Capítulo 90 - Segunda alarma

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Capítulo 90

SEGUNDA ALARMA

En medio de la llamarada, el cuerpo herido del Potrillo permanecía recostado, con el brazo sangrando profusamente.

Ni en un millón de años habría creído lo que sus ojos veían...

Marco Benedetti había regresado por él.

-¡No te olvidamos, compañero! – Le dijo, durante una rápida revisión, antes de ayudarlo a levantarse e ir juntos hacia el auto.

Ese tipo de acciones definía la fidelidad del pequeño indio.

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Cada paso acrecentaba los dolores. Correr era un riesgo necesario e impostergable. El martirio de una situación difícil había transformado a Celeste en una sobreviviente, el Ave Fénix, como le decía su amado Vicente.

Las luces de la explosión a una distancia segura le develaron la cara de Simón Cazalis, observándola fijamente.

-Nuestros caminos están a punto de separarse – Expresó con una sonrisa.

-No entiendo- La Joya estaba consciente de lo que ocurría en su interior, aunque ya era imposible detenerlo y menos evitar un triste final.

-No tienes por qué entenderlo. Simplemente aguanta un poco, y ten fe... - El adorable demonio de modales finos parecía leerle la mente.

-No llegare lejos... me estoy sintiendo mal- Se agarró el vientre con el temor reflejado en el rostro.

-Toma el oxígeno por la nariz y vótalo por la boca. Relájate – Simón le ayudó a instalarse en el puesto trasero del vehículo de doble tracción – Karla, no te asustes, pero creo que la pelea le aceleró el trabajo de parto a Celeste.

Grillo y Karla se vieron consternados. Apenas tenía cinco meses de embarazo. Técnicamente estaba abortando, porque un bebe no estaba acto para nacer en ese tiempo.

-Debemos ir a un centro asistencial lo más rápido posible. La vida de ambos peligra- Grillo se sentó al volante, escuchando la orden de su jefe, que era ir directamente a la boca del lobo.

-Nos atraparan- Liberó Grillo.

-No me dicen el Infierno por nada – Desde el puesto del copiloto, Simón Cazalis confundía a todos – Solo ten fe.

Era contradictorio confiar, pero no había otra opción...

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Vicente salió acompañado del padre Mauricio, un hombre confeso, que estaba preparado para liberar a los demonios de la culpa, de sus antiguos enemigos.

En sus manos una pequeña figura de cera descansaba. Su palma estaba abierta para proteger la forma

-Solo queda esperar- El padre Andres le recibió con una cálida sonrisa.

-Antes, dígame ¿Qué significa esto?- Vicente le mostró a los sacerdotes la escultura de cera que formó la vela durante su monologo.

-Es una señal – Reconoció el padre Mauricio- Significa que dentro de toda esta locura, es posible creer en los milagros.

-No sé lo que significa, Vicente, pero tenlo por seguro, el buen Dios nos protege- Si su mentor lo decía era mejor creerle.

En lo profundo de ese fuerte inexpugnable estaban a salvo, pero en las afueras se estaba liberando una cruenta batalla...

ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE (TERCERA PARTE)Onde histórias criam vida. Descubra agora