro a mis pechos, lamiéndolos y besándolos, mis manos automáticamente se engancharon en su cuero cabelludo.
— M-más rápido
Dije entrecortadamente. Este me hizo caso.
— ¡Ah! ¡Nena! —gruñó
Siguió moviéndose rápido como le había dicho. Mi espalda golpeaba la losa de la pared. Podías oír ese sonido más nuestros gemidos, el agua correr y nuestros cuerpos chocando.