Capítulo 151- Cuesta abajo

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Capítulo 151

CUESTA ABAJO

Desde el interior del taxi, Vicente observó la pequeña tarjeta que le entregó en sus manos Augusto Corona, como una ofrenda de paz. No estaba seguro de lo que había sucedido en aquella oficina, sin embargo tenía la impresión de haber presenciado una transformación conforme avanzaba la conversación.

El hombre que le recibió tenía un semblante que se sublimaba pregunta a pregunta. Si la intención primaria era atacar sin piedad ¿Por qué no lo hizo?

La sien de Vicente se frunció en señal de confusión. Quería ser indiferente a sus sentimientos, ser capaz de odiar a ese ser que no tuvo compasión por su madre, y causarle daño.

-Déjeme por acá – Solicitó al conductor.

-Aún falta una cuadra y media para su destino.- Reportó el taxista.

-No importa. Dígame, cuanto le debo. Necesito caminar, despejarme – Vicente ya no estaba en Caracas. En tiempos de incertidumbre se fumaba un cigarrillo en el Mirador de la Cota Mil, con el marco de la capital distrayéndole la mente ¿A dónde iban los bogotanos agobiados? Se preguntó.

Al bajar del automóvil respiró a todo pulmón la brisa fría que golpeaba su rostro.

-¡Dame una señal, mi Dios! – Imploró mirando al cielo - ¿Qué debo hacer con lo que sé? ¿En el fondo de su corazón sabrá que es mi padre?-En el primer kiosco que encontró en el camino compró una caja de cigarrillos. Acto seguido, se internó en un pequeño parque de la zona, con la esperanza de calmar tanta aflicción.

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Detalles que fueron pasados por alto cobraban vida de la nada. El moribundo expediente que descansaba en el fondo de un archivo estaba revelando trozos de historia fragmentada que coincidía increíblemente con el historial de Vicente Angarita. La vista del mandatario estaba fatigada. Sintió hambre y vio la hora... tarde.

Cuando estaba comiendo se tomó un tiempo para revisar el móvil. Braulio fue persistente a un punto desesperante. Era inevitable, tenía que contestarle. A paso lento hizo la llamada, con el deseo intrínseco de no recibir una contestación.

-Dime, hijo ¿Qué es lo que tanto te angustia?

-¿Te reuniste con Vicente Angarita? – La mordacidad en la voz de Braulio no se contuvo.

-Sí, lo hice esta mañana, luego me concentré en otros asuntos que requerían de mí. Él ya te habrá contado.

-Pues resulta que no ha regresado a su casa, y al igual que tú, tampoco contesta las llamadas. Entonces, me pregunto ¿No tendrá que ver la conversación de ustedes con su extraño comportamiento?

-Lo único excepcional de nuestro encuentro fue la invitación a la recepción del viernes que le extendí. En cuyo caso habría que analizar porque le trastornaría a tu protegido conocer al presidente de la nación que lo acogió. Te lo pregunto a ti, Braulio ¿Sabes la causa? – En augusto había un misterioso tinte de conocimiento enmascarado. Los nuevos hallazgos no le permitieron ser maquiavélico – Después de la recepción del viernes, quisiera conversar contigo acerca de ese muchacho.

-¿Por qué no hacerlo ahora? – Desafió Braulio.

-Porque tu viejo padre está cansado, y el itinerario de mañana demanda que me acueste temprano. Simplemente aguarda al viernes. Después de la fiesta te prometo una larga charla, sin interrupciones.-De mala gana Braulio aceptó.

ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE (TERCERA PARTE)Where stories live. Discover now