Capítulo 54 - Escarbando en el pasado

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Capítulo 54

ESCARBANDO EN EL PASADO

Las exigencias de Braulio cayeron en saco roto, porque Evelyn estaba decidida a averiguar todo lo que estuviera a su alcance con respecto a su camaleónico suegro. Era natural que su esposo descuidara la tarea por enfocarse en su labor en tierras italianas, pero ella estaba cerca de Augusto Corona, lo suficiente como para inmiscuirse en sus papeles y sacar información valiosa, que trajera a la luz ese oscuro pasado que yacía dormido en las tinieblas de la nada.

Tener al nieto de Augusto a su disposición era la excusa perfecta, inventando una visita familiar que incluyera a los dos pequeños terremotos y su incansable energía juvenil. Así que sin mediar palabra los llevó a la enorme mansión, con balón de futbol en la bolsa y todo.

-Debiste avisar primero, Evelyn. Apenas llegué de viaje esta mañana y no me encuentro de humor- Desde la puerta el candidato mostraba su cara menos amigable.

-Quería agradecerle el gesto de haber intercedido por Diego en el colegio. Su carta de recomendación fue de gran utilidad – Con una enorme sonrisa y una cajita en la mano, la bella dama de cabellera larga y negra, rompía el hielo inicial.

-Me hubieras enviado un correo electrónico de agradecimiento, como todo el mundo hace hoy día – El ceño fruncido de Augusto no ayudaba.

-Imposible. Le preparé la torta de zanahoria que tanto le gusta – Alzó la caja y desplegó su perlada dentadura.

-Cuando sonríes de esa manera comprendo a mi hijo. Tu estrategia es infalible – La puerta se abrió a su paso.

La figura de los niños detrás de Evelyn no había sido develada. La sorpresa del candidato fue mayor cuando sus pequeños cuerpos aparecieron en la escena.

-¡Abuelito! – Dijo el nieto emocionado.

-¡Esto sí que es una emboscada! – Reaccionó alegre al juego del niño alzándolo en brazos.

-Daniel, no agotes a tu abuelo. Tuvo una jornada ardua y la idea es que se relaje no que lo hostigues – Evelyn ingresó con Diego a su lado, que mantenía una actitud serena, contraria a la de su contraparte juvenil.

Augusto le miró intrigado. Lo habitual. Su recelo a Diego le impedía ser agradable, en el veía a un adulto, no una inocente criatura - ¿Y cómo te va en el nuevo colegio? – preguntó por cortesía.

-Más de lo mismo – respondió con apatía Diego, sentándose en un sillón del mesón, en la cocina. El sentimiento era mutuo, no le inspiraba confianza alguna.

Evelyn abrió la caja y sacó la deliciosa torta con crema por encima. La mujer de servicio le ayudó a servir las porciones en bellos platos de porcelana, con cubiertos de plata para la ocasión. Augusto se ajustó la bata y resignado ocupó un espacio en la mesa. Al primer mordisco supo que valía la pena la interrupción.

-Esto es un placer de los dioses...- la expresión risueña al degustar el platillo lo decía todo.

-Gracias, Don Augusto. Lo hice con cariño para usted – Así comieron un rato. Con cuidado Evelyn sacó su carta maestra – Suegro sabe que estoy por dirigir mi propio programa de entrevistas en el canal.

-Te felicito muchacha, sabía que tenías potencial de sobra y que eso de estar diciendo las noticias del mediodía era temporal.- se llevó otra porción a la boca extasiado.

-Lo que no le he dicho es que me gustaría que usted fuese mi primer entrevistado – Los ojos de Augusto se abrieron como platos. Era inesperado.

-Hija, meter la política y la farándula en el mismo plato no combina – El ceñudo hombre tenía sus reservas.

-No trabajo con celebridades. Soy periodista seria, y mi programa también lo es – Evelyn hablaba con propiedad, y Diego desde su rincón escuchaba con atención, consciente de la verdad que conocía en secreto ¿Sería un ardid para escudriñar libremente en la vida del político? Si ese era el plan no estaba demás que el también participara por su cuenta.

-Mi abuelo será una estrella de la televisión – Expresó inocente Daniel, que ya esperaba su repetición de torta.

-¡Mejor que una estrella, seré Presidente de la República! – La sentencia le puso la piel de gallina a Evelyn, y un poquito más lejos a Diego, que casi se ahogaba mientras tomaba un vaso con agua.

-¡Se cuidadoso muchacho, toma con calma! – Le recomendó Augusto, sin saber que era su afirmación la causa de tal ahogo.

-Me prestan el baño- Dijo entre una tos exagerada, Diego.

-Ve a la de mi despacho, que es más cerca. Al fondo, a la derecha- Le recomendó ingenuamente Augusto.

Diego hizo caso, se dirigió al despacho, pero no entró precisamente en el baño, en su lugar aprovechó la ocasión para husmear en la intimidad del enigmático padre de Vicente, el hombre que aspiraba la presidencia, a pesar de ser el primer sospechoso de un asesinato que había quedado impune, hace veintiséis años

Abrió gavetas sin saber exactamente que buscaba, todo era confuso. Leía papeles incomprensibles. Hizo pausa, "nadie guarda su oscuro pasado en su escritorio", era lógico, "Este viejo tiene de seguro una bóveda de seguridad como la de Carlos Ignacio, pero en su cuarto"...

Regresó a la placida conversación de la cocina y se sentó discretamente en su puesto.

-Tardaste mucho...- Si, evidentemente buscar pruebas no era cosa fácil. Augusto le plantó una mirada de escrutinio sin precedente.

-Lo se...pero ya me siento mejor – Su respuesta debía ser casual, inmune a la malicia del político. Él también tenía talento para jugar el mismo juego.

"Ten cuidado con Diego", las palabras de Braulio resonaron en la cabeza de Evelyn. ¿Sería posible? De repente a sus ojos tampoco era el rubicundo un inocente niño. Era hora de ser cautelosa y vigilar a su huésped.


ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE (TERCERA PARTE)Where stories live. Discover now