Capítulo 150 - El terruño

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Capítulo 150

EL TERRUÑO

La antigua dama de compañía regresaba al lugar de origen. Karla, que no era colombiana, tampoco tenía un esposo esperándola en Venezuela. Cuando dijo que iría a resolver ciertos asuntos se refirió a organizar su mente. Estaba sola en Caracas, y lo estaría en la ciudad de Bogotá. Comprender que era una mujer entrada en años, sin hijos ni pareja, no era fácil.

Su departamento había sido expropiado por el gobierno, lo que significaba que no tenía un lugar al cual llamar hogar. Pero lo que realmente le sorprendió fue ver el cartel de La Joya apagado para siempre. Cada tramo de su vida había sido removido vilmente.

-Esto es lo que llaman la cruda realidad – Sentenció con el gesto descompuesto, frente a su amado templo – No tengo a mi político, perdí a Carlito, y ahora debo decidir entre quedarme en Venezuela o largarme de una vez.

En ocasiones, los pasos que una persona daba estaban intrínsecamente atados a estados emocionales. Karla se sintió muy triste. Venezuela ya no era un paraíso terrenal. De ello se jactó al reunirse con Mauro, un antiguo compañero de labores que le recibió a brazos abiertos en su casa.

-Entonces, es un hecho, te iras de Venezuela – El fornido caballero le sirvió una taza de café, para luego ocupar su lugar frente a ella en la pequeña estancia de su humilde hogar.

-Primero veré a mi madre en Cumana. Aquí en Caracas no tengo nada que hacer. – Karla suspiró- Y pensar que yo tenía una vida hace tres años...

-La sigues teniendo, solo que con cosas nuevas- Mauro le sonrió- es una nueva oportunidad de hacer lo correcto. Vuelve con Celeste y dile que trabajaras con ella.

-Y mientras tanto ser una carga.- Karla ahogó la pena en el café negro.

-Para ti ello no lo fue nunca, ni cuando era menor de edad, con un bebe de meses.

-Era distinto. – La dama de la noche se escudó –Yo era su única alternativa.

-Pues ahora se invirtieron los papeles. – La risa de su amigo ofendió a Karla.

-No te burles Mauro, que las tragedias no son motivo de chiste. Tengo en una maleta todas mis posesiones. Ando con la vida a cuestas.

-Como debe ser, porque, que yo sepa, cuando uno se muere no se encasqueta sino el alma, pues hasta el caparazón lo deja...Morena, lo que obtuviste era producto de dinero mal habido. De ahora en adelante lo que hagas es obra limpia. – Mauro se levantó en busca de una mercancía que aún estaba en caja.- Mi esposa compró demasiada ropa y no sé si toda se venda en la temporada, sin embargo tú te puedes ganar una plática si consigues compradores en Cumana.

-Mucho te agradezco la oferta, pero me iré ligera de carga, porque, como tú mismo me dijiste, aprovechare la oportunidad de comenzar con mi amiga Celeste.

Mauro cerró la caja y se acercó a Karla – Es lo mejor, morena, la joya requiere de su familia al lado.

-Ya los tiene, Mauro. Celeste esta con u hombre y sus dos hijos. Yo soy la que está sola – Karla se levantó pesarosa.

-Ya veo lo que tienes... extrañas al político...

No era eso. Su dolor tenía los ojos color miel. Su dolor estaba huyendo lejos.

-La piel de una mujer fogosa, como yo, añora a su hombre – Karla afirmó la añoranza, pero no explicó que extrañaba a un joven fugitivo de la ley.

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En algún lugar, de ninguna parte en específico, los ojos color miel de un muchacho rebelde se enfocaron en el horizonte. A lo lejos, unas montañas se colmaban de blanco, era nieve. La nieve traía recuerdos gratos a Carlito, y, de cuando en cuando, al mirar la franja montañosa sonreía.

Los recuerdos de Carlito junto a Karla eran la única parte blanda en su vida, el resto era roca árida en terreno estéril. Su hermandad se estaba preparando para llevar el terrorismo internacional a nuevos niveles. Esa fue su elección, seguir al rebaño comandado por el príncipe de la oscuridad. Al girar la vista, Carlito pasó de dulces momentos a una dura realidad. Su líder le llamaba.

En el catálogo amplio de improbabilidades, Simón Cazalis era, por mucho, una gran incógnita para su equipo. Todos se maravillaron de lo fácil que fue huir de suelo italiano hasta ser rescatado por unos mercenarios árabes que lucían tupidas barbas. Para sorpresa de los presentes, Simón se comunicó con los nuevos anfitriones en el idioma local, otra rareza que no impactó en lo absoluto a Grillo. El soldado fiel que conocía la verdad se había crecido durante el éxodo, mientras que Elías, el antiguo arrogante, mostraba una faceta más humana ante sus compañeros, a quienes consideraba familia.

Eran cuatro contra el mundo, simples fugitivos venezolanos aprendiendo las clases de maldad del mismísimo demonio, mientras la añoranza por la tierra madre iba desapareciendo poco a poco.

ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE (TERCERA PARTE)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ