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Los días trascurrían y la presión que sentía Nathaniel era algo que no podía controlar. Los ensayos eran más fuertes ya que los instructores eran sumamente estrictos. Amber lo hacía mejor, no había duda de ello, pero él se esforzaba aun sin saber si debía participar o no.

Con Castiel no podía definir la felicidad que le causaba y aunque aún no se mostraban como pareja en el instituto eso era lo que menos le importaba ya que, en las tardes cuando preparaban el trabajo de fin de año, se quedaban juntos; abrazados, besándose, y es que tampoco ninguno de los dos daban el paso para llegar a la intimidad, Nathaniel quería hacerlo, pero no quería llegar a ser intenso con sus emociones, por lo que nunca iba más allá de un par de caricias.

Sus padres estaban a cargo de un muy importante negocio internacional, ellos eran la cabeza de aquel proyecto, así que por eso rara vez llegaban a su casa y cuando lo hacían apenas daban un ligero saludo y se retiraban a su habitación. No quería molestarlos con eso, no podía interrumpir sus vidas con decirles que se viste de niña, sería una estupidez... sí, eso seria.

—¿Nath? ¿Te encuentras bien?— Estaban en el departamento de Castiel como cada vez después del instituto, el pelirrojo tocó con su mano la frente de Nathaniel con una ligera preocupación en el rostro.

El más bajo rió un poco antes de asentir con una sonrisa—Estoy bien...—no quería molestar a Castiel tampoco con sus problemas, así que por eso no ha dicho nada.

—No lo parece, tienes ojeras.—acarició con delicadeza la piel hinchada de abajo de sus ojos, eran oscuras debido a las malas noches que estaba pasando esos días.

—Estoy estudiando mucho y las clases de modelaje están súper duras, es por eso que estoy muy feo.

Castiel soltó una risita—Feo—le repasó la mirada—Puede que tengas razón.

—¡Castiel!—reclamó dándole un suave golpe en el brazo con un puchero en su labio, fingidamente molesto—Cuando te digo que estoy feo se supone que debes decirme que no, que soy muy lindo—se cruzó de brazos retirando su mirada a un lado.

—Ya—sintió como los bazos del pelirrojo se envolvían en su cintura, y la boca de Castiel rozó su oreja haciendo que su cuerpo al instante sintiera una corriente eléctrica—Eres muy lindo.—no pudo evitar que un fino quejido saliera de sus labios inconscientemente. A Castiel se le dibujo una sonrisa al escucharlo.

—Hermoso, perfecto—siguió con su ronca y lenta voz que hacía que poco a poco el cuerpo de Nathaniel se erizara. Giró el rostro encontrándose con el de Castiel que tenía los ojos un poco aguados y los labios entreabiertos, una imagen digna de mirar de cerca.

Castiel llevó una de sus manos al mentón del más bajo para después apegar sus bocas que rogaban consumirse en un beso. Los labios de ambos se movían con una fogosa lentitud. Nathaniel se giró por completo apegando su espalda en el espaldar del sofá sin separarse ni un segundo de los finos labios de Castiel, el pelirrojo por su parte apretó más el agarre en la cintura de Nathaniel haciendo que sus cuerpos queden más cerca el uno del otro.

Las mejillas del rubio empezaron a arder por el calor que estaba sintiendo y llevando sus manos por detrás de la cabeza del más alto se empezó a mover muy lento haciendo que Castiel sintiera la erección del chico sobre sus pantalones. Castiel se separó de su boca y se dirigió al cuello descubierto de Nathaniel, que a su vez era adornado por el collar que le había regalado en su primera cita. Comenzó a lamer y besar aquella sensible zona. Nathaniel soltaba algunos jadeos apretando sus manos en el cabello de Castiel, el pelirrojo sintió como su miembro cada vez se ponía más duro por los sonidos que el rubio estaba soltando. Poco a poco la vista se le oscurecía por el placer que llegaba a todo su cuerpo.

(Nath)alia「casthaniel」Where stories live. Discover now